Primer contacto [Malakh]

La noche transcurría entre melodías y gritos, las voces de los humanos que frecuentaban el bar se alzaban entre la música en un vano intento de mantener una charla amena con sus compañeros, pero aun así, se divertían, las bromas no faltaban, el tabaco y alcohol desinhibían sus mentes y no era poco común ver a una pareja besándose frenéticamente en alguna de las esquinas, aunque a Malakh eso poco importaba. La verdad era que amaba estar allí, los acordes, notas y cada sonido que creaba con su guitarra le transportaban más allá de la conciencia mortal, al cielo donde el Padre vigilaba. Malakh no había vuelto a ese lugar desde hacía ya demasiado tiempo, tanto, que se preguntaba que si de tener la oportunidad de hacerlo… ¿lo haría?, estaba demasiado acostumbrado al mundo mortal, a sus aromas y texturas que había aprendido a amar, que estar lejos de todo eso… pues no se le antojaba por el momento. Además estaba Uriel, deseaba pasar años en la tierra con el, enseñarle todo lo que él había conocido con el paso de los siglos.

Y entonces la noche seguía transcurriendo normalmente, en casa las palomas descansaban hasta el momento preciso de ser entregadas, y mientras el, se encargaba de inspirarse, de dar inspiración, y hacer lo que simplemente le gustaba: cantar y tocar su guitarra.

El primer acto había terminado y se encontraba bebiendo una cerveza en la barra del bar, junto a unos humanos, aunque no cruzaba palabra con ellos. Y fue entonces cuando le notó, puesto que un escalofrió le recorrió la espalda y solo pudo esbozar una amplia sonrisa, al tiempo que su torso se giraba hacia el recién llegado, escuchado sus palabras y negando levemente - los políticos, policías y jueces necesitan castigos también, en realidad tengo varios guardados en casa ahora mismo - tomó su botella y dio un gran trago, dejándola casi vacía sobre la barra, mirándole con atención.

Mikael era un ángel que desde que recordaba, se mantenía serio, muy al contrario del propio Malakh, que gustaba del disturbio, del ruido y de correr y gritar. Dios sabía que todos sus hijos eran diferentes…

Extraño a cada uno de mis hermanos… ¿crees que no te extrañaría? Has estado mucho tiempo en casa, es bueno verte de este lado  - le guiño un ojo y entonces bebió el resto de la cerveza, respirando profundamente - me va bien, es un lugar alegre… aunque a veces necesitan que alguien les llame la atención, pero aún tienen demasiadas buenas cualidades… ¿protegido? No, en este momento no, a no ser que cuentes a Uriel, los humanos que he protegido ya han cumplido su propósito y ahora descansan en la gloria celestial - de su chaqueta buscó un cigarrillo el cual encendió rápidamente - ¿hace cuánto que llegaste? ¿soy el primero al que has visto? Y deja de estar tan cuadrado, me has dolor de cuello de solo verte  -bromeó un poco con el menor -

Tenía razón, era bueno encontrar a uno de sus hermanos, aunque hasta antes de la llegada de Uriel, ya casi se había acostumbrado a ser un solitario, solo en compañía de sus palomas. Una breve risa ahogada por el trago que tenía en la boca, se dejó escuchar al saber cómo es que le había encontrado - bueno, así como famoso… no tanto - negó, aunque las personas habitualmente  disfrutaban de la música que el tocaba, la realidad no se relacionaba con casi nadie, solo de forma "laboral" - la gente viene y va todas las noches, algunos vienen muy estresados y la música los relaja, ¿sabes? - Un nuevo cigarrillo de posó en sus labios y luego de encenderlo, giro en el banco y recargó los brazos en la barra, dándole la espalda al bartender, un largo suspiro junto con una bocanada de aire llenó sus pulmones y asintió - Uriel esta por aquí, un día de estos volverá, creo que anda haciendo excursiones - una suave sonrisa al recordar a su amado ángel le recorrió el rostro, pero luego volvió a ver a Mikael.

¿combate? En realidad solo peleo con el trafico últimamente - bromeó nuevamente. En los últimos años, se había enfocado en su tarea y las peleas se mantenían lejos de él, por una u otra cuestión, pero no podía evitar el sentir un ataque de ansiedad al escuchar sobre combate, tal vez su cuerpo se lo exigía, podía ser que estaba necesitando algo más que cuidar a sus palomas - hace años que los demonios dejaron de cruzarse en mi camino, y el Padre me ha mantenido ocupado con otros asuntos - se encogió de hombros y ladeo la cabeza, mirándole - en esta zona hay más hermanos, nos los he visto pero los he sentido, supongo que sus cosas deben estar haciendo.

Una carcajada que apenas y se escuchó gracias al sonido de la música que brotaba de las bocinas instaladas alrededor de todo el local, las voces de las personas y negó, levantando su camisa un poco, dejando ver su abdomen, más plano que una tabla - Dios me hizo flaco, no fornido como otros hermanos, si no flaco pero bien hecho - le guiño un ojo - ya, tu dime que tienes en mente, estoy seguro que si es algo contigo, el Padre enviará un reemplazo a cuidar de las palomas.