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Rusia, Moscú~ Año 2014. Desde la antigüedad los humanos han convivido con seres sobrenaturales, sin saber de la existencia de estos. Dichos seres han sido llamados desde antaño como "Otros" (Иные). Entre estos mismos existen enormes diferencias, que parecen acentuarse aún más con el paso de los siglos, separándose en variadas razas que poco a poco algunos hombres iluminados pudieron comenzar a identificar, dejando testimonio de esto en antiguos manuscritos. Los llamados otros mantuvieron durante centurias una tregua, con la cual prometían jamás mostrarse ante un humano en su forma real, y aunque siempre hubieron ocasiones en que un otro rompía la tregua por motivos de fuerza mayor~ Hoy en día muchos han decidido romper la tregua en beneficio propio, poniendo en peligro a toda su raza y abriendo los ojos de la humanidad. Este es el juego de las apariencias y muchas veces engañan ¿Serás capaz de confiar?.
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[Privado | Brett] Finding someone new
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[Privado | Brett] Finding someone new
El frío que hacía llegaba a calarle los huesos, razón por la que los últimos días había estado más irritable de lo normal y los pocos que conocía en la escuela simplemente le habían evitado al sentir la tensión del ambiente. Incluso las horas que había trabajado habían sido de lo más solitarias, con tan solo un par de clientes que se limitaron a hacer su compra cuando solían saludarle de forma amigable. En esos momentos, era cuando más desolado se sentía y cuando menos dormía por las constantes pesadillas.
Parecía estar cada vez más al borde del colapso, al límite de su paciencia y de sus fuerzas, al no haber tenido resultado alguno en sus búsquedas por la ciudad y los bosques cercanos a la misma, suponiendo que algo hacía mal o bien no había garou por aquella zona. Aunque, debido a lo ocupado que se encontraba, no era mucho el tiempo ni los lugares que lograba investigar antes de tener que regresar a sus actividades. Añadiendo a aquello, que el lacrosse era impracticable a esas temperaturas tan bajas y con tanta nieve ocultando las canchas, limitando sus posibilidades para mantener su temperamento explosivo al margen.
Pese a todo aquello, luego de ahorrar parte de su sueldo las últimas semanas, había conseguido inscribirse a un gimnasio en el centro de la ciudad, no muy lejos de su hogar, haciendo que su día no fuese tan malo después de todo. Al menos eso esperaba.
Se había cambiado a una sudadera y unos pantalones holgados nada más llegar, decidiendo empezar a calentar unos cuantos minutos en la trotadora, después de todo no había más que tres personas a esas horas de la noche y podía darse el lujo de tomarse su tiempo en la máquina que fuese. Realmente le servía aquello para liberar estrés y para mantener su cuerpo temperado, además de poder desquitarse al poner poco más del peso que solía levantar para dificultar su entrenamiento. Fue cuando se recostó para ejercitar sus brazos con la barra que un extraño aroma llamó su atención, haciendo que todos sus sentidos se pusieran en alerta y la bestia en su interior reaccionara nuevamente. Generaba un rechazo desagradable para él, llegando a detenerse para incorporarse y poder analizar su entorno, sabiendo que el dueño de aquel olor estaba cerca. Le molestaba sin siquiera verle. Incluso cuando no sabía de qué se trataba, podía reconocer que no era humano y la sed de sangre le tenía preparado para atacar cual corredor en la línea de salida, debido a las enseñanzas de su antigua manada. Alguien se acercaba y no podía dejar de mirar la puerta, esperándole, conteniéndose solo por esa parte de él insegura de atacar sin conocer al rival.
Parecía estar cada vez más al borde del colapso, al límite de su paciencia y de sus fuerzas, al no haber tenido resultado alguno en sus búsquedas por la ciudad y los bosques cercanos a la misma, suponiendo que algo hacía mal o bien no había garou por aquella zona. Aunque, debido a lo ocupado que se encontraba, no era mucho el tiempo ni los lugares que lograba investigar antes de tener que regresar a sus actividades. Añadiendo a aquello, que el lacrosse era impracticable a esas temperaturas tan bajas y con tanta nieve ocultando las canchas, limitando sus posibilidades para mantener su temperamento explosivo al margen.
Pese a todo aquello, luego de ahorrar parte de su sueldo las últimas semanas, había conseguido inscribirse a un gimnasio en el centro de la ciudad, no muy lejos de su hogar, haciendo que su día no fuese tan malo después de todo. Al menos eso esperaba.
Se había cambiado a una sudadera y unos pantalones holgados nada más llegar, decidiendo empezar a calentar unos cuantos minutos en la trotadora, después de todo no había más que tres personas a esas horas de la noche y podía darse el lujo de tomarse su tiempo en la máquina que fuese. Realmente le servía aquello para liberar estrés y para mantener su cuerpo temperado, además de poder desquitarse al poner poco más del peso que solía levantar para dificultar su entrenamiento. Fue cuando se recostó para ejercitar sus brazos con la barra que un extraño aroma llamó su atención, haciendo que todos sus sentidos se pusieran en alerta y la bestia en su interior reaccionara nuevamente. Generaba un rechazo desagradable para él, llegando a detenerse para incorporarse y poder analizar su entorno, sabiendo que el dueño de aquel olor estaba cerca. Le molestaba sin siquiera verle. Incluso cuando no sabía de qué se trataba, podía reconocer que no era humano y la sed de sangre le tenía preparado para atacar cual corredor en la línea de salida, debido a las enseñanzas de su antigua manada. Alguien se acercaba y no podía dejar de mirar la puerta, esperándole, conteniéndose solo por esa parte de él insegura de atacar sin conocer al rival.
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IIIIIIIVV
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
Con la mochila al hombro y una expresión divertida en el rostro, Brett se decidió a practicar un poco de ejercicio esa noche que, aunque bien entrada, no podía dejar de gustarle porque le recordaban un poco a Jack, frescas pero llenas de energía. Así se sentía, a rebosar, como una pila recién comprada que busca algo en lo que dejar ir un poco del brío que posee; por ello las pesas, el correr y las bolsas de boxeo que habían en el gimnasio al que se había apuntado hace un mes y que frecuentaba cada noche serían el complemento perfecto para ayudar a su tarea de desgastarse un poco y dormir como si de un bebé se tratara. Por otro lado se sentía eufórico cada uno de lo días que siguieron a la vuelta de Hannibal, su hermano, ocasionando que su ya de por sí efusiva hiperactividad se tornara algo inaguantable para todo ser viviente. Y no iba a mentir, ese era el verdadero motivo por el cual Khóram frecuentaba el lugar, Hannibal lo había prácticamente pateado fuera de su cama y su casa.
La confianza daba mucho asco.
Pero que mucho.
No le quedaba de otra que pasar su insomnio machacándose los músculos hasta caer rendido en cualquiera rincón que quisiera acogerlo, sin embargo, algo hizo que todo su buen humor se extinguiera en míseros segundos, que cuadrara los hombros mostrando su intimidante altura y que los ojos azules refulgieran con el dorado propio de la raza durante unos segundos hasta que el perfume estalló en su cara. Olía a violencia y a sed de sangre. Olía a licántropo... a perro. Y Brett sintió que todos los músculos del cuerpo se le endurecían de pura rabia hasta que un ligero temblor le recorrió sin que se percatara de ello porque era la primera vez desde su despertar que se cruzaba con alguno de aquellos sarnosos, que tenía que compartir el mismo aire con esas criaturas que vivían por y para la guerra. Khóram no creía en los monstruos, después de todo, cualquier ser sobrenatural que pisara la tierra era uno, no obstante, los únicos que parecían capaces de avivar sus pesadillas eran esas bestias infernales sacadas desde las mismas entrañas del Tártaro. Y no, Khóram no los tenía en estima, no después de la masacre que habían ocasionado sin razón aparente pero era un gurahl, y Gaia sabía que él jamás huiría de estar al alcance de su mano el tomar esa opción.
Respiró profundo y cerró los ojos mientras escuchaba el débil crujir de la manilla entre sus dedos, adelantándose hasta cruzar el umbral de la puerta y rodearse del calor agradable que proporcionaba el establecimiento debido a la calefacción puesta de forma superficial. Saludó como siempre a la encargada tras la mesa, sumergida ésta en cuentas y la brillante luz de su monitor mientras Brett olisqueaba discreto el ambiente hasta que sus intensas pupilas se clavaron en un muchacho; un cachorro a los ojos del gurahl. Eran tan joven que se sintió momentáneamente sorprendido con la visión, una sorpresa que pasó de la curiosidad al más profundo rencor así que tan sólo dirigió una mirada desdeñosa al chiquillo y se encaminó a los vestidores con aires de superioridad. El chico parecía tan inestable, descontrolado, olía a miedo y soledad. Un omega buscando el calor de una manada; algo que Brett, a diferencia del hombre lobo, no necesitaba con desesperación para sentirse protegido debido a que los gurahl eran naturalmente solitarios debido a los miles de cambios que podía obrar en su camino y destino.
Brett se pregunta si a parte de manada el muchacho carecería de una familia que velara por él y pronto su lado más humano batallaba con el odio y el rencor que sentía hacia tan impulsivas bestias. Sus pensamientos se cortaron de raíz sin embargo, porque aquel olor volvía a inundar toda la estancia mientras que Khóram desnuda su pecho para cambiarse de camiseta, con el pantalón de deporte y las deportivas ya puestas, la toalla y botella de agua reposando en la banca a su lado, aguardando por él. ─ ¿Se te perdió algo, chucho? ─ Es hiriente así como sarcástico, y le suena vagamente su rostro de muñeca.
La confianza daba mucho asco.
Pero que mucho.
No le quedaba de otra que pasar su insomnio machacándose los músculos hasta caer rendido en cualquiera rincón que quisiera acogerlo, sin embargo, algo hizo que todo su buen humor se extinguiera en míseros segundos, que cuadrara los hombros mostrando su intimidante altura y que los ojos azules refulgieran con el dorado propio de la raza durante unos segundos hasta que el perfume estalló en su cara. Olía a violencia y a sed de sangre. Olía a licántropo... a perro. Y Brett sintió que todos los músculos del cuerpo se le endurecían de pura rabia hasta que un ligero temblor le recorrió sin que se percatara de ello porque era la primera vez desde su despertar que se cruzaba con alguno de aquellos sarnosos, que tenía que compartir el mismo aire con esas criaturas que vivían por y para la guerra. Khóram no creía en los monstruos, después de todo, cualquier ser sobrenatural que pisara la tierra era uno, no obstante, los únicos que parecían capaces de avivar sus pesadillas eran esas bestias infernales sacadas desde las mismas entrañas del Tártaro. Y no, Khóram no los tenía en estima, no después de la masacre que habían ocasionado sin razón aparente pero era un gurahl, y Gaia sabía que él jamás huiría de estar al alcance de su mano el tomar esa opción.
Respiró profundo y cerró los ojos mientras escuchaba el débil crujir de la manilla entre sus dedos, adelantándose hasta cruzar el umbral de la puerta y rodearse del calor agradable que proporcionaba el establecimiento debido a la calefacción puesta de forma superficial. Saludó como siempre a la encargada tras la mesa, sumergida ésta en cuentas y la brillante luz de su monitor mientras Brett olisqueaba discreto el ambiente hasta que sus intensas pupilas se clavaron en un muchacho; un cachorro a los ojos del gurahl. Eran tan joven que se sintió momentáneamente sorprendido con la visión, una sorpresa que pasó de la curiosidad al más profundo rencor así que tan sólo dirigió una mirada desdeñosa al chiquillo y se encaminó a los vestidores con aires de superioridad. El chico parecía tan inestable, descontrolado, olía a miedo y soledad. Un omega buscando el calor de una manada; algo que Brett, a diferencia del hombre lobo, no necesitaba con desesperación para sentirse protegido debido a que los gurahl eran naturalmente solitarios debido a los miles de cambios que podía obrar en su camino y destino.
Brett se pregunta si a parte de manada el muchacho carecería de una familia que velara por él y pronto su lado más humano batallaba con el odio y el rencor que sentía hacia tan impulsivas bestias. Sus pensamientos se cortaron de raíz sin embargo, porque aquel olor volvía a inundar toda la estancia mientras que Khóram desnuda su pecho para cambiarse de camiseta, con el pantalón de deporte y las deportivas ya puestas, la toalla y botella de agua reposando en la banca a su lado, aguardando por él. ─ ¿Se te perdió algo, chucho? ─ Es hiriente así como sarcástico, y le suena vagamente su rostro de muñeca.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
No podía alejar su mirada de la puerta, conteniendo su ser con todas sus fuerzas para permanecer sentado, casi inmóvil, al punto de que los músculos de sus piernas y brazos se encontraban en completa tensión. No le dolía, la adrenalina que corría en su sangre nublaba cualquier malestar que pudiese sentir, pero la concentración mental que estaba requiriendo le tenía la cabeza a punto de estallar al estar luchando su consciencia contra su instinto animal. Y de un momento a otro, por fin entró alguien. En un principio creyó que aquel chico no le notaba o quizás no se había percatado de su presencia, que quizás fuese de lo más corriente aunque su aroma distinto al de los humanos por lo que provocaba aquel rechazo en sí, mas estaba equivocado. Al momento en que sus ojos hicieron contacto directo, supo que se trataba de uno de los suyos, pero no exactamente un garou. ¿Qué era? Aquella curiosidad innata provocó que cambiase la postura a una más defensiva, atenta a lo que sucedía a su alrededor más que a punto de sacarle la piel a mordiscos, aunque el deseo volvió con el desdén ajeno.
Tuvo el tiempo en que desapareció de su vista para pensar en ese primer encuentro, en meditar opciones, posibilidades y escenarios consecuentes de cualquier decisión que fuese a tomar. Liam sabía que era menor en más de un sentido, ya sea en la madurez que el otro aparentaba, en edad quizás, tamaño y por sobre todo en cercanía con la madre. Habían humanos allí mismo, atacarle sin más no era un camino viable además que sin una manada que le apoyase era débil, actualmente se sentía débil... ¿había sido eso lo que vio en su mirada? ¿Había tenido pena de él? Quizás fue su imaginación.
Contrólate, Liam.
El olor le golpeó el estómago nuevamente al haber actuado sin pensar y seguirle hacia el vestidor, aunque haciendo que de un segundo a otro su estado anímico cambiara al encontrarse con él semidesnudo. Claro, ¿a qué iba alguien a un vestidor? La inestabilidad de sus pensamientos le jugaba en contra en ese momento estar viéndole sin poder alejar la mirada, llegando a sentirse incluso avergonzado por encontrarle así cuando hacía unos minutos estaba hecho un lío entre golpearle o no. Iba a darse por vencido, a continuar lo mejor que pudiese con su rutina, cuando sus palabras le hicieron gruñir por el ego pisoteado. ¿Le había llamado chucho? El brillo en sus ojos era señal de su pronta transformación si no hacía algo, si no dominaba su mente su parte insegura y... humana.
La sangre se deslizó desde su palma a sus nudillos por la fuerza con la que había enterrado sus uñas al empuñar su mano, volviendo a respirar con un poco más de normalidad por el dolor autoprovocado. — Nada que te importe. —Y entonces por fin pudo quitar su vista de él, yendo hacia su bolso para revolver sus cosas aunque actualmente nada de allí le servía. Necesitaba respirar, calmarse, no exactamente lo contrario.
Tuvo el tiempo en que desapareció de su vista para pensar en ese primer encuentro, en meditar opciones, posibilidades y escenarios consecuentes de cualquier decisión que fuese a tomar. Liam sabía que era menor en más de un sentido, ya sea en la madurez que el otro aparentaba, en edad quizás, tamaño y por sobre todo en cercanía con la madre. Habían humanos allí mismo, atacarle sin más no era un camino viable además que sin una manada que le apoyase era débil, actualmente se sentía débil... ¿había sido eso lo que vio en su mirada? ¿Había tenido pena de él? Quizás fue su imaginación.
Contrólate, Liam.
El olor le golpeó el estómago nuevamente al haber actuado sin pensar y seguirle hacia el vestidor, aunque haciendo que de un segundo a otro su estado anímico cambiara al encontrarse con él semidesnudo. Claro, ¿a qué iba alguien a un vestidor? La inestabilidad de sus pensamientos le jugaba en contra en ese momento estar viéndole sin poder alejar la mirada, llegando a sentirse incluso avergonzado por encontrarle así cuando hacía unos minutos estaba hecho un lío entre golpearle o no. Iba a darse por vencido, a continuar lo mejor que pudiese con su rutina, cuando sus palabras le hicieron gruñir por el ego pisoteado. ¿Le había llamado chucho? El brillo en sus ojos era señal de su pronta transformación si no hacía algo, si no dominaba su mente su parte insegura y... humana.
La sangre se deslizó desde su palma a sus nudillos por la fuerza con la que había enterrado sus uñas al empuñar su mano, volviendo a respirar con un poco más de normalidad por el dolor autoprovocado. — Nada que te importe. —Y entonces por fin pudo quitar su vista de él, yendo hacia su bolso para revolver sus cosas aunque actualmente nada de allí le servía. Necesitaba respirar, calmarse, no exactamente lo contrario.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
El muchacho le siguió hasta los vestidores logrando que la nariz de Brett se arrugara un poco debido al desagrado mas, sin que quisiera realmente evitarlo, una sonrisa burlona enmarcó sus finos labios cuando el rostro de muñeca del contrario se contrajo con vergüenza al verle desnudo y quizás en ese momento tuvo una revelación, quizás el muchacho era un lobo infectado, uno que había “nacido” del mordisco dado por un macho purasangre. O un Alfa, que todo podía ser posible pues no es como si Brett supiera demasiado de la cultura garou, de como nacían, se infectaban o comportaban y, lo único que siempre había logrado sacar en claro era ese carácter de mierda que algunos de ellos no eran capaces de someter. Khóram reconocía que su propia forma de ser era un tanto especial pero menos violenta, los lobos eran otro cantar y podía notarlo en la mirada encendida en oro que el muchacho le estaba regalando. Como el castaño se transformase en medio establecimiento estaban realmente jodidos porque el gurahl no iba a meter sus manos en el asunto...
¿A quién quería engañar?
Iba a hacerlo porque de algún modo el chiquillo le inspiraba lástima y para cuando ese olor tan peculiar de la sangre golpeó sus fosas nasales como si se tratara de un sartenazo en todos los morros, suspiró, negando un momento con la cabeza mientras terminaba de colocarse la ropa, tiempo que otorgó al cachorro para que tomase o rebuscase lo que quiera que sucediese con esa bolsa. ─ Tus ojos. ─ Señaló con la voz seria y tensa. Era un gurahl y como tal, su naturaleza le instaba siempre a apiadarse de aquel al que consideraba más vulnerable y sin duda alguna el muchacho de ojos azul eléctrico lo era. ¡Por Gaia! ¡Era un Omega! Eso no podía significar nada bueno en el mundo de los lobos. ─ Me importa cuando amenazas la vida de las personas que se encuentran aquí, tu control es precario pero no es algo que me extrañe. ─ Encoge sus hombros al tiempo en que se acerca a él hasta que sus esencias parecen mezclarse en una sola. Khóram, cansado de que el chico esté demasiado pendiente del estúpido bolso, lo toma del hombro con brusquedad hasta que se hallan pecho contra pecho. ─ Escúchame, cachorro, porque ahora mismo no tengo ningunas ganas de romperme la cara a puñetazos contigo, no en un lugar en donde hay humanos. ¿Lo comprendes? Tus ojos están brillando y sí, el dolor ayuda a llamar a la calma pero no es suficiente. ─ Su voz en un rugido bajo pero sereno, constante, con su respiración vibrando en la del hombre lobo al tenerlo casi aplastado contra la pared y sus caderas adelantadas, culpable el banco tras ellos.
Brett no se da cuenta de la comprometedora posición debido a su necesidad por calmar al chiquillo, le recuerda a él en cierta medida, explosivo y de carácter tempestuoso. ─ Concéntrate en mi respiración, respira conmigo, Cachorro, déjate llevar por la humanidad que hay en ti y cuando esos ojos dejen de brillar me tendrás a dos metros de distancia. ─ Brett hace refulgir sus propios iris para mostrarle al chico que sobrellevar aquello es fácil, que no tiene que ser complicado. Sus ojos chispean entre el azul cielo y el ámbar una y otra vez. ─ ¿Lo tienes? ─ Su tono es suave ahora, su mirada se entrecierra y poco a poco se va separando, saliendo del resguardo de las sudaderas así como abrigos colgados en los percheros que se encuentran encima los asientos.
Con una sonrisa ladeada revuelve el cabello castaño claro del más bajo, olvidando por un momento los rencores y el odio arraigado en su corazón porque, realmente, ¿qué le ha hecho el joven con cara de muñeca? Brett piensa que es un buen apodo para el de ojos gemelos a los propios porque su rostro es delicado pero masculino a la vez; atractivo incluso. ─ Soy Brett, Cachorro, y ten cuidado con esos instintos. ─ Le guiña, volviendo a su carácter juguetón y travieso de siempre, adelantando el brazo derecho para tomar su botella de agua y la toalla que descansaba a un lado. Sale del vestidor luego de una última mirada dirigida al menor, como si le estuviera invitando a unirse a su rutina mientras que en la cabeza del gurahl su mente trabaja a toda velocidad. ¿Confiar en el hombre lobo o en su propia experiencia?, horrible, por cierto. Decide que lo más sano es encogerse de hombros y pasar página de forma definitiva porque tiene a su hermano con él, nada más importa, así que Brett espera que el muchacho tome su ofrecimiento y se una a él en aquella máquina de pesas en donde yace acostado y levantando la barra con unos aproximados noventa y tres quilos en forma de discos de acero enganchados a cada extremo.
¿A quién quería engañar?
Iba a hacerlo porque de algún modo el chiquillo le inspiraba lástima y para cuando ese olor tan peculiar de la sangre golpeó sus fosas nasales como si se tratara de un sartenazo en todos los morros, suspiró, negando un momento con la cabeza mientras terminaba de colocarse la ropa, tiempo que otorgó al cachorro para que tomase o rebuscase lo que quiera que sucediese con esa bolsa. ─ Tus ojos. ─ Señaló con la voz seria y tensa. Era un gurahl y como tal, su naturaleza le instaba siempre a apiadarse de aquel al que consideraba más vulnerable y sin duda alguna el muchacho de ojos azul eléctrico lo era. ¡Por Gaia! ¡Era un Omega! Eso no podía significar nada bueno en el mundo de los lobos. ─ Me importa cuando amenazas la vida de las personas que se encuentran aquí, tu control es precario pero no es algo que me extrañe. ─ Encoge sus hombros al tiempo en que se acerca a él hasta que sus esencias parecen mezclarse en una sola. Khóram, cansado de que el chico esté demasiado pendiente del estúpido bolso, lo toma del hombro con brusquedad hasta que se hallan pecho contra pecho. ─ Escúchame, cachorro, porque ahora mismo no tengo ningunas ganas de romperme la cara a puñetazos contigo, no en un lugar en donde hay humanos. ¿Lo comprendes? Tus ojos están brillando y sí, el dolor ayuda a llamar a la calma pero no es suficiente. ─ Su voz en un rugido bajo pero sereno, constante, con su respiración vibrando en la del hombre lobo al tenerlo casi aplastado contra la pared y sus caderas adelantadas, culpable el banco tras ellos.
Brett no se da cuenta de la comprometedora posición debido a su necesidad por calmar al chiquillo, le recuerda a él en cierta medida, explosivo y de carácter tempestuoso. ─ Concéntrate en mi respiración, respira conmigo, Cachorro, déjate llevar por la humanidad que hay en ti y cuando esos ojos dejen de brillar me tendrás a dos metros de distancia. ─ Brett hace refulgir sus propios iris para mostrarle al chico que sobrellevar aquello es fácil, que no tiene que ser complicado. Sus ojos chispean entre el azul cielo y el ámbar una y otra vez. ─ ¿Lo tienes? ─ Su tono es suave ahora, su mirada se entrecierra y poco a poco se va separando, saliendo del resguardo de las sudaderas así como abrigos colgados en los percheros que se encuentran encima los asientos.
Con una sonrisa ladeada revuelve el cabello castaño claro del más bajo, olvidando por un momento los rencores y el odio arraigado en su corazón porque, realmente, ¿qué le ha hecho el joven con cara de muñeca? Brett piensa que es un buen apodo para el de ojos gemelos a los propios porque su rostro es delicado pero masculino a la vez; atractivo incluso. ─ Soy Brett, Cachorro, y ten cuidado con esos instintos. ─ Le guiña, volviendo a su carácter juguetón y travieso de siempre, adelantando el brazo derecho para tomar su botella de agua y la toalla que descansaba a un lado. Sale del vestidor luego de una última mirada dirigida al menor, como si le estuviera invitando a unirse a su rutina mientras que en la cabeza del gurahl su mente trabaja a toda velocidad. ¿Confiar en el hombre lobo o en su propia experiencia?, horrible, por cierto. Decide que lo más sano es encogerse de hombros y pasar página de forma definitiva porque tiene a su hermano con él, nada más importa, así que Brett espera que el muchacho tome su ofrecimiento y se una a él en aquella máquina de pesas en donde yace acostado y levantando la barra con unos aproximados noventa y tres quilos en forma de discos de acero enganchados a cada extremo.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
Maldita... cosa, que no tenía ni la más mínima idea de qué era. ¡No era un perro! ¡Era un garou! Liam seguía enojado con el chico, consigo mismo por estar tan inestable mientras revolvía su bolso sin nada importante que sacar o meter al mismo, llegaba a sentirse estúpido por haber terminado allí en primer lugar. ¿Qué tenían sus ojos? Claro que su control era pésimo con el mal humor que traía y el poco tiempo que tuvo junto a su manada antes de que fuera asesinada, no tenía ni la más mínima idea de cómo controlarlo en su totalidad y más aún con el trastorno explosivo diagnosticado. Se estaba comportando como un crío al ignorarle y ser incluso tosco mientras movía su ropa de un lado a otro dentro, queriendo que se fuera o simplemente se callara, cuando de pronto el aroma ajeno invadió sus sentidos con más fuerza.
—¿Qué demonios? —En menos de un pestañeo estaba justo frente a su rostro, con el cuerpo del más alto demasiado cerca como para sentir el calor que emanaba de él y la forma de sus músculos que se marcaba sobre su ropa. En ese instante estaba en estado de shock al punto de que sus labios permanecían entreabiertos sin que sonido alguno escapara de su garganta, tratando de entender qué era lo que estaba sucediendo allí y por qué estaba tan apegado a otro hombre, lo que le tenía sin reaccionar correctamente. El color de sus ojos pronto regresó a aquel azul claro de nacimiento, pero no exactamente por haberse dañado la mano o haber controlado la respiración como le había dicho el otro chico, fue más que nada debido a lo invasiva y vergonzosa que se estaba volviendo toda la situación, la cual había empezado casi como una declaración de guerra y ahora le tenía a menos de un par de centímetros de su rostro. ¿Que no conocía el espacio personal?
En el momento que por fin recuperó su metro cuadrado, realmente se encontraba más tranquilo aunque no por eso menos irritable que horas atrás, solamente había atravesado un episodio de ira de mucha mejor manera que todos los anteriores, por lo que ahora de a poco tendría que volver a la calma o era hombre muerto. Repitió su nombre en su mente y lo saboreó en un susurro al ser entregado, al menos teniendo una forma distinta para llamar al pervertido que lo acosó en un vestidor y, aunque no lo iba a aceptar por completo, le ayudó a controlar su transformación... —¡Agh! —Se quejó mientras acomodaba su cabello nuevamente, con el ceño fruncido y la vista en el piso.
Cuando se percató de que se encontraba solo dentro de la habitación, habían pasado un par de segundos luego de que Brett saliera hacia el gimnasio, estando demasiado sumido en sus propios pensamientos como para haberlo notado antes, quedándose con la pregunta en la boca, aquella que había querido hacerle desde que le vio. Dio un pesado suspiro luego, maldiciéndose una y otra vez al estar siguiéndole en una segunda oportunidad, por esa maldita curiosidad que no le dejaba tranquilo por más que quisiera. —¿Qué eres? —Musitó al encontrarse de pie a un lado suyo, observando como levantaba aquella barra y la gran cantidad de kilos que había puesto. Su mirada se desvió por un pequeño instante hacia su pecho, negando con un movimiento de cabeza al considerar que quizás había pasado demasiado tiempo con el pervertido como para verle así, prefiriendo enfocarse en sus ojos y no en...
Olvídalo, concéntrate en los ojos.
—¿Qué demonios? —En menos de un pestañeo estaba justo frente a su rostro, con el cuerpo del más alto demasiado cerca como para sentir el calor que emanaba de él y la forma de sus músculos que se marcaba sobre su ropa. En ese instante estaba en estado de shock al punto de que sus labios permanecían entreabiertos sin que sonido alguno escapara de su garganta, tratando de entender qué era lo que estaba sucediendo allí y por qué estaba tan apegado a otro hombre, lo que le tenía sin reaccionar correctamente. El color de sus ojos pronto regresó a aquel azul claro de nacimiento, pero no exactamente por haberse dañado la mano o haber controlado la respiración como le había dicho el otro chico, fue más que nada debido a lo invasiva y vergonzosa que se estaba volviendo toda la situación, la cual había empezado casi como una declaración de guerra y ahora le tenía a menos de un par de centímetros de su rostro. ¿Que no conocía el espacio personal?
En el momento que por fin recuperó su metro cuadrado, realmente se encontraba más tranquilo aunque no por eso menos irritable que horas atrás, solamente había atravesado un episodio de ira de mucha mejor manera que todos los anteriores, por lo que ahora de a poco tendría que volver a la calma o era hombre muerto. Repitió su nombre en su mente y lo saboreó en un susurro al ser entregado, al menos teniendo una forma distinta para llamar al pervertido que lo acosó en un vestidor y, aunque no lo iba a aceptar por completo, le ayudó a controlar su transformación... —¡Agh! —Se quejó mientras acomodaba su cabello nuevamente, con el ceño fruncido y la vista en el piso.
Cuando se percató de que se encontraba solo dentro de la habitación, habían pasado un par de segundos luego de que Brett saliera hacia el gimnasio, estando demasiado sumido en sus propios pensamientos como para haberlo notado antes, quedándose con la pregunta en la boca, aquella que había querido hacerle desde que le vio. Dio un pesado suspiro luego, maldiciéndose una y otra vez al estar siguiéndole en una segunda oportunidad, por esa maldita curiosidad que no le dejaba tranquilo por más que quisiera. —¿Qué eres? —Musitó al encontrarse de pie a un lado suyo, observando como levantaba aquella barra y la gran cantidad de kilos que había puesto. Su mirada se desvió por un pequeño instante hacia su pecho, negando con un movimiento de cabeza al considerar que quizás había pasado demasiado tiempo con el pervertido como para verle así, prefiriendo enfocarse en sus ojos y no en...
Olvídalo, concéntrate en los ojos.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
Brett se encontraba en aquel instante perdido en sus pensamientos, tratando de indagar el por qué de su comportamiento y si es que estaba pillando algún virus infeccioso que sólo afectaba a... él mismo. ¿Se podía ser más patético? Khóram realmente creía en el karma y en que no había algo mejor que eso para que las personas, sobrenaturales o no, pagaran por lo que habían obrado en sus vidas y es que la guerra había dejado grandes cicatrices en toda la psique cambiante; más aún en aquellos que fueron casi exterminados de la tierra y bueno, Brett no iba a negar ser un poquito rencoroso pero se adaptaba, a las situaciones y los hechos. El mocoso no tenía la culpa, decidió, sin dejar de flexionar y estirar los brazos en un sube y baja constante para evitar perder el rápido ritmo que había adoptado desde el principio. Hacer deporte le relajaba y emocionaba a partes iguales, además de lograr que pensara con claridad. ─ Es un poco descortés preguntar eso cuando tú no me has dicho ni tu nombre, ¿no te parece? ─ El gurahl captó el exacto momento en que el rubio de ojos azules salía disparado del vestidor para encontrarse con él, oliendo a curiosidad mezclada con irritación. Al parecer el mocoso seguía enojado pero por lo menos ya era algo controlable.
Humano.
Ojeó con rapidez su rostro y dejó escapar una pequeña risita, siendo apenas dos personas, a parte de la encargada, los que se encontraban desperdigados por el enorme gimnasio, provocando que el ambiente se tornara íntimo y perfecto para desvelar secretos. ─ Soy un cambiante, como tú, sólo que en vez de ser lobo, soy oso. ¿Has oído hablar de los gurahl? Ya sabes, esos ositos bonachones que tipos como tú se dedicaron a exterminar de la faz de la tierra. ─ Aunque pudiera parecer un ataque en toda regla, no lo era, Brett se comportaba de ese modo la mayor parte de las veces, sarcástico y directo en su pensar, no obstante, el tono en su voz era juguetón a la par que sereno. Despreocupado.
Dejó al final la barra de acero sobre los sujetadores y se sentó con las piernas a cada lado del banco sutilmente acolchado, palmeando frente a él el lugar libre para que el lobo se situara y poder hablar más cómodamente. No pasaron ni dos segundos de eso cuando el gurahl tiró de la muñeca ajena para obrar por sí mismo lo que buscaba, impaciente y con algo de sueño debido a las horas que se apuntaban en el enorme reloj de la pared tras ellos. ─ Bien, veamos, esto puede ser algo violento pero meh, nos las apañaremos. No puedes ir por la vida sin aprender sobre el control y yo me siento extrañamente responsable de lo que te pase porque me recuerdas a mí de joven... quiero decir... En fin, da igual. Nos hemos entendido, ¿verdad? Pues ya está. ─ Acabó su monólogo con una sonrisita traviesa y un guiño coqueto. ─ ¿Vas a querer hacer más ejercicio? Si vamos a hablar de nuestro “yo” salvaje va a ser mejor irnos de aquí. ─ Se encogió de hombros un momento, elevando una de sus manos para rascarse la nuca de forma despreocupada, con la luz irradiando en los tatuajes que tenía más visibles, siendo el del antebrazo y parte del pecho los que más destacaban en ese momento. ─ ¿Cuántos años tienes? ─ Asaltó de pronto, levantándose a los segundos y estirándose como un gato perezoso mientras cierra los ojos un instante y se cruje las cervicales con ligereza.
Khóram se paró frente al muchacho y sonrió amplio, mostrando su perfecta dentadura y un brillo malicioso refulgiendo en los ojos claros. ─ Vamos. ─ Puede que Brett se moviera demasiado rápido para todo, culpable su carácter efusivo, resultando todo un nervio que no se puede estar quieto, así que era posible que los sucesos sucedieran demasiado rápido para el hombre lobo porque Brett no le dejaba terminar de reaccionar a una cosa para saltar enseguida a otra. Antes de que el menor pudiera darse cuenta Brett tomó su muñeca de nuevo con gesto pensativo, como si meditara de algún modo lo que estaba a punto de hacer. Fueron apenas segundos pero al final, el gurahl tomó la cintura ajena con su mano libre y lo aplastó de nuevo contra su pecho mientras enterraba la nariz en su cuello, inclinándose para llegar a su altura, e inspiró con fuerza hasta que su ceño se frunció.
Se apartó tan rápida y bruscamente como se había acercado, con la mirada oscurecida y los labios apretados hasta que una línea blanca fue lo que quedó en lugar del sonrosado natural de sus cerezos. ─ ¿Vamos? ─ Repitió de nueva cuenta, pero esta vez con el tono más serio de lo normal.
Humano.
Ojeó con rapidez su rostro y dejó escapar una pequeña risita, siendo apenas dos personas, a parte de la encargada, los que se encontraban desperdigados por el enorme gimnasio, provocando que el ambiente se tornara íntimo y perfecto para desvelar secretos. ─ Soy un cambiante, como tú, sólo que en vez de ser lobo, soy oso. ¿Has oído hablar de los gurahl? Ya sabes, esos ositos bonachones que tipos como tú se dedicaron a exterminar de la faz de la tierra. ─ Aunque pudiera parecer un ataque en toda regla, no lo era, Brett se comportaba de ese modo la mayor parte de las veces, sarcástico y directo en su pensar, no obstante, el tono en su voz era juguetón a la par que sereno. Despreocupado.
Dejó al final la barra de acero sobre los sujetadores y se sentó con las piernas a cada lado del banco sutilmente acolchado, palmeando frente a él el lugar libre para que el lobo se situara y poder hablar más cómodamente. No pasaron ni dos segundos de eso cuando el gurahl tiró de la muñeca ajena para obrar por sí mismo lo que buscaba, impaciente y con algo de sueño debido a las horas que se apuntaban en el enorme reloj de la pared tras ellos. ─ Bien, veamos, esto puede ser algo violento pero meh, nos las apañaremos. No puedes ir por la vida sin aprender sobre el control y yo me siento extrañamente responsable de lo que te pase porque me recuerdas a mí de joven... quiero decir... En fin, da igual. Nos hemos entendido, ¿verdad? Pues ya está. ─ Acabó su monólogo con una sonrisita traviesa y un guiño coqueto. ─ ¿Vas a querer hacer más ejercicio? Si vamos a hablar de nuestro “yo” salvaje va a ser mejor irnos de aquí. ─ Se encogió de hombros un momento, elevando una de sus manos para rascarse la nuca de forma despreocupada, con la luz irradiando en los tatuajes que tenía más visibles, siendo el del antebrazo y parte del pecho los que más destacaban en ese momento. ─ ¿Cuántos años tienes? ─ Asaltó de pronto, levantándose a los segundos y estirándose como un gato perezoso mientras cierra los ojos un instante y se cruje las cervicales con ligereza.
Khóram se paró frente al muchacho y sonrió amplio, mostrando su perfecta dentadura y un brillo malicioso refulgiendo en los ojos claros. ─ Vamos. ─ Puede que Brett se moviera demasiado rápido para todo, culpable su carácter efusivo, resultando todo un nervio que no se puede estar quieto, así que era posible que los sucesos sucedieran demasiado rápido para el hombre lobo porque Brett no le dejaba terminar de reaccionar a una cosa para saltar enseguida a otra. Antes de que el menor pudiera darse cuenta Brett tomó su muñeca de nuevo con gesto pensativo, como si meditara de algún modo lo que estaba a punto de hacer. Fueron apenas segundos pero al final, el gurahl tomó la cintura ajena con su mano libre y lo aplastó de nuevo contra su pecho mientras enterraba la nariz en su cuello, inclinándose para llegar a su altura, e inspiró con fuerza hasta que su ceño se frunció.
Se apartó tan rápida y bruscamente como se había acercado, con la mirada oscurecida y los labios apretados hasta que una línea blanca fue lo que quedó en lugar del sonrosado natural de sus cerezos. ─ ¿Vamos? ─ Repitió de nueva cuenta, pero esta vez con el tono más serio de lo normal.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
No alcanzó a decir palabra alguna cuando la risa ajena le hizo fruncir el entrecejo y mirarle confundido por el tipo de reacción que tenía. Le descolocaba y mantenía esa tensión que apareció en Liam apenas captó el aroma que despedía el otro, siendo imposible que bajara sus defensas cuando se estaba comportando de esa manera tan extraña. Al menos ahora sabía lo que era, un cambiante al igual que él pero no a un lobo, quizás eso hacía que su olor fuera diferente y le tuviese con la nariz arrugada, el que sea un oso que... Sus siguientes palabras sobre su raza provocaron una extraña respuesta en su ser: su lado humano se sentía culpable por la desgracia que había vivido a manos (más bien garras) de los garou, si era verdad aquello que decía, mientras que su lado animal, prepotente y egocéntrico, se sentía conforme de que le ocurriera algo así a un simple gurahl.
Eres un humano ahora.
Con ese pensamiento en la cabeza, dejó que su humanidad tomara rienda en sus decisiones ya que, de paso, había sido la que dominó su existencia por poco más de 15 años... Los golpes en el banco por parte de Brett le sacaron de aquel tren de pensamientos, considerando realmente el sentarse al levantar una de sus piernas, cuando por el jalón que sintió casi cae de no ser porque su trasero chocó contra el acolchado negro. ¿Qué demonios sucedía con ese tipo? Era primera vez que estaba frente a alguien que hablara tantas cosas rápido y pareciera que el tiempo lo persiguiera, haciendo que solo le observara y pestañeara incrédulo de lo que presenciaba... pero ahí estaba, guiñando uno de sus ojos con una sonrisa boba, convirtiendo el incómodo momento que habían tenido minutos atrás en algo más relajado y fácil de llevar... dentro de lo extraño que era el oso.
No sabía a qué responder, había tantas cosas que hubiese comentado pero ahora ninguna de ellas parecía tener importancia, lo que hizo que una risa divertida introdujese su voz.— Tengo 16... ¡Hey! ¡Espera! —De nuevo se encontraba haciendo eso, empujándolo a hacer cosas a un ritmo exigente, acelerado para su gusto, quien solía tomarse su tiempo para hacer todo con tal de que saliera bien. Meditaba opciones, tiempo, recursos, absolutamente todo lo que debía importarle antes de arriesgarse a algo. Pero ahora le decía que se fueran, todo a una velocidad que le hacía sentir incómodo por lo despreocupado que era el gurahl, al menos pudiendo levantarse por su cuenta esta vez para ser sorprendido nuevamente por los actos impropios. Había considerado por un segundo que le tomó de la muñeca para arrastrarlo a la salida y así asegurarse de que fuese a donde sea que quería ir a hablar, mas la cercanía de su cuerpo al punto de estar presionado contra su pecho, por segunda oportunidad, le dejó en shock. Le había olido, ¿qué...? —¡Realmente no sabes del espacio personal! —Su reacción era avergonzada, naciendo principalmente de su parte humana, irritada por no haber podido hacer algo para impedir lo que ya había sucedido. Cosas de gurahl, quizás. No podía dejar de estar incómodo, con demasiadas emociones a flor de piel. Estaba kilómetros lejos de su zona segura.
Jódete.
¿Entonces por qué estaba caminando al vestidor a buscar su bolso? Si Brett le hacía pensar así, ¿por qué estaba accediendo a ir con él?
Porque es igual que tú.
Y entonces suspiró, bajando su mirada y por fin su defensa. Aunque el chico fuese la persona más extraña que había conocido últimamente, era lo más cercano a su antigua familia... un cambiante como él, que además quería ayudarle a controlar la bestia en su interior. En ese instante era él quien esperaba por Brett de pie frente suyo, con una de sus manos empuñada en la correa que colgaba de su hombro y las ansias de aprender revolviéndole el estómago. Era una locura, de eso era lo único que podía estar seguro. —Vamos. —Confirmó finalmente, volteándose para ir hacia la salida del gimnasio aunque se detuvo en seco casi al llegar a la puerta y así mirarle por sobre el hombro. –Y soy Liam, Yogi. —Aquel oso realmente se parecía al que tenía en frente en lo efusivo y difícil de contener, ni imaginándolo cuando tenía hambre. Sonrió por sus pensamientos antes de continuar con su camino.
Eres un humano ahora.
Con ese pensamiento en la cabeza, dejó que su humanidad tomara rienda en sus decisiones ya que, de paso, había sido la que dominó su existencia por poco más de 15 años... Los golpes en el banco por parte de Brett le sacaron de aquel tren de pensamientos, considerando realmente el sentarse al levantar una de sus piernas, cuando por el jalón que sintió casi cae de no ser porque su trasero chocó contra el acolchado negro. ¿Qué demonios sucedía con ese tipo? Era primera vez que estaba frente a alguien que hablara tantas cosas rápido y pareciera que el tiempo lo persiguiera, haciendo que solo le observara y pestañeara incrédulo de lo que presenciaba... pero ahí estaba, guiñando uno de sus ojos con una sonrisa boba, convirtiendo el incómodo momento que habían tenido minutos atrás en algo más relajado y fácil de llevar... dentro de lo extraño que era el oso.
No sabía a qué responder, había tantas cosas que hubiese comentado pero ahora ninguna de ellas parecía tener importancia, lo que hizo que una risa divertida introdujese su voz.— Tengo 16... ¡Hey! ¡Espera! —De nuevo se encontraba haciendo eso, empujándolo a hacer cosas a un ritmo exigente, acelerado para su gusto, quien solía tomarse su tiempo para hacer todo con tal de que saliera bien. Meditaba opciones, tiempo, recursos, absolutamente todo lo que debía importarle antes de arriesgarse a algo. Pero ahora le decía que se fueran, todo a una velocidad que le hacía sentir incómodo por lo despreocupado que era el gurahl, al menos pudiendo levantarse por su cuenta esta vez para ser sorprendido nuevamente por los actos impropios. Había considerado por un segundo que le tomó de la muñeca para arrastrarlo a la salida y así asegurarse de que fuese a donde sea que quería ir a hablar, mas la cercanía de su cuerpo al punto de estar presionado contra su pecho, por segunda oportunidad, le dejó en shock. Le había olido, ¿qué...? —¡Realmente no sabes del espacio personal! —Su reacción era avergonzada, naciendo principalmente de su parte humana, irritada por no haber podido hacer algo para impedir lo que ya había sucedido. Cosas de gurahl, quizás. No podía dejar de estar incómodo, con demasiadas emociones a flor de piel. Estaba kilómetros lejos de su zona segura.
Jódete.
¿Entonces por qué estaba caminando al vestidor a buscar su bolso? Si Brett le hacía pensar así, ¿por qué estaba accediendo a ir con él?
Porque es igual que tú.
Y entonces suspiró, bajando su mirada y por fin su defensa. Aunque el chico fuese la persona más extraña que había conocido últimamente, era lo más cercano a su antigua familia... un cambiante como él, que además quería ayudarle a controlar la bestia en su interior. En ese instante era él quien esperaba por Brett de pie frente suyo, con una de sus manos empuñada en la correa que colgaba de su hombro y las ansias de aprender revolviéndole el estómago. Era una locura, de eso era lo único que podía estar seguro. —Vamos. —Confirmó finalmente, volteándose para ir hacia la salida del gimnasio aunque se detuvo en seco casi al llegar a la puerta y así mirarle por sobre el hombro. –Y soy Liam, Yogi. —Aquel oso realmente se parecía al que tenía en frente en lo efusivo y difícil de contener, ni imaginándolo cuando tenía hambre. Sonrió por sus pensamientos antes de continuar con su camino.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
El olor del muchacho le picaba la nariz, le incitaba a ser rápido, frenético en su actuar, quizás más aún de lo que ya de por sí era pues Brett se consideraba a sí mismo como una bomba de tiempo, con el reloj en el centro de su pecho apuntando e influyendo en cada uno de sus ademanes y acciones por el simple hecho de que le gustaba picotear de todo un poco, abarcar de forma insaciable hasta el más mínimo detalle que meditaba profundamente en su cabeza aunque no pudiera ser apreciada la acción por lo rápido de su actuar. Decidió tomarse un descanso en su exaltada forma de hacer las cosas para darle un poco margen al joven de espectaculares ojos azules porque sí, Khóram se había quedado inmerso en el océano que representaban esos orbes aun cuando él mismo poseyera una mirada espectacular, gemela a la foránea. Sacudió un momento la cabeza un tanto imperceptiblemente, riendo con sonoridad al oler la vergüenza emanando en grandes oleadas del sujeto al que había olisqueado. ─ ¿Me lo dices en serio? Oh, venga, eres un lobo, un perrito, ¿de verdad te importa esa estupidez? ─ Sus palabras fueron maliciosas y un tanto juguetonas porque… bueno, seguía siendo Brett y el sarcasmo estaba a la orden del día.
Observó al chico encaminarse al vestidor para tomar su bolso y pensó que debía hacer lo mismo mas sus palabras, o más bien, su manera de llamarlo, le hizo arquear una ceja con incredulidad al mismo tiempo que vasta diversión. No dudó en correr hacia el lugar para tomar sus cosas y colocárselas con torpeza por las prisas mientras maniobra con la bolsa en su mano, pasando de una a otra en lo que divisa a Liam caminando por la calle a un paso asequible para él. Khóram ha dejado atrás las miradas confusas de las personas que se han quedado entre las cuatro paredes que representan el gimnasio porque se acaba de encontrar algo que es mucho más interesante en esos instantes que el ejercicio o perder el conocimiento en una esquina por culpa del cansancio. ¡Y quién lo hubiera dicho nunca! Él caminando hombro con hombro por las calles con un garou, con un miembro de la raza que destrozó su vida, prácticamente.
"Las vueltas que da la vida” es lo que piensa el oso en lo que sus orbes se fijan de un modo que parece inquebrantable al cuerpo a su costado porque es demasiado joven y parece tan inexperto; bien que él mismo no es que sea una fuente inagotable de sabiduría o que sus conocimientos sobre los cambiantes sea tan amplio como un desierto pero de lo que sí está seguro es de poder defenderse al menos en lo básico y eso es lo que desea enseñar a Liam. ─ ¿Por qué Yogi? ¿Quién es Yogi? ─ No es una broma, ni mucho menos, el gurahl se ha perdido de demasiado porque ha nacido y crecido en otra época, en otros tiempos, y para cuando despertó estaba demasiado ocupado en tomar las riendas de su vida y adaptarse. La ingenuidad en su voz es tan sincera como podría serlo la de un niño pequeño, con los ojos grandes y añiles clavados intensamente en la nuca más joven, como si Brett estuviera esperando alguna clase de respuesta sorprendente, mas antes de concentrarse demasiado en eso ya han recorrido un buen trecho y las horas son indecentes así que toma del brazo a Liam para guiarlo hasta una plazoleta cercana. ─ ¿Has encontrado a otro de los tuyos? ─ No es que a Khóram le haga mucha gracia el saber que hay más caninos dando vueltas por ahí pero también es consciente de que los lupinos son una estirpe fuerte y que el acabar con ella sería como intentar atrapar la luna con las manos. Estúpido.
Se deja caer en un banco al llegar, suspirando y reclinándose por completo en el respaldo hasta parecer desgarbado mientras descansa la bolsa de deporte en el suelo y su rostro se relaja hasta tornarse perezoso y somnoliento. ─ ¿Has tenido manada alguna vez? Porque debemos empezar por ahí ya que tengo que saber qué es lo que te han podido llegar a enseñar y prepararme el guión. ─ Le guiña uno de sus ojos con aire coqueto al tiempo que endereza la postura con la vista fija en Liam y esos iris que no dejan de llamarle la atención. ¿Por qué eran tan azules? Parecían casi fosforescentes, y era injusto, porque no deberían gustarle. En realidad, ni siquiera sabía que es lo que estaba haciendo en esos precisos instantes ayudando al chico con mirada de cachorro. Brett chasqueó la lengua mientras que sube las piernas a la banca de madera y se sienta en forma de loto a la espera de que Liam conteste a sus preguntas y empiece a narrar su propia historia.
Observó al chico encaminarse al vestidor para tomar su bolso y pensó que debía hacer lo mismo mas sus palabras, o más bien, su manera de llamarlo, le hizo arquear una ceja con incredulidad al mismo tiempo que vasta diversión. No dudó en correr hacia el lugar para tomar sus cosas y colocárselas con torpeza por las prisas mientras maniobra con la bolsa en su mano, pasando de una a otra en lo que divisa a Liam caminando por la calle a un paso asequible para él. Khóram ha dejado atrás las miradas confusas de las personas que se han quedado entre las cuatro paredes que representan el gimnasio porque se acaba de encontrar algo que es mucho más interesante en esos instantes que el ejercicio o perder el conocimiento en una esquina por culpa del cansancio. ¡Y quién lo hubiera dicho nunca! Él caminando hombro con hombro por las calles con un garou, con un miembro de la raza que destrozó su vida, prácticamente.
"Las vueltas que da la vida” es lo que piensa el oso en lo que sus orbes se fijan de un modo que parece inquebrantable al cuerpo a su costado porque es demasiado joven y parece tan inexperto; bien que él mismo no es que sea una fuente inagotable de sabiduría o que sus conocimientos sobre los cambiantes sea tan amplio como un desierto pero de lo que sí está seguro es de poder defenderse al menos en lo básico y eso es lo que desea enseñar a Liam. ─ ¿Por qué Yogi? ¿Quién es Yogi? ─ No es una broma, ni mucho menos, el gurahl se ha perdido de demasiado porque ha nacido y crecido en otra época, en otros tiempos, y para cuando despertó estaba demasiado ocupado en tomar las riendas de su vida y adaptarse. La ingenuidad en su voz es tan sincera como podría serlo la de un niño pequeño, con los ojos grandes y añiles clavados intensamente en la nuca más joven, como si Brett estuviera esperando alguna clase de respuesta sorprendente, mas antes de concentrarse demasiado en eso ya han recorrido un buen trecho y las horas son indecentes así que toma del brazo a Liam para guiarlo hasta una plazoleta cercana. ─ ¿Has encontrado a otro de los tuyos? ─ No es que a Khóram le haga mucha gracia el saber que hay más caninos dando vueltas por ahí pero también es consciente de que los lupinos son una estirpe fuerte y que el acabar con ella sería como intentar atrapar la luna con las manos. Estúpido.
Se deja caer en un banco al llegar, suspirando y reclinándose por completo en el respaldo hasta parecer desgarbado mientras descansa la bolsa de deporte en el suelo y su rostro se relaja hasta tornarse perezoso y somnoliento. ─ ¿Has tenido manada alguna vez? Porque debemos empezar por ahí ya que tengo que saber qué es lo que te han podido llegar a enseñar y prepararme el guión. ─ Le guiña uno de sus ojos con aire coqueto al tiempo que endereza la postura con la vista fija en Liam y esos iris que no dejan de llamarle la atención. ¿Por qué eran tan azules? Parecían casi fosforescentes, y era injusto, porque no deberían gustarle. En realidad, ni siquiera sabía que es lo que estaba haciendo en esos precisos instantes ayudando al chico con mirada de cachorro. Brett chasqueó la lengua mientras que sube las piernas a la banca de madera y se sienta en forma de loto a la espera de que Liam conteste a sus preguntas y empiece a narrar su propia historia.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
Había sido impulsivo y un completo bobo al salir a la calle sin ponerse siquiera una bufanda al simplemente tomar sus cosas e intentar lucir genial, porque el frío que hacía parecía acuchillarle la piel además de tenerle con la mandíbula inferior chocando con la superior insistentemente. Tuvo que avanzar a un paso más lento para sacar de su bolso las prendas que le abrigarían y no se había puesto, casi haciendo malabares para no detenerse y vestirse a la vez. Por suerte, el gurahl llegó a su lado cuando ya había logrado su meta, por lo que tanta vergüenza no tendría que pasar, aunque siendo inevitable para él el observarle de reojo cada vez que le era posible. Le llamaba la atención que fuese de mayor tamaño, en varios sentidos, y a la vez fuese tan inmaduro como un niño que recién está descubriendo el mundo a su alrededor. En determinado momento sopesó la idea de que Brett fuese criado en la naturaleza, como otros garou que había conocido en su manada, por lo que tendría sentido que fuese tan... salvaje para comportarse frente a otras personas y no tuviera en cuenta lo invasivo que podía llegar a ser.
Las calles estaban casi desiertas por la hora que era y además por la nieve que se acumulaba en las mismas, provocando que se encontraran de frente con apenas un par de parejas o personas solitarias comprando algo a última hora. Era más fácil así, podrían hablar tranquilos de lo que eran y lo más probable fuese que nadie se percatase de ellos. —Yogi es un oso que salía en una serie de dibujos animados que daban cuando era niño. Era un loco, como tú, aunque él luchaba por robarle la comida a la gente que hacía picnic en el lugar que él vivía. —Respondió luego de su pregunta, asumiendo que la razón por la que no conocía el oso fue porque realmente se crió en medio del bosque y todo pareció tener sentido para él. Era un salvaje y así lo confirmó una vez más al estar siendo guiado hacia otro lugar a placer del más alto.
Sus últimas preguntas le dejaron un sabor amargo en la boca, tardando lo más que le fue posible en responderlas al estar observándole de pie justo frente a Brett. ¿Podía confiar cuánto en él? Decirle que era un lobo solitario no era beneficio para ningún garou, era casi suicidio si alguien llegaba a atacarle, más para él al ser un cachorro todavía; había tanto que necesitaba aprender, tanto que vivir. Liam le recorrió con la mirada un par de veces más antes de sentarse a su lado, dejando el bolso entre ambos casi como una muralla que le defendía de absolutamente nada, ya que era un bolso, un simple bolso entre dos cambiantes sentados para conversar.
Dejó ir un pesado suspiro mientras recostaba su cabeza hacia atrás, prefiriendo perder su vista en el cielo nocturno y, por sobre todo, en la luna. —No he encontrado a nadie más, eres el primer cambiante que conozco desde que llegué... pero quiero encontrar hermanos a los cuales unirme, no sé funcionar sin una manada. —Dio un respiro profundo mientras subía sus piernas a la banca, abrazándolas con ambos brazos al llegar a la parte que más abandonado le hacía sentir.— Tuve manada... fueron casi seis meses con ellos... hasta que los cazaron. No sé tanto, ni siquiera tenía un rango alto porque debía aprender a controlar mejor la transformación y también a cazar... —Prefirió callar y buscar calmarse. No quería darle algún tipo de lástima, pero la sonrisa que tenía en los labios no alcanzaba sus ojos y demostraba la soledad que sentía.
Las calles estaban casi desiertas por la hora que era y además por la nieve que se acumulaba en las mismas, provocando que se encontraran de frente con apenas un par de parejas o personas solitarias comprando algo a última hora. Era más fácil así, podrían hablar tranquilos de lo que eran y lo más probable fuese que nadie se percatase de ellos. —Yogi es un oso que salía en una serie de dibujos animados que daban cuando era niño. Era un loco, como tú, aunque él luchaba por robarle la comida a la gente que hacía picnic en el lugar que él vivía. —Respondió luego de su pregunta, asumiendo que la razón por la que no conocía el oso fue porque realmente se crió en medio del bosque y todo pareció tener sentido para él. Era un salvaje y así lo confirmó una vez más al estar siendo guiado hacia otro lugar a placer del más alto.
Sus últimas preguntas le dejaron un sabor amargo en la boca, tardando lo más que le fue posible en responderlas al estar observándole de pie justo frente a Brett. ¿Podía confiar cuánto en él? Decirle que era un lobo solitario no era beneficio para ningún garou, era casi suicidio si alguien llegaba a atacarle, más para él al ser un cachorro todavía; había tanto que necesitaba aprender, tanto que vivir. Liam le recorrió con la mirada un par de veces más antes de sentarse a su lado, dejando el bolso entre ambos casi como una muralla que le defendía de absolutamente nada, ya que era un bolso, un simple bolso entre dos cambiantes sentados para conversar.
Dejó ir un pesado suspiro mientras recostaba su cabeza hacia atrás, prefiriendo perder su vista en el cielo nocturno y, por sobre todo, en la luna. —No he encontrado a nadie más, eres el primer cambiante que conozco desde que llegué... pero quiero encontrar hermanos a los cuales unirme, no sé funcionar sin una manada. —Dio un respiro profundo mientras subía sus piernas a la banca, abrazándolas con ambos brazos al llegar a la parte que más abandonado le hacía sentir.— Tuve manada... fueron casi seis meses con ellos... hasta que los cazaron. No sé tanto, ni siquiera tenía un rango alto porque debía aprender a controlar mejor la transformación y también a cazar... —Prefirió callar y buscar calmarse. No quería darle algún tipo de lástima, pero la sonrisa que tenía en los labios no alcanzaba sus ojos y demostraba la soledad que sentía.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
Cuando su curiosidad fue saciada y supo quién era el tal oso Yogi del que había hablado el menor no pudo más que soltar una corta carcajada, algo seca, con cierto tono sarcástico e incrédulo al ser comparado con alguien que les roba la comida a unos humanos que sólo disfrutan de un picnic. Brett se sintió ligeramente ofendido por eso mas no le dio la importancia que pudiera merecer porque el momento para entrar en la seriedad se había acercado y lo quisiera admitir o no, estaba deseando con gran fervor el escuchar la historia que el más bajo tenía para contar. Quizás, él también le compartiera la suya porque aunque ese muchacho de mirada limpia pero solitaria fuera un hombre lobo, una especie que despreciaba con cada nervio de su cuerpo, él en particular no parecía una mala persona; Khóram podía conocer el cómo se sentía a cada segundo, a cada instante que pasaba a su lado debido al perfume natural que exudaba su piel y le golpeaba de una forma potente, como si le estuviera gritando.
Había muchísimas cosas que el gurahl no conocía ni tampoco le interesaba conocer pero por alguna extraña razón, si tenían que ver con Liam no parecía importunarle el exceso de información. El chico le inspiraba pena, no lástima, sólo compasión porque conocía muy bien el sentimiento que le atravesaba y por ello no le hostigó para que se diese prisa por hablar. Así como tampoco le abrumó con su mirar o su presencia pues quieto se quedó cuando el lobo se decidió a sentarse a su lado pero colocando el bolso como si de una muralla invisible se hubiese alzado entre ambos cambiantes. Dejó escapar un suspiro mientras reflexiona en sí mismo, en su comportamiento, en ese choque de emociones que le confunden y no le permiten pensar con claridad. Es un ser de instintos e impulso, la razón a veces no tiene cavidad en su mente mas ahora, con todas sus fuerzas desearía que la lógica se apoderase de aquella parte animal que tantos problemas le trae últimamente. No se avergüenza para nada de lo que es y cómo fue criado, de dónde proviene, pero en el mundo que ahora habita es aparatoso a veces y desde la última vez que pudo hablar con Jack no ha tenido la oportunidad de repetir encuentro. Necesita, desesperadamente, alguien que le guíe en esos menesteres y, desde luego, su hermano recién despertado no es para nada una opción.
Brett desea decirle a Liam que todo pasará, que encontrará una manada que cuide de él, pero nunca ha sido ese tipo de personas que mienten para hacer sentir bien a otros. ─ Me gustaría decirte que todo pasará y que encontrarás a alguien que te pide formar parte de su manada, pero no es algo que yo pueda asegurar o prometer. Sólo te diré que todo llega, más tarde o más temprano, pero llega. ─ Khóram también tenía sus zafiros fijos en la luna, con la cabeza recostada en el respaldar del banco y una pose desgarbada que tensaba los músculos de su abdomen y vientre bajo la delgada camiseta. Los brazos apoyados de igual manera y un brillo fugaz refulgiendo en oro durante segundos en los que los irises no se despegan de la Dama Plateada. Suspira un poco más, entre dientes, antes de virar apenas la cabeza para apoyar la mejilla en su hombro y corresponder la pequeña sonrisa apagada de Liam con una un poco más animada pero seria de algún modo. Sus facciones lo son, de todas formas, porque sabe que lo que siente el cachorro es duro no sólo porque lo haya experimentado de su propia mano, sino también, porque puede olerlo.
Es una esencia fuerte, especiada, que le hormiguea en la nariz y baja amargo hasta su lengua. ─ Bueno, supongo que lo primero que deberé enseñarte es a controlarte. ─ Frunció apenas el ceño, como si estuviera resolviendo un acertijo demasiado difícil y necesitara toda su concentración. ─ ¿Tienes algún sitio en dónde quedarte? ─ Es directo en sus preguntas, una que no admite algún tipo de evasiva y mentira. Brett es persistente, desea, por extraño que parezca, ayudar a Liam en lo que pueda así que no duda en ofrecer su hogar al muchacho para que sienta que tiene un lugar al que poder regresar; un lugar que le cobije cuando se sienta perdido. Sólo Gaia sabe las veces en las que Khóram ha experimentado tal sentimiento, esa sensación que aplasta el corazón y te deja sin fuerzas.
Había muchísimas cosas que el gurahl no conocía ni tampoco le interesaba conocer pero por alguna extraña razón, si tenían que ver con Liam no parecía importunarle el exceso de información. El chico le inspiraba pena, no lástima, sólo compasión porque conocía muy bien el sentimiento que le atravesaba y por ello no le hostigó para que se diese prisa por hablar. Así como tampoco le abrumó con su mirar o su presencia pues quieto se quedó cuando el lobo se decidió a sentarse a su lado pero colocando el bolso como si de una muralla invisible se hubiese alzado entre ambos cambiantes. Dejó escapar un suspiro mientras reflexiona en sí mismo, en su comportamiento, en ese choque de emociones que le confunden y no le permiten pensar con claridad. Es un ser de instintos e impulso, la razón a veces no tiene cavidad en su mente mas ahora, con todas sus fuerzas desearía que la lógica se apoderase de aquella parte animal que tantos problemas le trae últimamente. No se avergüenza para nada de lo que es y cómo fue criado, de dónde proviene, pero en el mundo que ahora habita es aparatoso a veces y desde la última vez que pudo hablar con Jack no ha tenido la oportunidad de repetir encuentro. Necesita, desesperadamente, alguien que le guíe en esos menesteres y, desde luego, su hermano recién despertado no es para nada una opción.
Brett desea decirle a Liam que todo pasará, que encontrará una manada que cuide de él, pero nunca ha sido ese tipo de personas que mienten para hacer sentir bien a otros. ─ Me gustaría decirte que todo pasará y que encontrarás a alguien que te pide formar parte de su manada, pero no es algo que yo pueda asegurar o prometer. Sólo te diré que todo llega, más tarde o más temprano, pero llega. ─ Khóram también tenía sus zafiros fijos en la luna, con la cabeza recostada en el respaldar del banco y una pose desgarbada que tensaba los músculos de su abdomen y vientre bajo la delgada camiseta. Los brazos apoyados de igual manera y un brillo fugaz refulgiendo en oro durante segundos en los que los irises no se despegan de la Dama Plateada. Suspira un poco más, entre dientes, antes de virar apenas la cabeza para apoyar la mejilla en su hombro y corresponder la pequeña sonrisa apagada de Liam con una un poco más animada pero seria de algún modo. Sus facciones lo son, de todas formas, porque sabe que lo que siente el cachorro es duro no sólo porque lo haya experimentado de su propia mano, sino también, porque puede olerlo.
Es una esencia fuerte, especiada, que le hormiguea en la nariz y baja amargo hasta su lengua. ─ Bueno, supongo que lo primero que deberé enseñarte es a controlarte. ─ Frunció apenas el ceño, como si estuviera resolviendo un acertijo demasiado difícil y necesitara toda su concentración. ─ ¿Tienes algún sitio en dónde quedarte? ─ Es directo en sus preguntas, una que no admite algún tipo de evasiva y mentira. Brett es persistente, desea, por extraño que parezca, ayudar a Liam en lo que pueda así que no duda en ofrecer su hogar al muchacho para que sienta que tiene un lugar al que poder regresar; un lugar que le cobije cuando se sienta perdido. Sólo Gaia sabe las veces en las que Khóram ha experimentado tal sentimiento, esa sensación que aplasta el corazón y te deja sin fuerzas.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
¿En qué momento había alcanzado aquella confianza como para estar tan al borde de quebrarse frente a alguien que tenía un aroma tan desconcertante? No tendía demasiado lo que estaba ocurriendo y temía que si llegaba a preguntarse demasiado descubriese cosas que no le gustasen, porque había hablado de la muerte de su familia con el dolor que aún sentía a Brett cuando apenas le conocía. Incluso sabía del enojo del gurahl por los de su raza, pero no le culpaba por ello al conocer parte de la historia de sus hermanos y de las tragedias que habían provocado en otros cambiantes.
La voz del más alto detuvo sus pensamientos por un momento, llegando incluso a volver su rostro hacia él y encontrarse con sus ojos de tonalidades similares a las propias. Trató de leer su expresión, de entender qué quería decir cada curva de sus labios o la forma en que sus cejas se arqueaban por sobre sus ojos, pero más que todo rasgo visible, el que más quiso leer como si fuese un libro abierto fue su mirada. La profundidad de la misma y los sentimientos que le transmitían. ¿Trataba de consolarle? Era difícil para Liam saber con seguridad lo que el oso sentía, pero claramente era consciente del deseo que tenía él mismo por simplemente recostarse sobre su regazo y buscar un poco de calor en un extravagante cambiante que conoció nada más minutos atrás. Quizás se debía a lo solo que se encontraba en aquel país, pero el sentimiento estaba en su interior.
Finalmente empuñó sus manos y negó con un movimiento suave de su cabeza, tratando de quitar aquellos pensamientos de lobo abandonado que rondaban en su mente para concentrarse en la conversación más que en mendigar lástima a los demás. —Si pudieras hacerlo, me ayudaría mucho... —No dijo algo más, porque la siguiente pregunta le desconcertó porque no estaba seguro la razón por la que pudiese haberla realizado. Pero imaginaba que con lo impulsivo y activo que era Brett, quizás no hubiese una razón demasiado profunda en su pregunta y solo se le ocurriese hacerla. —Sí, vivo no muy lejos de aquí, ¿tú? —Inquirió más bien por cortesía, suponiendo que la respuesta probablemente sería afirmativa. Aquel tipo de conversación le llevó a revisar la hora, notando que era bastante tarde y mañana tendría que levantarse temprano por sus estudios. —Debería irme pronto, tengo clase mañana. —Sus dedos tamborilearon sobre la correa de su bolso, considerando el buscar una forma de contactarle a futuro o no, razón por la que se mantenía aún sentado en el banco.
La voz del más alto detuvo sus pensamientos por un momento, llegando incluso a volver su rostro hacia él y encontrarse con sus ojos de tonalidades similares a las propias. Trató de leer su expresión, de entender qué quería decir cada curva de sus labios o la forma en que sus cejas se arqueaban por sobre sus ojos, pero más que todo rasgo visible, el que más quiso leer como si fuese un libro abierto fue su mirada. La profundidad de la misma y los sentimientos que le transmitían. ¿Trataba de consolarle? Era difícil para Liam saber con seguridad lo que el oso sentía, pero claramente era consciente del deseo que tenía él mismo por simplemente recostarse sobre su regazo y buscar un poco de calor en un extravagante cambiante que conoció nada más minutos atrás. Quizás se debía a lo solo que se encontraba en aquel país, pero el sentimiento estaba en su interior.
Finalmente empuñó sus manos y negó con un movimiento suave de su cabeza, tratando de quitar aquellos pensamientos de lobo abandonado que rondaban en su mente para concentrarse en la conversación más que en mendigar lástima a los demás. —Si pudieras hacerlo, me ayudaría mucho... —No dijo algo más, porque la siguiente pregunta le desconcertó porque no estaba seguro la razón por la que pudiese haberla realizado. Pero imaginaba que con lo impulsivo y activo que era Brett, quizás no hubiese una razón demasiado profunda en su pregunta y solo se le ocurriese hacerla. —Sí, vivo no muy lejos de aquí, ¿tú? —Inquirió más bien por cortesía, suponiendo que la respuesta probablemente sería afirmativa. Aquel tipo de conversación le llevó a revisar la hora, notando que era bastante tarde y mañana tendría que levantarse temprano por sus estudios. —Debería irme pronto, tengo clase mañana. —Sus dedos tamborilearon sobre la correa de su bolso, considerando el buscar una forma de contactarle a futuro o no, razón por la que se mantenía aún sentado en el banco.
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Re: [Privado | Brett] Finding someone new
El oso no pudo evitar arrugar la nariz un momento ante la cantidad de emociones que Liam estaba exudando por cada poro de su pálida piel y que estaban logrando que se marease por tenerle tan jodidamente cerca, sin embargo, le escuchó al tiempo que le observaba con esa intensidad tan invasiva que era imposible de reprimir en él. Era impulsivo, a veces, pero nunca había invitado de forma tan abierta a nadie en su morada, como bien solía llamarla Hannibal en algunos momentos de juego y cachondeo, mas, no era tiempo ni instante de pensar en su hermano cuando a su lado tenía un chico que parecía un cachorro perdido y que estaba gritando a los cuatro viento un poco de cariño ante cada movimiento calculado de su cuerpo. Podía sentir como se contenía, como buscaba alguna forma de buscar ese algo que le llenera lo que supuso un vacío abrumador. ─ Sí, lo haré, no te preocupes. ─ Tanteó sin variar su posición, tan sólo ladeando a cada tanto su cabeza para mirarle intercaladamente con la luna sobre sus cabezas. La noche se volvía fría por momentos y estaba más que seguro de que ya era momento de retirarse ambos a sus hogares, como bien había mencionado el rubio. ─ Cerca también. Oye, Liam... ─ Murmuró y, antes de saber lo que estaba haciendo, su cuerpo se movió solo, actuando veloz.
Sus brazos aprisionaron al más bajo y le acunó contra su pecho sin importarle llevarse algún que otro bolso con ellos. Le aferró con fuerza y rozó con sus labios una de las orejas foráneas, exhalando su ardiente respiración mientras le susurra su dirección y le aseguraba que siempre estaría para atender a su llamado, fuera el momento que fuera. ─ Si necesitas algo, ya sabes donde vivo, puedes venir a verme cuando quieras o quedarte en casa a dormir. ─ Se encogió de hombros sin soltarle y, más bien, el muchacho quedó en una posición curiosa sobre su cuerpo. Su regazó acogió desde los hombros hasta la mejilla del rubio mientras que le palmeaba distraídamente las caderas y subía en una caricia fugaz hasta enredar con dulzura sus falanges en el cabello corto. Brett no sabía realmente porqué motivo se estaba comportando de ese modo con alguien a quien apenas conocía pero, tenía la ligera impresión de que era más sencillo de lo que estaba dispuesto a aceptar. Liam le recordaba a sí mismo cuando volvió a despertar luego de la hibernación forzada a la que tuvo que someterse para sobrevivir, recordaba sentirse perdido y solo en un mundo que había cambiado demasiado rápido, que a todas luces le había dejado atrás.
─ Vamos, debes irte a dormir, ¿cierto? Te acompañaré hasta casa. ─ Encogió sus hombros y ordenó como si tal cosa, dedicándole una sonrisa amplia pero chulesca al más bajo, sin dejar de acariciar con sus dedos el cuello así como las aterciopeladas mejillas contrarias. Su cabello rubio también era muy suave, de hecho, Brett se pasaría la noche pasando una y otra vez sus dedos entre los delicados mechones. Con un suspiró, pensó en lo que haría al volver a casa y si podría dormir pues él también tenía clase en unas horas.
Sus brazos aprisionaron al más bajo y le acunó contra su pecho sin importarle llevarse algún que otro bolso con ellos. Le aferró con fuerza y rozó con sus labios una de las orejas foráneas, exhalando su ardiente respiración mientras le susurra su dirección y le aseguraba que siempre estaría para atender a su llamado, fuera el momento que fuera. ─ Si necesitas algo, ya sabes donde vivo, puedes venir a verme cuando quieras o quedarte en casa a dormir. ─ Se encogió de hombros sin soltarle y, más bien, el muchacho quedó en una posición curiosa sobre su cuerpo. Su regazó acogió desde los hombros hasta la mejilla del rubio mientras que le palmeaba distraídamente las caderas y subía en una caricia fugaz hasta enredar con dulzura sus falanges en el cabello corto. Brett no sabía realmente porqué motivo se estaba comportando de ese modo con alguien a quien apenas conocía pero, tenía la ligera impresión de que era más sencillo de lo que estaba dispuesto a aceptar. Liam le recordaba a sí mismo cuando volvió a despertar luego de la hibernación forzada a la que tuvo que someterse para sobrevivir, recordaba sentirse perdido y solo en un mundo que había cambiado demasiado rápido, que a todas luces le había dejado atrás.
─ Vamos, debes irte a dormir, ¿cierto? Te acompañaré hasta casa. ─ Encogió sus hombros y ordenó como si tal cosa, dedicándole una sonrisa amplia pero chulesca al más bajo, sin dejar de acariciar con sus dedos el cuello así como las aterciopeladas mejillas contrarias. Su cabello rubio también era muy suave, de hecho, Brett se pasaría la noche pasando una y otra vez sus dedos entre los delicados mechones. Con un suspiró, pensó en lo que haría al volver a casa y si podría dormir pues él también tenía clase en unas horas.
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