Jack Afanasyev [Frost] - GWYNN

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

De espíritu curioso y con un gran amor a este mundo, Jack suele dejarse llevar por sus instintos a la hora de tomar decisiones. Si bien su mente es analítica, y suele ser muy introspectivo dada la situación, usualmente no posee un filtro entre sus honestos pensamientos y su boca. No puede evitar decir las cosas de manera directa, y aunque no siente malicia puede que las verdades que se le escapen dañen a otros. Nunca se disculpará por decir la verdad, pero lo máximo que hará será disculparse por la forma con la cual se expresó.
Quiere probar de todo, y conocer de todo. La humanidad es una contradicción tan grande para él, que siente un profundo desagrado hacia determinadas actitudes y un gran aprecio por aquellos que todavía tienen la capacidad de crecer y recuperar la capacidad de escuchar los murmullos de la madre Gaia. No es una persona particularmente cruel, sin embargo ve todo en relación a lo más propicio para Gaia. Una vida humana puede ser preciosa, pero eso no significa que todas las vidas tengan el mismo peso. Considera a las personas como animales extraños los cuales han perdido el sentido de orientación al rodearse por la tecnología. Y los humanos marginales, aquellos que viven y mueren en las calles, son los depredadores que han caído por las rendijas que la propia sociedad moderna a impuesto. A estos seres, es más piadoso otorgarles una muerte fría y llevarles de nuevo a los brazos de Gaia, en lugar de dejarles abandonados al martirio de una vida desperdiciada.
Alegre, sarcástico, lleno de humor, pero al mismo tiempo con temperamento fuerte y testarudo ante sus creencias. Puede escuchar sin juzgar, pero eso no significa que acepte del todas las palabras ajenas. Es muy difícil hacerle cambiar de opinión, en especial cuando se trata de algo tan íntimo como su amor por este mismo planeta.

HISTORIA

¿Puedes escuchar su voz?

Incluso a los 5 años de edad, Jack reconocía el significado de la caricia de la nieve contra su mejilla. Amaba recostarse sobre el suelo congelado y escuchar el pulso de vida que recorría la tierra. Y más que nada, podía cerrar los ojos y escuchar el murmullo del planeta en sus oídos. Una voz sin forma que hablaba en un idioma imposible de reproducir, pero que cantaba un suave arrullo en sus oídos. Había ocasiones en las que simplemente se dejaba llevar por esa voz, lo que provocaba que pasase largos días sentado entre la nieve, observando el caer de los copos mientras escuchaba con atención.
La comunidad en la que se crió, era pequeña y cerrada. El pueblo se encontraba muy lejos de todo camino principal que pudiese atraer la atención de seres humanos y turistas. Las frías ventiscas mantenían alejados a cualquier otro ser que pretendiese acercarse. El vestigio de civilización más cercano se encontraría a varios kilómetros de distancia, y aún así era necesario recorrer a pie la mitad del camino y después utilizar alguna de las camionetas del puesto de avanzada que se encontraba a las afueras del gran bosque que rodeaba el valle al pie de la montaña en la que habitaban.
El entrenamiento que caracterizaba su infancia, había sido intenso y lleno de pruebas las cuales superar. El fuego había tomado el significado de renovador de vida y destructor total. El calor que emitía era reverenciado y temido en ambas formas. Su primera lección, había sido sobre supervivencia. La palma de su mano derecho llevaba la marca de la quemadura al sostener una de las brasas. La prueba había sido sofocar esa llama, y por cada milésima de segundo que pasaba, las lágrimas caían de sus ojos mientras que su mano quedaba eternamente marcada. La lección había sido exitosa. La brasa se había congelado, pero él por siempre recordaría el poder destructivo del fuego, y solo necesitaría mirar su mano para rememorar la lección.
Jack había tenido la suerte de tener una facilidad natural en el momento de cambiar formas, pero esa misma ayuda le había pesado en forma de expectativas que la comunidad había depositado en él. A los pocos años de edad había aprendido que la genialidad llamaba la atención, y aunque sabía que su misión sería la de un guerrero, eso no significaba que no tuviese otros deseos o intenciones para su futuro. Mientras más se le presionaba, más se rebelaba en pequeñas formas, incitando al juego entre sus compañeros de misma edad. Algunos le llamarían problemático, otros una decepción, pero para él que veía el mundo con ojos curiosos, solo les dedicaba una sonrisa sarcástica y recalcaba que si tanta creían en él, era porque simplemente eran demasiado débiles para hacer las cosas ellos mismos.
El “egoísmo” en su interior, fue algo que se buscó sofocar a toda costa. Dandole castigos cada vez más complicados, y pruebas que le mantuviesen entretenido todo el tiempo. La única forma en la que su familia y la comunidad en la que habitaba conocía lidiar con él, era manteniéndole ocupado sin posibilidad de darle un momento a pensar.

Pero Jack era un chico que simplemente no soportaba ser sofocado por enseñanzas tan antiguas, por lo que ante la primera oportunidad que se le presentó, buscó la forma de abandonar aquél lugar. Amaba a su familia, amaba a su pueblo, amaba a Gaia y comprendía que debía completar su entrenamiento pero incluso el susurro del planeta le decía que si no abandonaba aquél lugar, solo sentiría su rencor crecer. Debía explorar el mundo, conocer lo que estaba buscando defender y tratar de comprender que clase de sacrificios tendría que soportar para traer el orden que deseaba.
Sabía perfectamente la clase de mundo que se erigía más allá de los blancos picos de las montañas. Conocía de la crueldad del hombre y de la presencia de enemigos escondidos entre las sombras. Su raza había sido llevada al borde de la extinsión, y al paso con el que Gaia sufría por los errores de la humanidad, sabía que había rincones del mundo los cuales nunca podría disfrutar ya que serían su propia sentencia de muerte. El mundo estaba cambiando, y por ello mismo era necesario que se adaptasen. Necesario encontrar otras formas de sobrevivir, porque el tiempo no esperaba a nadie.
Y fue con esa clase de pensamientos que logró presionar al consejo de ancianos de la comunidad, fue de esa forma que acompañado por otros de su misma edad abandonó su tierra natal para visitar la capital más grande en un intento de ampliar sus propios horizontes y tener un rostro para aquellos enemigos de leyenda. Cada uno de los miembros de su grupo tomó un camino distinto, apuntando a diferentes ciudades de tal forma que las diferentes perspecteivas pudiesen actuar en concordancia y ayudar a su comunidad natal.
Ahora sólo, Jack vive en Moscú, haciéndose pasar por un estudiante de informática mientras que recorre la ciudad buscando aprender sobre todo lo que pueda.

DATOS RELEVANTES

_Es un adicto a toda expresión de cultura popular. Le encanta el cine, las películas, las novelas, e internet. Vive curioseando por la web, buscando entender la sociedad humana y sus diversas manifestaciones.
_Viste livianamente, con apenas un abrigo de hilo como para enmascarar sus verdadera naturaleza de los humanos.
_Prefiere estar a la intemperie. Los días de ventisca es usual encontrarle caminando por callejuelas o recostado sobre la nieve de algún parque alejado.
_No suele recurrir lugares cerrados, y aunque es un adicto al café, prefiere los brebajes fríos y con mucha azúcar.
_El pelaje de su forma real es blanco y tornándose un tono más vainilla en la medida que avanza sobre sus piernas. Sus astas se extienden casi como ramas, y sus ojos se tornan en un tono ambarino más profundo, que puede llegar a ser dorado.
_Debido a su crianza, la mentira para él es un elemento curioso. El arte de utilizar las palabras como si se tratase de un camuflaje natural para sobrevivir. No es adepto a mentir, pero le divierte hablar en acertijos para tratar de acercar a la gente a la “verdad” de la forma más entretenida.

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