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Rusia, Moscú~ Año 2014. Desde la antigüedad los humanos han convivido con seres sobrenaturales, sin saber de la existencia de estos. Dichos seres han sido llamados desde antaño como "Otros" (Иные). Entre estos mismos existen enormes diferencias, que parecen acentuarse aún más con el paso de los siglos, separándose en variadas razas que poco a poco algunos hombres iluminados pudieron comenzar a identificar, dejando testimonio de esto en antiguos manuscritos. Los llamados otros mantuvieron durante centurias una tregua, con la cual prometían jamás mostrarse ante un humano en su forma real, y aunque siempre hubieron ocasiones en que un otro rompía la tregua por motivos de fuerza mayor~ Hoy en día muchos han decidido romper la tregua en beneficio propio, poniendo en peligro a toda su raza y abriendo los ojos de la humanidad. Este es el juego de las apariencias y muchas veces engañan ¿Serás capaz de confiar?.
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[[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
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[[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
Aquella mañana abrió los ojos de forma paulatina, debía ubicarse bien en el espacio y tiempo en el cual se encontraba, pues Adrik no estaba pasando por el mejor momento anímico, y eso hacía que, una y otra vez, los recuerdos que tenía de la vida junto a su madre se agolpasen a modo de pesadillas. Lentamente se sentó en la cama y pasó por sus ojos su mano derecha. Estaba en casa, solo, cómo siempre, lo que para él era ideal, pues podía de ésta manera poner en orden sus pensamientos y analizar cada uno de los pasos que debía seguir para su Misión en Rusia. Movió su cuerpo hacia un costado para poder bajar de la cama, buscó sus pantuflas, tenía hambre, por lo que iría a hacer su desayuno.
Se sentía flojo, un tanto desganado, lo que simplemente atribuía a las incesables noches sin dormir a causa de las pesadillas, su cuerpo estaba realmente exhausto, pero su mente era algo completamente diferente, ya que esta no paraba en ningún instante de maquinar. Tal vez sería por su naturaleza, y, decir tal vez, era una forma que tenía de evadir la verdad, pues sabía que era así. Las pesadillas no eran más que recuerdos de su vida simple y mundana, una vida sin preocupaciones ni tribulaciones, donde sólo se dedicaba a ser un ser común y ordinario, donde tenía junto a él a su madre y todo era más sencillo. Sus labios se torcieron en una pequeña y fugaz sonrisa, pero no era de esas sonrisas de alegría, más bien era un tanto melancólica, la nostalgia, de añorar esos días dorados, rara vez llegaba a él, pero cuando lo hacía, calaba hondo.
Llegó a la cocina mirando a su alrededor, cuando se sentía desganado no le daban ganas de comer, pero su estomago reclamaba con grandes rugido por alguna clase de alimento. Abrió la nevera, sacó un poco de jugo y un yogurt, eso bastaría para mantenerle en pie el día completo, se dirigió lentamente al sillón que estaba en la sala, se echó en él mientras comía. Hizo hacia atrás su cabeza mientras pensaba en que hacer, “día aburrido, tarde aburrida”, pensó, esto siempre le pasaba en los cambios de estación, y él era alguien a quien le desagradaba sobre manera la primavera, con todas esas flores alergenicas a su alrededor, pero no por ello se encerraba en casa. Miró el reloj que estaba suspendido sobre la pared, aún era temprano, pero probablemente Nicholas ya se encontraría en el museo, el día anterior había comentado que iría a aquel lugar. Al ser sábado, sería fácil de convencer que salieran a algún sitio juntos. A Adrik no le gustaba estar con gente, pero si había una persona con la que sí le agradaba pasar el tiempo era con Nicholas, de algún modo tenía algo que le llamaba a estar con él.
Rápidamente subió a su habitación, se dio una pequeña ducha y luego se alisto para ir en busca de su amigo, él siempre era capaz de subir su ánimo, y, claramente, si se trataba de él, ya no sentía esa pesadez en el cuerpo. Una vez listo, salió de su casa rumbo al centro, seguía igual de cansado pero el sólo hecho de pensar que vería al mayor hacía que su ánimo subiera. Caminó lentamente por las calles de la ciudad, el día no estaba caluroso, lo que realmente agradecía, pues así el trayecto se le haría mucho más corto. Al llegar al museo, se dedicó a dar vuelta por los pasillos mirando las obras de arte que colgaban de las paredes, bonitos, realmente eran algo maravilloso, pero no llamaban su atención lo suficiente, pues estaba más concentrado en encontrar al mayor que ver tanta… extravagancia junta.
Se sentía flojo, un tanto desganado, lo que simplemente atribuía a las incesables noches sin dormir a causa de las pesadillas, su cuerpo estaba realmente exhausto, pero su mente era algo completamente diferente, ya que esta no paraba en ningún instante de maquinar. Tal vez sería por su naturaleza, y, decir tal vez, era una forma que tenía de evadir la verdad, pues sabía que era así. Las pesadillas no eran más que recuerdos de su vida simple y mundana, una vida sin preocupaciones ni tribulaciones, donde sólo se dedicaba a ser un ser común y ordinario, donde tenía junto a él a su madre y todo era más sencillo. Sus labios se torcieron en una pequeña y fugaz sonrisa, pero no era de esas sonrisas de alegría, más bien era un tanto melancólica, la nostalgia, de añorar esos días dorados, rara vez llegaba a él, pero cuando lo hacía, calaba hondo.
Llegó a la cocina mirando a su alrededor, cuando se sentía desganado no le daban ganas de comer, pero su estomago reclamaba con grandes rugido por alguna clase de alimento. Abrió la nevera, sacó un poco de jugo y un yogurt, eso bastaría para mantenerle en pie el día completo, se dirigió lentamente al sillón que estaba en la sala, se echó en él mientras comía. Hizo hacia atrás su cabeza mientras pensaba en que hacer, “día aburrido, tarde aburrida”, pensó, esto siempre le pasaba en los cambios de estación, y él era alguien a quien le desagradaba sobre manera la primavera, con todas esas flores alergenicas a su alrededor, pero no por ello se encerraba en casa. Miró el reloj que estaba suspendido sobre la pared, aún era temprano, pero probablemente Nicholas ya se encontraría en el museo, el día anterior había comentado que iría a aquel lugar. Al ser sábado, sería fácil de convencer que salieran a algún sitio juntos. A Adrik no le gustaba estar con gente, pero si había una persona con la que sí le agradaba pasar el tiempo era con Nicholas, de algún modo tenía algo que le llamaba a estar con él.
Rápidamente subió a su habitación, se dio una pequeña ducha y luego se alisto para ir en busca de su amigo, él siempre era capaz de subir su ánimo, y, claramente, si se trataba de él, ya no sentía esa pesadez en el cuerpo. Una vez listo, salió de su casa rumbo al centro, seguía igual de cansado pero el sólo hecho de pensar que vería al mayor hacía que su ánimo subiera. Caminó lentamente por las calles de la ciudad, el día no estaba caluroso, lo que realmente agradecía, pues así el trayecto se le haría mucho más corto. Al llegar al museo, se dedicó a dar vuelta por los pasillos mirando las obras de arte que colgaban de las paredes, bonitos, realmente eran algo maravilloso, pero no llamaban su atención lo suficiente, pues estaba más concentrado en encontrar al mayor que ver tanta… extravagancia junta.
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Adrik Korovin
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Re: [[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
-Llevaba ya un considerable rato en el museo y pensaba a momentos en si a Adrik le habría sucedido algo para que se tardase en llegar, lo que resultaba ser desesperante. El lugar estaba lleno como de costumbre debido a sus interesantes exhibiciones, lo que hacía mucho más difícil que pudiera el menor encontrarlo y motivo mayor para que Nicholas comenzara a realizar su propia búsqueda, recorriendo con lentitud los diferentes pasillos mientras también aprovechaba para tomar algunas fotografías y aprender el recorrido que darían más tarde una vez se encontraran.
Todos creían que el museo era un lugar sumamente aburrido, pero lejos de aquello se trataba de un sitio interesante para seres como ellos, para aquellos acostumbrados a investigar sobre la evidencia existencial de otras razas e incluso de aquellas que alguna vez existieron y hoy en día se encontraban extintas.
A momentos se aburría y los gritos infantiles de las excursiones pertenecientes a los diversos colegios, resultaban abrumadores mientras un tranquilo Nicholas intentaba vigilar las entradas y algún rostro familiar. Estaba en eso cuando de la nada lo vio por uno de los pasillos y de inmediato decidió "Darle caza" antes de que acabase extraviado y les tomara una hora el volver a encontrarse... ¿Qué podía decir? Estaba acostumbrado a ese aroma, que para él resultaba dulce y ese calor que para su sangre fría resultaba acogedor. Era imposible que le perdiera la pista por lo que tras unos cien metros termino a sus espaldas, mientras Adrik parecía inspeccionar el lugar también buscándolo; algo que ciertamente esperaba y es que sabía el jamás lo dejaría solo en un sitio como aquel. Aquel salón se encontraba prácticamente vacío y se trataba de una muestra en el planetarium por lo que a momentos quedaban completamente a oscuras mientras las diferentes constelaciones se dibujaban en el cielo creando un hermoso espectáculo.
Sus pasos se aproximaron con cierto sigilo tras su amigo y simplemente con total suavidad, sus manos lo rodearon por la cintura desde la espalda aferrándolo con sutileza a su cuerpo mientras sus labios quedaban a la altura de su cuello. Acarició con delicadeza su abdomen mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios y un impulso impensado, acabo por que depositara un beso en su cuello ¿un beso de amigos? Eso estaba difícil de definir pues su relación era algo casi incomprensible para muchos, pero se acercaba demasiado a la amistad y quizás a algo más-.
Te extrañé demasiado... ¿Cómo me dejas en esta ciudad sin ti? Sabes que soy pésimo viviendo solo y mucho más llevando mi vida. -Susurró a su oído mientras esbozaba una sonrisa sin soltar su agarre aunque podía notar como algunas personas los observaban ¿Qué importaba eso? Era simplemente una muestra de afecto que quería darle, una muestra de lo mucho que había extrañado su cercanía y cuan vacío resultaba una solitaria vida en moscú. No quiso ahondar pues estaba casi seguro que Adrik no lo estaba pasando mal, pero si habían quedado por teléfono era que algo no andaba del todo bien-.
Dime... ¿No merezco acaso un beso?
-Reclamó sin más aflojando aquel agarre pero sólo lo necesario para permitir que el contrario pudiera girarse en el arco que conformaban las manos del mayor en su cintura. Tendrían aquella tarde para ellos solos, para sus asuntos y poder hablar cuanto quisieran, además de Nicholas averiguar unas cuantas cosas que necesitaba saber, esperando esta vez no perder el contacto con Adrik por tanto tiempo y es que debía admitir que él era un poco mal humorado y quizás el menor no lo comprendía pero ¿Qué podía hacer?Le gustaba tenerlo cerca, simplemente le alegraba el día y sentía que las cosas se hacían mucho más sencillas si él estaba, algo que jamás comprendería del todo pero que siempre había escuchado "Hay gente que nos soluciona la vida" y aunque no fuera eso... Pensar en algo más también era una posibilidad con la que más de alguna oportunidad había fantaseado-.
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Nicholas Langley
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Re: [[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
Niños, odiaba a los niños, y este lugar parecía una convención de niños de secundaría, con sus bromas tontas y sus risas estridentes. ¿Es que acaso sus madres no les habían enseñado a comportarse en público?. Para Adrik, el museo debía ser un lugar de silencio, y, justamente, había carteles por todas las salas que lo indicaba. Caminaba tratando de no prestar mayor atención a los comentarios de los críos que estaban a su alrededor, “parece un vampiro” llegó a sus agudos oídos mientras avanzaba a grandes zancadas por los corredores, su sonrisa de lado, mezcla de travesura y cinismo, apareció al oír aquello, si en realidad supieran que podía llegar a ser mucho más peligroso que un vampiro, ni siquiera se tomarían el tiempo de fijarse en su persona.
La sala del planetario llamaba su atención, siempre había pensado que existe vida fuera de este planeta, así como existen diferentes razas en este mundo debían existir vida más allá de la tierra. Por fortuna, esta sala estaba casi vacía, ya no habían tantas nenas gritando "oppa" a sus compañeritos de clase, y eso era un real alivio, pues en algún momento pensó que sus oídos estallarían por tanto chillido junto. Paró un momento para prestar atención a las constelaciones que se dibujaban, eran realmente hermosas, sus colores, sus formas, amorfas, tal vez en muchos sentidos, pero si así estaban hechas era porque en el fondo debían ser de aquel modo. ¿Existiría alguna clase de patrón en ellas? Era algo que siempre se había preguntado, mas, estaba seguro, que el orden relativo y lógico de cada cosa, tenía un eje que hacía posible la vida, y, además, que daba sentido a todos los universos paralelos que podían existir. Sonrió de manera ladina, pues siempre que su mente comenzaba a divagar sobre el por qué de las cosas, terminaba perdiendo el sentido del espacio y tiempo, su burbuja personal se activada y entraba en un modo de letargo que sólo le permitía escuchar, ver y sentir, lo que su mente estaba dispuesto a enseñarle. Su concentración hacia lo que le rodeaba se perdiera, y, en cierta manera, se transformaba en presa fácil para cualquiera que quisiera atacarle, aunque estaba completamente seguro que aquellas pocas personas que circulaban a su alrededor, no pensarían en hacerle algún tipo de daño.
"Nicholas" pensó mientras sus manos se aferraban a la baranda metálica que separaba la fila de asientos con la del corredor. Estaba seguro que el mayor debía encontrarse cerca, pues, en los pensamientos de las chiquillo lo había visto pasar más de una vez de forma fugaz. De pronto sintió como unas manos se aferraban a su abdomen, y, pronto, ese conocido olor se hizo presente llenando por completo sus fosas nasales. Como acto reflejo, sus manos subieron a tomar las del chico, entrelazando así sus falanges. El beso en el cuello le causó un escalofrío que recorrió por completo su columna vertebral, haciendo que su este se moviese hacia el lado contrario para darle espacio. Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios de Adrik, pues ese chico, que le mantenía pegado a su cuerpo, le producía un sin fin de sensaciones, además hacia que su corazón se desbocara por completo dentro de su pecho, estaba claro que eran amigos, o ¿quizás no?
- Lo siento, soy un desconsiderado, sabes que te echo de menos a cada segundo que no estás cerca de mí - dijo con una sonrisa en los labios, había pensado un sin fin de veces en decirle que simplemente se mudara con él, así no estaría solo y podría cuidar del mayor, pero la verdad es que le daba un poco de vergüenza hacerlo - juro que no te dejaré solo nunca más - espetó antes de morder ligeramente su labio inferior. El chico le ponía nervioso de una manera increíble, pero a su vez le gustaba su cercanía, no se sentía incómodo ni presionado a comportarse de alguna forma especial, sino que podía permitirse la libertad de ser él, sin trabas ni tapujos, sólo él, Adrik.
Al escuchar la pregunta, su corazón se detuvo por unos instantes, ¿no merecía un beso? Merecía todos los besos que sus labios pudieran dar, todos los besos de su vida, merecía todo lo que él quisiera. Lentamente soltó las manos del mayor para poder girarse, no quería separarse del cuerpo de este, le miró a los ojos regalandole una sonrisa traviesa, luego de eso le besó en la punta de la nariz de forma delicada - claro que mereces un beso - dijo antes de morder unos instantes su labio inferior, le miró a los ojos y lentamente dejó que sus belfos buscaran los del más alto, no se podía resistir al imán que tenía el mayor, era como si mágicamente, necesitara pegarse a él.
La sala del planetario llamaba su atención, siempre había pensado que existe vida fuera de este planeta, así como existen diferentes razas en este mundo debían existir vida más allá de la tierra. Por fortuna, esta sala estaba casi vacía, ya no habían tantas nenas gritando "oppa" a sus compañeritos de clase, y eso era un real alivio, pues en algún momento pensó que sus oídos estallarían por tanto chillido junto. Paró un momento para prestar atención a las constelaciones que se dibujaban, eran realmente hermosas, sus colores, sus formas, amorfas, tal vez en muchos sentidos, pero si así estaban hechas era porque en el fondo debían ser de aquel modo. ¿Existiría alguna clase de patrón en ellas? Era algo que siempre se había preguntado, mas, estaba seguro, que el orden relativo y lógico de cada cosa, tenía un eje que hacía posible la vida, y, además, que daba sentido a todos los universos paralelos que podían existir. Sonrió de manera ladina, pues siempre que su mente comenzaba a divagar sobre el por qué de las cosas, terminaba perdiendo el sentido del espacio y tiempo, su burbuja personal se activada y entraba en un modo de letargo que sólo le permitía escuchar, ver y sentir, lo que su mente estaba dispuesto a enseñarle. Su concentración hacia lo que le rodeaba se perdiera, y, en cierta manera, se transformaba en presa fácil para cualquiera que quisiera atacarle, aunque estaba completamente seguro que aquellas pocas personas que circulaban a su alrededor, no pensarían en hacerle algún tipo de daño.
"Nicholas" pensó mientras sus manos se aferraban a la baranda metálica que separaba la fila de asientos con la del corredor. Estaba seguro que el mayor debía encontrarse cerca, pues, en los pensamientos de las chiquillo lo había visto pasar más de una vez de forma fugaz. De pronto sintió como unas manos se aferraban a su abdomen, y, pronto, ese conocido olor se hizo presente llenando por completo sus fosas nasales. Como acto reflejo, sus manos subieron a tomar las del chico, entrelazando así sus falanges. El beso en el cuello le causó un escalofrío que recorrió por completo su columna vertebral, haciendo que su este se moviese hacia el lado contrario para darle espacio. Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios de Adrik, pues ese chico, que le mantenía pegado a su cuerpo, le producía un sin fin de sensaciones, además hacia que su corazón se desbocara por completo dentro de su pecho, estaba claro que eran amigos, o ¿quizás no?
- Lo siento, soy un desconsiderado, sabes que te echo de menos a cada segundo que no estás cerca de mí - dijo con una sonrisa en los labios, había pensado un sin fin de veces en decirle que simplemente se mudara con él, así no estaría solo y podría cuidar del mayor, pero la verdad es que le daba un poco de vergüenza hacerlo - juro que no te dejaré solo nunca más - espetó antes de morder ligeramente su labio inferior. El chico le ponía nervioso de una manera increíble, pero a su vez le gustaba su cercanía, no se sentía incómodo ni presionado a comportarse de alguna forma especial, sino que podía permitirse la libertad de ser él, sin trabas ni tapujos, sólo él, Adrik.
Al escuchar la pregunta, su corazón se detuvo por unos instantes, ¿no merecía un beso? Merecía todos los besos que sus labios pudieran dar, todos los besos de su vida, merecía todo lo que él quisiera. Lentamente soltó las manos del mayor para poder girarse, no quería separarse del cuerpo de este, le miró a los ojos regalandole una sonrisa traviesa, luego de eso le besó en la punta de la nariz de forma delicada - claro que mereces un beso - dijo antes de morder unos instantes su labio inferior, le miró a los ojos y lentamente dejó que sus belfos buscaran los del más alto, no se podía resistir al imán que tenía el mayor, era como si mágicamente, necesitara pegarse a él.
Adrik Korovin
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Re: [[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
-En cierto modo Nicholas odiaba los lugares demasiado concurridos, pero con el pasar de los años había logrado apreciarlos en cierto modo y es que entre la muchedumbre por más extraño que se fuera; Podría cualquiera pasar desapercibido entra distintas voces y colores. Al mayor le encantaban los juegos, sobre todo aquellos que conllevaban ese tono especial que lograban junto a Adrik, en donde la presa realmente se convertía en el verdadero cazador, como sucedía exactamente en aquel momento en que el menor frente a él y entre sus brazos, comenzaba aquel recurrente jugo de insinuaciones correspondidas en el que ambos muchas veces comentaban ciertas cosas que eran mucho más sencillas decir de aquella forma que en una más directa y fría.
Cuando el menor en forma directa decidió corresponder a la petición que Nicholas planteaba, fue él mismo quien decidió corresponder sin pensarlo dos veces ¿Cómo negarse a hacerlo? si decir que Adrik le encantaba era poco comparado con las constantes ansias de tenerlo cerca, de sentirlo junto a él sin poner más distancia innecesaria entre ambos-.
-Sus labios parecieron transmitir electricidad o algo sumamente similar al percibir aquella calidez deliciosa, aquella sutil dulzura que parecía provenir del mismo lugar que aquella mirada que de tanto en tanto se posaba sobre él y que distaba mucho de aquella fría y golpeadora que el contrario solía dedicar a los demás, pese a que no era un muchacho que tuviera una extrema conducta odiosa y un marcado desprecio por la mayoría de las personas. Adrik no era así o al menos con Nicholas no lo era, lo que el mayor agradecía pues en su compañía sentía una profunda tranquilidad, tanto que había con el paso del tiempo creado cierto sentido de pertenencia a su cercanía, tal cual se crea en un hogar o en alguien a quien se le profesan profundos sentimientos como era este el caso. Profundos y de los cuales en muy pocas ocasiones llegaban a hablar, debido quizás a una excesiva timidez a tratar aquel tipo de situaciones pues para ninguno de los dos era un secreto que entre ambos existía una innegable atracción y un afecto profundo que con el tiempo había derivado en algo que probablemente era ¿Amor?-.
-Ladeó apenas su rostro atrapando los labios ajenos, succionando con suavidad y mordisqueando mientras sus manos lo mantenían con firmeza cerca suyo, dejando que sus dedos acariciaran su cintura en forma ligera pero a la vez posesiva, como si quisiera susurrarle que así deseaba mantenerlo; siempre cerca suyo, suyo.
Su lengua son cierta sutileza humedeció rasante el labio inferior ajeno, al momento casi exacto que se apartó con suerte unos milímetros para recobrar el aliento, no debido a que quisiera hacerlo si no a la mala suerte de que tuviera que vivir de oxígeno y no de los besos que emanaban para él desde aquellos labios ya tan suyos.
Sonrió necio negando pues por decirlo menos, se encontraba en extremo feliz de tenerlo consigo y de que aquel encuentro se hubiera llevado a cabo, pese al ruidoso lugar que probablemente habría escogido y que estaba casi seguro de que a Adrik no le haría demasiada gracia-.
Pensé por unos instantes que quizás no vendrías... Se que no te agradan demasiado los lugares concurridos, pero debemos ser cuidadosos y en un sitio así estamos mucho más seguros que en un lugar solitario.
-Debía por ambos ser en extremo cuidadoso, sobre todo por los últimos acontecimientos que indicaban extrañas apariciones de seres que la gente como él mismo y Adrik catalogaban como "Otros". Le cogió de la mano entrelazando sus dedos y entonces jaló con suavidad para que comenzaran a caminar lentamente para abandonar la oscuridad del planetarium y comenzar un improvisado recorrido, que más que eso era el inicio de una agradable charla entre ambos y quizás algo más. -.
Necesito que hablemos de algo, se trata de algo importante y que viene dando vueltas en mi cabeza un tiempo considerable... Tiene que ver con que vivas demasiado lejos y en verdad es algo que me molesta, eso de tener que quedar para vernos de tanto en tanto sólo por vivir demasiado lejos.
-Replicó mientras su mirada se desviaba cada tanto a atrapar la atención del menor, en tanto pausaban sus pasos cada cierto tiempo frente a alguna enorme vitrina que contenía una de las tantas exhibiciones del museo mas no para apreciar esta, si no para continuar en tranquilidad con su charla en forma "Encubierta".-.
Quisiera proponerte que nos mudemos juntos... No a mi departamento ni al tuyo, que busquemos algo en otro lugar ¿Qué opinas?.
-Preguntó mientras apoyaba su mano libre en el cristal frente a ambos y desviaba su mirada hasta alcanzar la ajena, quizás algo ansioso por la respuesta que podría tener por parte del menor pues con toda sinceridad deseaba poder afianzar en cierto modo los sentimientos que ya existían entre ambos, pero que se mantenían en baja latencia usualmente por causa de la involuntaria lejanía que ambos mantenían en su vida diaria-.
Nicholas Langley
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Re: [[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
“Nicholas” pensó mientras su mirada se cruzaba con la ajena. ¿Podía acaso existir un ser más perfecto que aquel joven de cabellos castaños y tez trigueña?, en verdad dudaba que eso pudiera pasar, mas no porque no existiese alguien que le superara en lo físico, si no más bien porque aquel joven alto le complementaba al cien por ciento. Adrik no era una persona muy parlanchina, y siempre disfrutaba de la soledad, pues le daba espacio a pensar y planear cada uno de sus movimientos, pero eso no le importaba en lo absoluto cuando el mayor estaba cerca. Su trabajo no era algo sencillo, y mucho menos podía ir por la vida gritando a los cuatro vientos, sin ningún tipo de precausión, a qué se dedicaba; pero aquel día lo único que inundaba sus pensamientos era Nicholas, él era capaz de llamar su atención por sobre todas las cosas que le rodeaban con sólo una mirada, acallaba las insesantes voces en su cabeza con su sola presencia, le hipnotizaba, le hechizaba de tal forma que todo lo demás pasaba a segundo plano si era él quien le hacía compañía.
Sus labios, sus labios eran perfectos, cálidos y enviciantes. Estaba seguro que podría vivir prendado a esos labios por el resto de su vida, eran como una adicción, su droga, y una droga de la cual no quería ser rehabilitado, pues era de esas que calmaban toda clase de dolor, una que arrancaba sonrisas desde sus labios de la nada, una que, poco a poco, se había transformado en su necesidad. Pasó sus manos por los hombros del mayor, déjando que estos acariciaran la estructura ósea por sobre la tela, finalmente se posaron en la parte trasera del cuello ajeno para así enredar sus falanges en los cabellos de su acompañante. Su lengua, algo tímida, buscó la de su compañero, propiciandole suaves masajes en los que se iba adentrando a la boca ajena. Unos segundos antes de que se separase de aquellos perfectos labios, sus dientes atraparon el belfo inferior del mayor dándole una suave mordida. Un suspiro salió desde lo más profundo de su pecho cuando se separó de su droga y tuvo que, finalmente, abrir los ojos.
Poco a poco su burbuja personal se desactivó y todo el ruido alrededor de ellos llegó a sus oídos. Las palabras del mayor eran ciertas, pensó en no asistir, pues no le hacía gracia tener que aguantar a la gente y sus problemas mundanos, pero ¿Cómo podría dejarle platando? Era algo que no se podía permitir, pues no estaba en su naturaleza, aunque sabía que esto era sólo una excusa, pues la verdadera razón era que necesitaba verle, como las platas necesitan al sol, él necesitaba a Nicholas. Una sonrisa ladina se escapó de sus labios justo antes de contestar, su mente trabajaba inclusive más rápido de lo que él se podía imaginar, y su boca repetía a cabalidad cada una de las palabras que su mente generaba – No me gusta la gente en masa, y eso lo sabes, pero no te iba a dejar plantado por nada del mundo, luego te encuentras con una de esas crías hormonales que andan rondando y te empiezan a gritar “¡oppa!, ¡oppa!, ¡saranghaehyo!, ¡Marry me!” – Dijo imitando a las escolares que pasaban por las salas del museo – en verdad creo que eso hubiese sido mucho más peligroso y traumante que si te hubieses encontrado con un lobito – dijo finalmente para soltar una pequeña carcajada, pues ya había generado en su mente aquella escena y estaba seguro que verlo de esa forma hubiese causado que se tirase al suelo a reír a carcajadas de la pobre niña ilusa.
Entrelazó los dedos con los de su mayor cuando este lo hizo, así salió con él a recorrer el museo. Ahora que estaba con él ya no le parecía tan perturbadora la actitud de los escolares que deambulaban por el lugar, ahora tenía algo imortante entre manos, tenía al pelinegro y su calma, que hacía que todo el estruendo que les anidaba se quedara en silencio y sólo se escuchara la voz de su acompañante. Miraba las estanterías sin mucho interés, pues realmente le prestaba atención a las palabra que el mayor decía. Vivían lejos, era cierto, uno a cada extremo de la ciudad, como si tuviesen que proteger los límites de esta, pero no era así, y, aunque fuera el caso, siempre podían hacer un mejor trabajo si es que estaban cerca el uno del otro. Una sonrisa traviesa apareció en sus labios mientras le escuchaba, su dedo pulgar acarició el dorso de la mano contraria mientras miraba una vitrina que contenía armas, una de sus pasiones – Quizás – dijo haciendo una pausa para fijarse en un revolver que parecía bastante antiguo y oxidado, cómo si hubiese estado expuesto a un clima con demasiada sal en él, pues el color verdoso del metal lo reflejaba claramente – Deberías aprender a teletransportarte – finalizó para luego buscar con su mirada la del mayor y regalarle una cálida sonrisa.
En verdad lo que Adrik añoraba era tenerle cerca día y noche, poder compartir a diario con él y no unas cuantas horas cada semana; eso no le bastaba, era un tanto acaparador pero todo tenía sentido para él cuando el trigueño se encontraba cerca. Siguió caminando con esa sonrisa en los labios mientras alternaba su mirada entre las estanterías y su acompañante que, por cierto, lo tenía embobado. Al escuchar su propuesta se quedó parado y automáticamente buscó la mirada del mayor, ¿Estaba bromeando acaso? Pues Adrik jamás diría que no a aquella propuesta, lo más curioso de todo es que desde hace algunos días había estado buscando un apartamento en el centro de la ciudad, pues en algún minuto pensó en pedirle al mayor que se mudara con él. Sonrió de forma amplia para luego, sin pensarlo, acortar la distancia que existía entre su boca y la ajena, tan sólo por unos breves segundos, los suficientes para que el mayor entendiera que era una forma de expresar su felicidad – Me parece exelente – dijo mientras se alejaba un poco de los belfos ajenos – yo te iba a pedir que te mudases conmigo cuando encontrara un lugar en el centro de la ciudad – confesó para luego volver a sonreír. Aquel día Adrik estaba demasiado feliz, cosa que era bastante extraña en él y, estaba seguro que al llegar a casa, sus mejillas dolerían de tanta sonrisa junta que le había dedicado al mayor, pero no le importaba porque saber que pronto lo tendría a diario para él hacía que su día ya fuese mejor de lo planeado.
Sus labios, sus labios eran perfectos, cálidos y enviciantes. Estaba seguro que podría vivir prendado a esos labios por el resto de su vida, eran como una adicción, su droga, y una droga de la cual no quería ser rehabilitado, pues era de esas que calmaban toda clase de dolor, una que arrancaba sonrisas desde sus labios de la nada, una que, poco a poco, se había transformado en su necesidad. Pasó sus manos por los hombros del mayor, déjando que estos acariciaran la estructura ósea por sobre la tela, finalmente se posaron en la parte trasera del cuello ajeno para así enredar sus falanges en los cabellos de su acompañante. Su lengua, algo tímida, buscó la de su compañero, propiciandole suaves masajes en los que se iba adentrando a la boca ajena. Unos segundos antes de que se separase de aquellos perfectos labios, sus dientes atraparon el belfo inferior del mayor dándole una suave mordida. Un suspiro salió desde lo más profundo de su pecho cuando se separó de su droga y tuvo que, finalmente, abrir los ojos.
Poco a poco su burbuja personal se desactivó y todo el ruido alrededor de ellos llegó a sus oídos. Las palabras del mayor eran ciertas, pensó en no asistir, pues no le hacía gracia tener que aguantar a la gente y sus problemas mundanos, pero ¿Cómo podría dejarle platando? Era algo que no se podía permitir, pues no estaba en su naturaleza, aunque sabía que esto era sólo una excusa, pues la verdadera razón era que necesitaba verle, como las platas necesitan al sol, él necesitaba a Nicholas. Una sonrisa ladina se escapó de sus labios justo antes de contestar, su mente trabajaba inclusive más rápido de lo que él se podía imaginar, y su boca repetía a cabalidad cada una de las palabras que su mente generaba – No me gusta la gente en masa, y eso lo sabes, pero no te iba a dejar plantado por nada del mundo, luego te encuentras con una de esas crías hormonales que andan rondando y te empiezan a gritar “¡oppa!, ¡oppa!, ¡saranghaehyo!, ¡Marry me!” – Dijo imitando a las escolares que pasaban por las salas del museo – en verdad creo que eso hubiese sido mucho más peligroso y traumante que si te hubieses encontrado con un lobito – dijo finalmente para soltar una pequeña carcajada, pues ya había generado en su mente aquella escena y estaba seguro que verlo de esa forma hubiese causado que se tirase al suelo a reír a carcajadas de la pobre niña ilusa.
Entrelazó los dedos con los de su mayor cuando este lo hizo, así salió con él a recorrer el museo. Ahora que estaba con él ya no le parecía tan perturbadora la actitud de los escolares que deambulaban por el lugar, ahora tenía algo imortante entre manos, tenía al pelinegro y su calma, que hacía que todo el estruendo que les anidaba se quedara en silencio y sólo se escuchara la voz de su acompañante. Miraba las estanterías sin mucho interés, pues realmente le prestaba atención a las palabra que el mayor decía. Vivían lejos, era cierto, uno a cada extremo de la ciudad, como si tuviesen que proteger los límites de esta, pero no era así, y, aunque fuera el caso, siempre podían hacer un mejor trabajo si es que estaban cerca el uno del otro. Una sonrisa traviesa apareció en sus labios mientras le escuchaba, su dedo pulgar acarició el dorso de la mano contraria mientras miraba una vitrina que contenía armas, una de sus pasiones – Quizás – dijo haciendo una pausa para fijarse en un revolver que parecía bastante antiguo y oxidado, cómo si hubiese estado expuesto a un clima con demasiada sal en él, pues el color verdoso del metal lo reflejaba claramente – Deberías aprender a teletransportarte – finalizó para luego buscar con su mirada la del mayor y regalarle una cálida sonrisa.
En verdad lo que Adrik añoraba era tenerle cerca día y noche, poder compartir a diario con él y no unas cuantas horas cada semana; eso no le bastaba, era un tanto acaparador pero todo tenía sentido para él cuando el trigueño se encontraba cerca. Siguió caminando con esa sonrisa en los labios mientras alternaba su mirada entre las estanterías y su acompañante que, por cierto, lo tenía embobado. Al escuchar su propuesta se quedó parado y automáticamente buscó la mirada del mayor, ¿Estaba bromeando acaso? Pues Adrik jamás diría que no a aquella propuesta, lo más curioso de todo es que desde hace algunos días había estado buscando un apartamento en el centro de la ciudad, pues en algún minuto pensó en pedirle al mayor que se mudara con él. Sonrió de forma amplia para luego, sin pensarlo, acortar la distancia que existía entre su boca y la ajena, tan sólo por unos breves segundos, los suficientes para que el mayor entendiera que era una forma de expresar su felicidad – Me parece exelente – dijo mientras se alejaba un poco de los belfos ajenos – yo te iba a pedir que te mudases conmigo cuando encontrara un lugar en el centro de la ciudad – confesó para luego volver a sonreír. Aquel día Adrik estaba demasiado feliz, cosa que era bastante extraña en él y, estaba seguro que al llegar a casa, sus mejillas dolerían de tanta sonrisa junta que le había dedicado al mayor, pero no le importaba porque saber que pronto lo tendría a diario para él hacía que su día ya fuese mejor de lo planeado.
Adrik Korovin
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Re: [[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
-Cuando el menor respondió en forma positiva ante su propuesta, la sonrisa en el rostro de Nicholas fue evidente, lo que llevó a que su mano libre fuese a la quijada del contrario tomando esta con delicadeza tan sólo para darse la oportunidad de robar un beso ajeno de aquellos labios tan deseados. Fue un contacto efímero, pero no menos carente de calidez en el cual aprovechó de demostrarle a Adrik lo mucho que le gustaba su compañía y aún más el hecho de ahora poder vivir junto a él.
La mayoría de los "Otros" no eran mucho de juntarse o crear grupos y mucho menos demostrar una camaradería genuina, pero algo extraño siempre le había ocurrido con aquel muchacho pues desde un inicio se había prendado de él, siendo en primera instancia sólo como un amigo pero con con el paso del tiempo derivo en un importante apoyo, que se resolvió como la persona en quien vertió sus secretos y sentimientos, probablemente quien más cercano a él había sido en toda su vida y motivo principal por el que anhelaba tenerlo cerca.
Volvió a alejarse del muchacho manteniendo el agarre en su mano pero esta vez posando aquella libre en el barandal ante ambos, justo frente a aquella enorme vitrina de la exposición que se encontraba ante ellos-.
Me alegra saber que también era una posibilidad que hubieses barajado, pues no sería justo que sólo lo hicieras por darme en el gusto. Además será mejor para ambos ¿No lo crees? Así dejaremos este tipo de encuentros que siempre acaba haciéndose cortos y simplemente podremos salir de casa juntos a algún sitio, sin preocuparnos de la hora ni ese tipo de cosas como cuando llega la hora de despedirse. -Expresó con completa sinceridad mientras se acercaba tanto como podía hasta Adrik, tanto hasta que podía sentir su respiración resoplar contra sus labios mientras su mirada no se apartaba de aquella sonrisa y esas ansias inmensurables de comerle la boca, de comérsela hasta que aquellos labios se enrojecieran debido a sus besos, las suaves succiones y mordidas que pudiera propinarle. No resultaba complejo comprender a Nicholas tomando en cuenta que la atracción no era algo que sólo afectara a los humanos, pues muchos de los "suyos" sentían que aquella clase de sentimientos eran una especie de aberración y quizás un mero intento de copiar a los humanos en lo que se solía considerar banales actitudes-.
¿Sabes? Los Rusos son personas muy frías según algunos extranjeros, pero tiene mucho que ver con el modo en que ellos ven el mundo y la vida. Es ese tipo de gente que no le importa lo que sucede en la vida del otro, algo que no sabría definir como bueno o malo... Aún así no me logro acostumbrar a su comida, sinceramente es repugnante hahahah -Bromeó risueño mientras su mirada se desviaba a momentos entre los orbes contrarios, sus labios y en como el museo comenzaba a vaciarse quizás debido a que el horario escolar estaba próximo a su fin, por lo que las multitudes de estudiantes empezaban a desalojar las instalaciones y con ello el silencio empezaba lentamente a convertirse en el amo y señor del edificio. Era agradable saber que la calma que retornaba les brindaba algo de intimidad, la que claramente pensaba aprovechar, dando gracias de que su amena charla ya no fuera más eclipsada por los gritos y carreras de los joviales visitantes, quienes no tardaron en desalojar casi por completo las instalaciones acabando por dejar un paraje casi desértico, en el que los susurros de ambos jóvenes parecían un silbido que retumbaba sobre las vitrinas-. Cuando gustes podemos ir quedar para ver algún departamento, pues no tengo mucho que mudar... Sólo una bolsa con algo de ropa y creo que eso sería todo. Lo cierto es que no estaba convencido de instalarme del todo aún, pero aquel pensamiento a cambiado hasta hace poco.
Nicholas Langley
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Re: [[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
Las cosas no podían ir de mejor manera para el cuervo, Nicholas era la única persona que realmente deseaba tener cerca, la demás gente que circulaba por su vida no eran más que simples marionetas a las cuales utilizaba según su conveniencia, aunque no era algo que le gustase, simplemente eran la clase de cosas que debía hacer por su trabajo y para sobrevivir. Posó su mirada sobre la del pelinegro por unos instantes, sin poder evitarlo, una sonrisa se dibujó en sus labios, el sólo hecho de pensar que podría tenerle a diario para él le mejoraba el ánimo, pues todo era mejor cuando él estaba cerca.
Mantuvo entrelazados sus dedos con los del mayor, aún no podía dejar de mirarle, sus ojos siempre se perdían en la profundidad de los ajenos, sonrió de manera fugaz al escuchar las palabras contrarias, en verdad el asunto de la hora era demasiado molesto para él, tener que separarse era siempre una gran frustración ya que, a pesar que no le gustaba tener compañía y disfrutaba a cada segundo sus momentos de soledad, estar con el mayor siempre era un agrado y las horas junto a él parecían volar. Mordió su labio inferior de manera deliberada, pues tenerlo así de cerca hacía que su estomago experimentase sensaciones que los simples humanos describían como “mariposas”, pero estaba seguro que en su caso debían de ser murciélagos, o algo parecido, porque hasta lograban hacerle perder la noción del tiempo. – Dormir juntos …. – susurró muy bajo, de manera que sólo el mayor le pudiera escuchar, pues ese era una de sus cosas favoritas, poder abrazarse del mayor por la noche y escuchar su respiración. Sin pensarlo, atrapó el labio inferior ajeno con sus dientes antes de darle un corto beso, pues realmente ya estaba todo dicho sobre el tema, ambos querían vivir juntos y así iba a ser.
Le miró con atención mientras hacia la analogía sobre los rusos, hizo un mohín con su boca pues su pensamiento podía ser un poco diferente al del mayor – La verdad es que creo que todas las culturas tienen su propias costumbres y tradiciones que les hacen comportarse de tal o cual manera – dijo pensando un poco sobre el asunto – por ejemplo, tu no te puedes acostumbrar a su comida, sin embargo aún la comes aunque no te guste. Hay gente que simplemente por ser comida diferente, dice que no le gusta, sin siquiera probar su olor y su sabor, simplemente rechazan lo desconocido por miedo al cambio, y eso aplica a todo orden de cosas. Los humanos, en general, son personas que se rigen por sus hábitos y cuando algo llega a cambiar su esquema lo rechazan por miedo a cambiar la vida como la llevan en ese minuto, porque son cómodos – dijo sonriendo al chico que tenía en frente – por ejemplo – mencionó mirando a dos niñas que corrían por el salón hacia la salida – cuando el periodo de escolaridad de esas niñas acabe, van a tener serios problemas de madures, pues se darán cuenta que el mundo de los adultos no les acomoda, porque las responsabilidades son mayores y querrán por siempre ser niñas – dijo antes de abrazarse lentamente a él para poder susurrar en su oído – Quédate en mi casa hoy, te haré algo de comida que no sea repugnante – susurró para luego atrapar el lóbulo de la oreja contraria.
Mantuvo entrelazados sus dedos con los del mayor, aún no podía dejar de mirarle, sus ojos siempre se perdían en la profundidad de los ajenos, sonrió de manera fugaz al escuchar las palabras contrarias, en verdad el asunto de la hora era demasiado molesto para él, tener que separarse era siempre una gran frustración ya que, a pesar que no le gustaba tener compañía y disfrutaba a cada segundo sus momentos de soledad, estar con el mayor siempre era un agrado y las horas junto a él parecían volar. Mordió su labio inferior de manera deliberada, pues tenerlo así de cerca hacía que su estomago experimentase sensaciones que los simples humanos describían como “mariposas”, pero estaba seguro que en su caso debían de ser murciélagos, o algo parecido, porque hasta lograban hacerle perder la noción del tiempo. – Dormir juntos …. – susurró muy bajo, de manera que sólo el mayor le pudiera escuchar, pues ese era una de sus cosas favoritas, poder abrazarse del mayor por la noche y escuchar su respiración. Sin pensarlo, atrapó el labio inferior ajeno con sus dientes antes de darle un corto beso, pues realmente ya estaba todo dicho sobre el tema, ambos querían vivir juntos y así iba a ser.
Le miró con atención mientras hacia la analogía sobre los rusos, hizo un mohín con su boca pues su pensamiento podía ser un poco diferente al del mayor – La verdad es que creo que todas las culturas tienen su propias costumbres y tradiciones que les hacen comportarse de tal o cual manera – dijo pensando un poco sobre el asunto – por ejemplo, tu no te puedes acostumbrar a su comida, sin embargo aún la comes aunque no te guste. Hay gente que simplemente por ser comida diferente, dice que no le gusta, sin siquiera probar su olor y su sabor, simplemente rechazan lo desconocido por miedo al cambio, y eso aplica a todo orden de cosas. Los humanos, en general, son personas que se rigen por sus hábitos y cuando algo llega a cambiar su esquema lo rechazan por miedo a cambiar la vida como la llevan en ese minuto, porque son cómodos – dijo sonriendo al chico que tenía en frente – por ejemplo – mencionó mirando a dos niñas que corrían por el salón hacia la salida – cuando el periodo de escolaridad de esas niñas acabe, van a tener serios problemas de madures, pues se darán cuenta que el mundo de los adultos no les acomoda, porque las responsabilidades son mayores y querrán por siempre ser niñas – dijo antes de abrazarse lentamente a él para poder susurrar en su oído – Quédate en mi casa hoy, te haré algo de comida que no sea repugnante – susurró para luego atrapar el lóbulo de la oreja contraria.
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Re: [[ Privado || You are here! || Nicolas Langley ]]
-¿Cómo podría resumir lo que aquel chico le hacía sentir? Era simplemente abismante, casi inexplicable la forma en que siempre ambos encontraban la manera de acercarse al otro, de provocar caricias y roses sutiles pero que escondían la intención de algo mucho más intenso... En aquel momento en que sintió como el contrario atrapó el lóbulo de su oreja entre sus labios, pareció derretirse unos segundos y sus manos casi en un acto reflejo lo sostuvieron con firmeza por la cintura, acercándolo tanto como pudo hasta él mientras sus ojos rodaban entre aquellos labios tan deseables y sus hermosos ojos que detallaban en profundidad la hermosura de su ser. ¿Estaba enamorado? Probablemente si, pero quizás ambos querían ir con mesura, sin arrastrar al otro en algo que no quisiera hacer pero ¿Cómo? si Nicholas no podría negarse a nada que Adrik le propusiera y mucho menos a lo último que sus dulces labios pronunciaron-.
Sólo me quedaré en tu casa, si me dejas dormir contigo... Prometo que comeré todo lo que prepares para mi.
-Nicholas sonrió al sentir como el contrario se abrazaba lentamente a él, mientras su resistencia se quebraba y sus labios atraparon el inferior ajeno muy lentamente, jalando y succionando de manera suave, tan sólo lo necesario para que Adrik pudiera sentirlo. Sus labios continuaban esbozando una sonrisa repleta de satisfacción y su nariz acabó por propinar una suave caricia en la ajena, casi de forma casual cuando sus ojos volvieron a buscar los ajenos sin perder aquella cálida cercanía que se le hacía en extremo agradable-.
Dime... ¿Cuándo nos vamos a poner serios? Para mi no existe más que tú, te necesito conmigo y no lo digo sólo por una alianza estratégica. Tú sabes que te necesito, pero no como mi aliado si no como algo más.
-Si era completamente sincero, Adrik era un estupendo aliado en un lugar como Moscú, pero Nicholas no lo vía sólo como eso si no que su interés por él desde un principio fue más por un asunto sentimental y de innegable atracción, tanto física como emocional. Alguien como Nicholas era sumamente extraño en aquellos ámbitos, quizás reservado en exceso pero cuando estaba con él, bastaba con verlo para romper todos esos prejuicios y simplemente querer hacerlo feliz, obtener una sonrisa suya, lo que era equivalente a tocar el cielo con los dedos-.
Por mi estaría bien un departamento sencillo, de una sola habitación ¿Qué dices?.
-Preguntó pues él era bastante sencillo en ese tipo de asuntos, sobre todo si la mayor parte de su vida había entado habitaciones pero comprendía que ahora necesitaban un espacio más grande, pero aunque fuese un departamento no quería dar pie a una distancia innecesaria, distancia que dos habitaciones podrían poner inconscientemente y si algún día Adrik se molestaba con él, pues no sería la primera vez que dormiría en un sillón-.
Nicholas Langley
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