A murdered sin [Abierto]

Una noche interesante prometía ser esta, los gritos realizados a todo pulmón por el dolor eran escuchados en el aire, también una agradable risa era escuchada. Una risa en la que se notaba que se mezclaban una gran cantidad de sensaciones y emociones que habían sido suprimidas tales odio, el dolor, la humillación, placer, el deseo de venganza entre otras más. Para seres de la oscuros y habitantes de la noche, está todavía era joven, el demonio conocido como el príncipe de la lujuria, quien respondía principalmente ante el nombre de Asmodeo se encontraba con gran tranquilidad observando una escena llena de sangre mientras se encontraba en lo más alto de la dañada rueda de la fortuna.

La vista del demonio se fijaba en una joven mujer quien apuñalaba sin cesar a un hombre. Ambos al principio vestían de un impecable blanco pero ahora las vestimentica de ambos individuos era tan roja como la misma sangre. – Lo disfrutan en realidad – Asmodeo se daba cuenta de eso, ambos seres humanos disfrutaban el momento, aunque el hombro comenzó con una expresión de dolor y agonía en su rostro mientras el cuchillo era clavando en su pecho continuamente y la mujer tenía lagrimas en su rostro y una expresión iracunda, ambos habían cambiado.

Asmodeo reía pero levemente, era como si se contuviera, la verdad era que los humanos le causaban tanta gracia. Seres con una vida tan corta que la desperdiciaban. Pero ya no le importa la verdad, tal vez hubo un tiempo en que el demonio le podía importar eso y deseo hacer algo, pero ahora todo era muy diferente, el prefería ahora observar.

La noche estaba fría y hermosa, su piel dolía un poco, justo lo necesario para ser agradable. Una vez más se encontraba en ese parque abandonado, le encantaba el ambiente que ese lugar tenía, parecía sumido en la nostalgia como si  de un cementerio se tratara y eso era algo que le recordaba al lugar en el que abrió los ojos por primera vez, pero hoy más que nunca podía sentir algo agradable en el ambiente, un aroma entre salino y metálico empapaba el lugar. Shimazaki estaba feliz, saltaba en las puntas de sus pies mientras observaba con atención buscando por la fuente de aquel aroma. Estaba utilizando su apariencia humana, últimamente lo hacía muy seguido y ya había tenido problemas en el pasado por no cuidar su identidad como ser mágico así que ahora quería evitar problemas innecesarios, eso siempre hacía que la diversión se detuviera.

- Siempre llego cuando la diversión se está acabando. -Su voz era extremadamente dulce, amable y su expresión era la de una niña, feliz, sonriente y agradable. Ladeó levemente su cabeza hacia la derecha y  dio un pequeño salto.- Tu amigo ya dejó de respirar y si te fijas en sus ojos podrás ver que no te está observando, su mirada ya se perdió, él está muerto. -Dio unos cortos pasos hacia la chica, el humano estaba muerto en el suelo, la sangre se había esparcido a tal punto que el cadáver estaba acostado en un charco carmín, la asesina se puso de pie, aún con el arma en sus manos, dijo algo, gritó, pero Shimazaki estaba demasiado concentrada en el cadáver como para poder poner atención.

Alzó sus ojos a la humana y notó que ella se acercaba con la intención de atacarla, una risa se escapó de los labios de Shimazaki al tiempo que daba un gran salto de más de tres metros y quedaba suspendida en el aire utilizando Bukuju.- Deberías suicidarte, por alguna razón pareciera que quieres hacerlo... -Sonrió amplio sin despegar su vista de la chica, podía ver que la había asustado, pero la nogitsune no tenía intención alguna de hacerle daño, al menos no de una forma física.- ...no temas, ahora debe haber mucho ruido en tu mente, una vez tu vida se apague el ruido también se apagará. -Llevó el dedo índice de su mano derecha y apuntó una sección de su cuello.- Aquí se encuentra una importante vena, córtala y todo el dolor terminará en segundos, lo prometo. -La humana se encontraba fuera de si, gritaba, lloraba, finalmente tomó aquel cuchillo y cortó justo donde la nogitsune le había indicado, en muy poco tiempo la sangre salió de aquel cuerpo con rapidez y violencia. Cuando la humana cayó muerta Shimazaki volvió al suelo manchando su blanco calzado de un poco de sangre.- Fue un buen espectáculo, pero pensé que iba a demorar más en convencerla, al parecer ella realmente quería morir. -Luego de decir aquello alzó su vista a la cima de la rueda de la fortuna.- Llegaste primero que yo ¿Por qué murió el humano? -Preguntó alzando la voz para que el ser oscuro en aquel lugar pudiese escuchar. No sabía de quien se trataba y no podía verlo, pero gracias a su Tënnmo podía sentir esa energía oscura.

Para Asmodeo no era un espectáculo que presenciaba, él solo presenciaba lo que podía llegar causar en los humanos el no comprender de lo que se podía ser capaz a hacer, en ese caso, lo que no se sabía de lo que podía llegar hacer para intentar a sobrevivir. Aunque además del instinto natural e inocente de sobrevivir de la mujer, también se pudo observar otros sentimientos y sensaciones que al parecer eran nuevas para los dos mortales. El príncipe de la lujuria ni siquiera necesitaba de su habilidad empática para entender la situación todo era muy obvio, lo que pasaría ahora en adelante cualquiera  podía presentirlo con exactitud.

Aunque la llegada de una nueva invitada posiblemente alteraba todo, el demonio podía sentir la esencia oscura de la magia de  oriente en aquella nueva desconocida que hacia presencia en una forma humana. Asmodeo sentía algo de curiosidad por saber que pasaría ahora en adelante gracias a la nueva aparición. Aunque la verdad el avance de esa “historia” por así llegar no tuvo un final muy diferente al esperado, la verdad era que a Asmodeo hubiese gustado que todo se hubiese dado sin intervención alguna de un tercero, le hubiese resultado más interesante y la verdad todavía existían posibilidades pequeñas de que las cosas no terminaran como Asmodeo esperaba.

La pregunta que era realizada para Asmodeo la verdad no era respondida de inmediato aunque sí pudo llegar a escucharla. Asmodeo se coloco de pie y dio un salto hacia abajo, para un humano tal vez una caída desde esa distancia podía llegar a ser más que fatal y para el demonio aunque no le generaría la muerte, podría causar gran daño a su contenedor. Pero él no era estúpido como para hacer eso, además le gustaba mucho contenedor actual era diferente de lo que hacía.

El cuerpo de Asmodeo descendía lentamente, pero era gracias a una plataforma muy ligera e invisible de energía demoniaca con la cual el demonio usaba. – Problemas de parejas, nada fuera de lo normal – Comento ya que le habían preguntado.

El viento comenzaba a despertar como si la tierra quisiera enviar el perfume de la muerte a muchos lugares diferentes, el cabello del aspecto humano de Shimazaki era azotado por las brisas, sus mejillas tomaron un rosa un poco más intesto de lo normal, instantáneamente llevó sus palmas a sus mejillas intentando devolver un poco de calor a su cuerpo. Mantuvo su vista en lo alto esperando por una respuesta que parecía no llegar, pero el tiempo era lo de menos, cuando ya se ha vivido más de quinientos años se desarrolla la capacidad de esperar, las buenas historias se escriben de forma lenta, con tranquilidad y por lo que había podido aprender, casi siempre se escriben de noche, cuando la mayoría de los mortales descansan.

Vio como aquel oscuro ser descendía de las alturas, era interesante, sabía que ningún humano podía tener aquella clase de habilidades, pero de alguna forma era agradable ver otro rostro, sin importar si se trataba de algo peligroso o terrible, estaba buscando algo que pudiera permitirle sentir un poco de emoción, tal vez algo peligroso era justo lo que necesitaba. Cuando escuchó la respuesta abultó sus labios por un segundo, realmente con ese tipo de entrada hubiese esperado una línea más épica, tal vez aquel ser no estaba de ganas para mantener una conversación.- Lo lamento, creo que me inmiscuí en tu espectáculo privado, sólo quería acercarme a observar, pero creo que me acerqué demasiado. -Sonrió de forma amable y luego quitó las manos de su rostro y las dejó reposar en los costados de su cuerpo.

Retrocedió unos pasos para dejar de manchar sus zapatos con la sangre, dirigió su vista una vez más a la rueda de la fortuna y luego devolvió la vista a aquel ser.- Mi nombre es Shimazaki, puedes llamarme Zaki si quieres, tú ¿Cómo debo llamarte? -No sabía si obtendría una respuesta, pero no perdía nada con preguntar, como decía ese viejo refrán "Siempre es mejor arrepentirse de algo que hiciste que de algo que no hiciste" Además ¿Qué es lo peor que podía pasar? ¿Que él la atacara? ¿Que se parara y se fuera?

Parece que todo había terminado, y como era de esperar desde el principio ambos cadáveres se encontraba desangrando en el suelo, mientras ambas almas humanas al final se dirigían descendiendo con gran dolor al hogar del príncipe, una era lástima que no esto tuvieron lo suficientemente cerca al pecado del príncipe como para entrar en su “piso”. – Espero que sean bien recibidos en el piso de Amón. – Era un pensar que pasaba por la mente del Asmodeo, aunque la verdad solamente llegaba a burlase un poco al pensar en eso, el sabia que serian torturados horriblemente, así era todo en el piso donde llegaban los pecadores de la ira.

Nunca con la guardia baja sin importar que se viera tan relajado se mostrara, el demonio se acercaba a la “joven” con calma mientras escuchaba de ella, la verdad no le importaba la acción que había realizado por su parte al influir en la decisión que iba a tomar la mujer humana, la verdad el resultado no fue para nada diferente a lo que hubiese terminado. – No se preocupe, no existe necesidad de hacerlo. La verdad que solo me encontraba de paso y me quede en silencio observando. – Era la verdad, el solo pasaba puesto regresaba de una pequeña diligencia que acababa de cumplir, pero el sentir su pecado en esa aquella mujer asesina quien lo expresaba de una forma que desde hace algo no lo sentía, era algo que lo atrajo por simple capricho.

–  Puede llamarme Reita, señorita Shimazaki – Su presentación fue corta pero educada. Ahora con su ojo derecho, aquel con el que observaba todo, daba un leve vistazo al alrededor de las atracciones abandonada. – El “espectáculo” termino – Dejo escapo tranquilamente una observación. – Ahora que se podría hacer – De una misma forma comentaba mientras su mirada se fijaba en al antigua rueda de la fortuna.

Shimazaki siempre había envidiado un poco a los seres completamente oscuros, parecían tan libres, tan llenos de vida y dispuestos a vivir de la forma que les acomodaba, pero el señor Reita era completamente diferente, parecía adormilado, anestesiado. Parpadeó un par de veces escuchándolo hablar manteniendo su postura, por un par de segundos sintió la necesidad de atacarlo para ver si era posible sacarle al menos la más mínima reacción, pero luego desistió de hacerlo y suspiró profundo llevando su vista a la punta de sus zapatos, aún estaban ligeramente manchados de sangre, por lo que simplemente arrastró un poco los pies en el suelo.

- ¿Reita? -Al momento de pronunciar aquel nombre la nogitsune sonó sorprendida y es que a decir verdad aquel, a pesar de ser un buen nombre, era un nombre humano, de alguna forma esperaba un nombre épico y demoníaco, oscuro e intrigante, pero bueno, era de esperarse que una criatura oscura no dijera su nombre de buenas a primeras así que borró su expresión de sorpresa y simplemente sonrió.- Es una ciudad abandonada, se podrían hacer muchas cosas, dime ¿Tienes alguna clase de habilidad entretenida? -Poco tacto y podo filtro, pero realmente le causaba curiosidad saber si aquel hombre podía hacer más cosas a parte de subir a lugares muy altos y luego saltar sin morir. Por su naturaleza siempre había sentido curiosidad por los seres oscuros y había conocido a bastantes en su vida así que sabía que cuando querían podían ser muy entretenidos, casi todos.

¿Una ciudad abandonada? Acaso él, uno de los reyes del infierno estaba siendo considerado como nada para que así se pudiera decir que el lugar estaba abandonado. Bueno, si ese era el caso, tal vez demostrar que tan nadie podía ser era lo que pasaba por un momento en la mente de Asmodeo. – Señorita Shimazaki, sabrá usted por casualidad si esa rueda de la fortuna estará funcionando – Apenas termino de preguntar tranquilamente el demonio comenzó a moverse hacia la dirección del gran atracción, la cual aunque de lejos se observaba dañada e inservible en su mayoría, cuando se estaba lo suficientemente cerca se podía observar que era mucho peor que lo que se observaba de lejos, aunque para algunos resultara extraño la verdad era que el príncipe se sentía atraído.

Una tranquila sonrisa se formo en su rostro, la verdad era dificil pensar que esa atracción pudiera funcionar ademas que la mecánica no era lo suyo pero como siempre él estaba varios pasos ya adelante con una respuesta para cualquier inconveniente. Cabe destacar que al parecer era cosa del destino, o posiblemente pura suerte o tal vez no pero una de las cabinas estaba en la posición justa para que cualquiera pudiera subir y tomar asiento. – ¿Desea dar un vuelta? – Comento tranquilamente. Tal vez pareciera algo de locos pero la verdad para Asmodeo quien poseía algo de tiempo sin sentir ánimo algo por realizar algo, esto solo era algo nuevo pero muy simple por experimentar y eso levantaba un poco sus animos aunque cualquiera que desconociera como es el demonio no notaria el cambia,

No importaba lo apático y desanimado que aquel ser pudiese parecer, su voz era suficiente como para despertar en la nogitsune una inmensa curiosidad la frialdad de un asesino, eso era lo que podía captar en su rostro más cuando él comenzaba a hablar todo cambiaba, cada palabra que salía de su boca parecía estar empapada de un extraño desafío. Mordió la esquina derecha de su labio inferior y sonrió, estaba segura de que una idea había sido concebida en la mente de aquel oscuro ser y siendo fiel a su naturaleza se sentía intrigada.- No sé, si esa rueda aún funciona, pero sería interesante intentar averiguarlo. -Cuando él ya había avanzado una considerable distancia la yako le siguió, como la obediente y dispuesta criatura que no era, pero que siempre fingía ser.Por su puesto. -Dijo sin perder su sonrisa, avanzó hasta quedar cerca de Reita y luego miró aquella cabina, los espacios confinados no la asustaban, de hecho gran parte de su existencia la había pasado entre rejas de las que siempre lograba escapar, pero ciertamente al ver la estructura de esa cabina sentía un poco de ¿nostalgia? ¿curiosidad? Realmente no estaba segura, pero definitivamente sus expectativas sobre lo que ocurriría habían cambiado, aumentado.

Sin esperar mayores instrucciones se acercó a aquella cabina, apoyó sus manos en aquel metal oxidado y acarició aquella superficie hasta que sus palmas se volvieron levemente naranjas, luego tomando un leve impulso subió a la cabina y tomó asiento. Dirigió sus vista a Reita y parpadeó un par de veces.- ¿Vamos a hacer algo divertido? -Una pregunta o una invitación, aquella frase estaba dispuesta a ser tomada de la forma en la que aquel ser oscuro estimara conveniente. Luego de ello observó sus palmas y las acercó a sus labios, sopló hasta que el óxido desapareció de su piel, sus manos estaban nuevamente blancas, frías y dispuestas a ensuciarse si era necesario en pos de una posible diversión.

El príncipe prestaba algo de atención a la joven Shimazaki, como no hacerlo, no podía permitirse el lujo de bajar la guardia con facilidad ante cualquier desconocido por el simple hecho de tener una gran cantidad de enemigos y un alto precio por su cabeza en el mundo de los temerarios cazadores de sobrenaturales, pero la verdad Reita no poseía ningún miedo ante los mercenarios, la gran mayoría eran humanos o cazadores que no sabían en lo que se metían. – Permítame, sus manos – Comento mientras de un bolsillo interno de su chaqueta sacaba un pañuelo blanco de seda – La diversión es un concepto diferentes para todos – Tranquilamente las palabras salieron de sus labios mientras con suavidad retiraba parte del oxido de las delicadas manos ajenas.

– De seguro queda energía suficiente – El demonio al final acomodaba el pañuelo anteriormente blanco sobre la barra de forma que no se volviera a ensuciar Shimazaki cuando la tocara. – Le recomiendo que se aferre. Es hora – Una sugerencia seguida de un chasquido generado por los dedos de la mano derecha del demonio, una señal que realizaba para que hiciera presencia uno de los miembros de su legión. Y con una pequeña cortina de humo rojo un diablillo vistiendo un elegante traje negro hizo presencia frente el equipo de manejaba la rueda de la fortuna.


La mirada del Asmodeo se dirigió a lo lejos al demonio de su legión. – Lo dejo en tus manos, Ukobach – Las palabras del demonio tal vez no llegaran hacia su destino, pero no importaba ya, puesto las luces del lugar de pronto de encendía y poco a poco el movimiento de la gran máquina de metal oxida empezaba a hacerse más obvio, hasta el punto que la velocidad ya era constante.

Sólo asintió con un suave y delicado gesto de cabeza, en cuestión de segundos sus manos habían sido totalmente limpiadas, más aún, Reita se había asegurado de que no se volvieran a ensuciar colocando aquel pañuelo en la barra. Shimazaki llevó sus manos a aferrarse, pero no muy fuerte. Poco a poco aquella gran rueda comenzó a iluminarse en muchos tonos diferentes, las bombillas que aún estaban vivas brillaron con fuerza como si les dieran la bienvenida después de mucho tiempo d no haber tenido a nadie a quien mostrarles sus luces, una sonrisa se dibujó en los labios de la yako al tiempo que miraba a su al redor, pero no era sólo la diversión de estar en uno de esos juegos, era la posibilidad de todo lo que esa rueda había visto en el pasado.

De momento escuchó como de la boca de Reita salían aquellas palabras y se volteó a observarlo sin perder su sonrisa.- ¿Ukobach? ¿Es Ukobach lo suficientemente confiable como para dejar todo en sus manos? -La expresión en si le había causado extrema curiosidad, primeramente porque no tenía ni la menor idea de quien era este Ukobach y segundo porque era la primera vez que se topaba con un ser oscuro que pudiera delegar confianza, tal vez se trataba de algún subordinado en extremo leal o tal vez es que simplemente Reita no estaba preocupado de nada de lo que le pudiese suceder.- Realmente esto es completamente diferente a lo que acostumbro hacer cuando quiero divertirme, pero... se siente bien. -Las palabras salían d sus labios de una forma melódica y aterciopelada, calmada como si el viento despeinando levemente sus cabellos lograra acallar gritos que por siglos habían estado sonando constantes en su mente, fue así que luego de decir aquella frase cerró sus ojos, no importaba nada, sólo quería sentir el viento en su rostro.