[Privado / Marina] Somewhere

Si bien Dylan había vivido allí años, no había logrado conocer Rusia en toda su extensión. Sin rumbo o dirección alguna comenzó a caminar tan erráticamente como una hoja al caer de un árbol mientras sopla un gran viento. Quería explorar por lo que sabiendo que estaría fuera unos días empacó cosas básicas de campismo mas era probable que no las usara en lo absoluto; al ser un ser de la naturaleza le era cómodo dormir o estar a la intemperie por bastante tiempo.

Había pasado al rededor de una hora, o tal vez dos, en la que había caminado sin saber a donde se dirigía exactamente; todo comenzaba a verse menos poblado, o al menos, menos transitado. Era tan extraño que le hacía quedar perplejo el no observar gente caminando por las calles de la ciudad de Moscú agolpándose para avanzar rápidamente; tenía la calle plenamente libre ya que no había ni siquiera vehículos que pudieran transitar ya que el pavimento colocado en aquellas zonas era pésimo y estaba deteriorado a raíz de los largos años.

Algo le comenzaba a desesperar; no había notado anteriormente que tampoco había tiendas abiertas a lo largo de aquella ancha calle. ¿Qué diablos se suponía que era aquel lugar? No lograba comprender donde había llegado y tampoco sabía como saldría luego de allí.

Hace poco había llegado a ese nuevo país, para Marina era completamente extraño estar sola, sin sus compañeros, pero ya debía acostumbrarse por completo. A medida que conocía los pasajes de Moscú, había llegado a un nuevo lugar, a uno que nunca antes había notado.
Todo parecía un lugar terrorifico, los juegos que alguna vez hicieron reír personas se encontraban deteriorados, en vez de ver familias disfrutando de aquella diversión, solo se veían raíces de los árboles que tomaron su lugar nuevamente, a pesar de que todo parecía lúgubre, a Marina le agradaba notar que todo al fin y al cabo pertenecía a la naturaleza.

Manteniendo las manos detrás de su espalda, avanzaba con un paso algo danzarín, observando el cielo, la nieve temperatura baja que había a su alrededor, claro, ella no podía mantenerse mucho al frío pero tampoco necesitaba de un sol continuo. Cuando su marcha continuó, observó a unos metros la presencia de un ser, sonriendo por ver a alguien, se acercó unos pasos más a él, claramente sentía la presencia sobrenatural, ladeó el rostro como un pequeño zorro y continuó acercándose con algo de desconfianza.

-Etto... Hola - Saludó en aquel idioma ruso pero claramente con un tono japonés que era su origen. Trató de acercarse más con cautela, pues no sabía como reaccionaría el contrario.

Aquello era increíble y horroroso a la vez; una ciudad abandonada que probablemente habría sido muy bella. No se había dado cuenta de lo desolado que estaba aquel lugar hasta que notó que ni siquiera un animal había cerca. Se quitó aquella mochila de la espalda un segundo para poder descansar de aquel peso y tomar un poco de la refrescante agua que llevaba. Apenas bebió unos sorbos ya que debía guardar para sobrevivir si es que quedaba allí por unos días.

Una vez guardo todo, y calzó su mochila nuevamente en su retaguardia, comenzó a investigar nuevamente para corroborar de que no quedaba nadie; tal vez podía usar aquella ciudad para desarrollar una nueva técnica. Sabía bien que aquello requeriría una concentración bastante mayor a la que lograba en la ciudad de Moscú y aquel lugar parecía el más adecuado para lograr esto.

Se dirigió a la zona central de la ciudad, donde había un parque de diversiones en completa ruina; allí comenzaría a meditar para llegar a la máxima concentración necesaria para desarrollar una habilidad o al menos para comenzarla si no resultaba posible el completarla. Las desoladas calles eran perfectas para ejecutar su segunda runa y vestir su piel habitual, y lo habría hecho, pero justo antes de concentrar su magia, en la runa que llevaba tatuada en el centro de la espalda, sintió un ligero ruido. ¿Debía activar una runa para saber a que se podría enfrentar? Una suave voz le hizo voltear cautelosamente esperando no tener que esquivar ningún ataque. -P-pero... ¿cómo es que te encuentras aquí?.- Ni pensó en saludar cuando observó que era una joven o al menos era lo que aparentaba ser.

Era completamente extraño que la tratase como a alguien cercano, Marina estaba acostumbraba al respeto en las palabras, a tratarse de usted, al señorita, al caballero y toda aquella etiqueta que la cubría, su pregunta la desencajó levemente, lo cual la hizo ladear levemente la cabeza con cautela. -¿Cómo es que me encuentro aquí? – Respondió a su interrogante con la misma pregunta mientras pensaba que responder realmente, trataba de ser amable, pero ¿Le entendería? Marina colocó sus manos detrás y sonrió con algo de suavidad mientras inclinaba su cuerpo levemente. –Un gusto, soy Marina – Se presentó a sí misma, no sabía realmente que responder a la su interrogante. – Yo, no lo sé, solo llegué a este lugar abandonado, me encontraba caminando como lo hago la mayor parte del tiempo… y aquí estoy – comentó con tranquilidad y toda sinceridad.

Sabía que aquel acontecimiento no era normal ¿Qué haría alguien, una mujer, sola en aquel lugar abandonado? No era una simple mujer, solo era un ser mágico que quería conocer del mundo humano, pero aquel ser que se encontraba frente a ella, tampoco era un ser humano cualquiera.

Aquello era tan extraño que no lograba creer que era una simple persona, pasando por allí, tal cual él; no le cerraba para nada la situación. Se acercó lentamente al escuchar a la contraria presentarse mas sus precauciones eran las suficientes para el momento. —Bien, ¿y como es que no estas ni siquiera un tanto cansada?.— Preguntó un tanto tajante, no quería arriesgarse a bajar su guardia y salir de allí de mala manera.

Una vez que se aproximó a la contraria se quedó observándola por unos momentos, analizando que tan precavido debía ser ante aquella muchacha de aspecto joven. —Dylan...— Murmuró su nombre mientras mantenía la distancia desde la que observaba a la contraria. A decir verdad solo se había acercado para intentar que la contraria revelara, al sentirse acorralada, si era algo más que un simple humano que pasaba por aquel lugar.

Le había tratado como si hubiera sido una persona de mucha confianza, mas él era así con la mayoría de la gente. Nunca habló con mucha formalidad delante de una persona, sólo lo había hecho en contadas ocasiones, en las que la situación lo demandaba, pero esta no era una de ellas. ¿Que debía hacer? No le gustaba forzar a las personas, pero creía que pronto debería usar aquella runa por primera vez.

La defensiva del contrario le causaba cierta gracia, aunque ella también se encontraba de la misma forma, salvo que siempre era de ese modo por su naturaleza. Se apoyó en una de las atracciones abandonadas mientras alzaba la vista para observar el cielo. ¿Debía mostrar su naturaleza? Ella sabía que el contrario no era un humano normal, por lo que ¿Podría hacerlo? Volvió la mirada hacía él con una suave sonrisa.

-Piensas que no soy un ser normal? ¿Un ser humano? – Preguntó con suavidad hacía el contrario, lo que menos quería era asustarlo.– Tú tampoco lo eres y no te estoy obligando a mostrar tu forma de ser.  Eso es de mala educación. – Sonrió con suavidad hacía el contrario, claro, no quería tener algún tipo de pelea, estaba adecuada para eso, pero no, no era algo que le gustase.

-Un gusto Dylan ¿Eres de la zona? Podríamos hacer un trato, te digo que soy si tú también me cuentas que eres, como sé, no eres lo que yo soy y realmente no sabía que podía encontrarme a alguien distinto por estos lados. – Mantenía la sonrisa en el rostro, Marina era un ser pacifico, le gustaba ayudar, prefería la paz aunque podía ser muy engañosa, orgullosa y todas aquellas características que tenían los zorros.

Si todo era como la contraria lo hacía parecer tenía alguna habilidad especial para saber que no era un ser natural sino todo lo contrario. Sus sospechas entonces se habían confirmado, la contraria era algo más que una persona de apariencia humana. Aquellas palabras que la chica daba parecían una clase de amenaza o algo por el estilo. —¿De que hablas? Nunca dije nada sobre tu y tu humanidad...— Preguntó un tanto expectante ya que la chica parecía que sabía mucho más de lo que aparentaba.

—¿Porque me acusas de algo que nunca pretendí? ¿Qué es lo que me demuestra que tú mereces mi total confianza?— No pretendía desconfiar de la joven y mucho menos generar un conflicto ya que siempre resolvía todo con un poco de habla solamente. Bajó su guardia un tanto, aun sin haber demostrado siquiera que estaba a la defensiva en algún momento, no parecía que la chica intentara hacer algo dañino para con él pero tampoco podía confiar así como si nada de un instante a otro.

—No, no soy de esta zona... Es raro que una niña logre estar aquí sin necesitar ninguna provisión ni nada por el estilo...— Susurró lo suficiente para que la chica le pudiera escuchar.

-Mou~ Siento hacerte desconfiar por mis palabras, pero sé que sabes que no soy humana, bueno en todo caso comenzaré yo, soy una Kitsune – Sonrió amplio luego de decir su verdadera forma. –Puedo estar en muchos lugares sin la necesidad de provisiones, todo se puede conseguir de la naturaleza. – Comenzó a caminar alejándose un poco del contrario para no seguir asustándole, o esa impresión estaba dando hacía él.

-¿Has oído hablar alguna vez de los Kitsunes? Mi clan es muy antiguo, no debería revelar fácilmente lo que soy, pero todo este mundo es tan fascinante – Realmente se sentía fascinada con todo aquello nuevo que le estaba ocurriendo y aquel sentimiento, se le impregnaba en su rostro. Seguía moviéndose con natural agilidad por entre los juegos de atracciones, pero no se acercaba a él para no ser atacada de cierta forma.

-No debes temerme, no haré nada aunque no lo creas, puedo tener muchas cosas malas de vista pero cumplo mi palabra siempre. – En un momento se agachó para mirar una pequeña flor que se encontraba ahí, sola, como muchas cosas a su alrededor, la encontraba fascinante ¿Cómo era capaz de crecer con tanta fuerza?

¿Qué? No entendía lo que la contraria le refería; si bien era lo suficiente antiguo como para conocer muchas cosas, no sabía que diablos era un "Kitsune". Nunca había tenido contacto con un ser de aquella raza ni nada similar. Negó ante la pregunta de la chica más no supo que decir mientras esta seguía hablando. Al ve que comenzaba a caminar decidió seguirle y observarle atentamente. No apreciaba ningún cambio en la contraria, ¿acaso no había ni siquiera revelado su identidad verdadera aún? ¿Cómo se vería ella realmente?

Sin importar demasiado aquello, concentró su magia en las runas, logrando enfocar todo en su transformación. Lentamente comenzó a transformarse en aquel equino de pelaje gris opaco que solía caracterizarle ya que era el único con un pelaje de aquel color. De a poco su estatura comenzó a aumentar, haciendo que su figura se vea más imponente aún. ¿Asustaría eso a la chica? No sabía si sucedería, pero de todas formas había comenzado a sentir la debida confianza aunque seguía habiendo algo que le extrañaba.

—Pues... yo soy lo que soy...— Murmuró mientras observaba a la chica que se agachaba a observar aquella flor que, extrañamente, crecía en aquella ciudad.

La transformación del chico la había sorprendido ciertamente, pero, como siempre había vivido entre seres que cambiaban de forma no era algo fuera de lo normal para ella. Le observó al voltear y dejar de ver a aquella flor, sonrió, aquel ser era realmente hermoso. Se levantó para estirar la mano y acercarse así lentamente hacía él, aunque no sabía cómo reaccionaría.

-Tienes una bella forma natural, nunca había visto a alguien como tú – Le miraba realmente asombrada, sin siquiera alcanzar a estar cerca o tocarlo, ella misma se transformó en lo que era, un zorro blanco y grande, solo tenía dos colas puesto que los más sabios y antiguos tenían más colas, incluso el dios de los Kitsunes es el que tenía nueve colas, su forma de kitsune era elegante y grácil, levitó un poco y así se mantuvo suspendida en el aire.

-Así soy yo, nada sorprendente – comentó con total simplicidad hacía el contrario, ambos se encontraban en sus formas animal, y era realmente extraño estar frente a un ser como lo era él.

No reaccionó bruscamente mas al ver que la chica intentaba tocarle dio un ligero paso hacia atrás, expresando la incomodidad ante el contacto cuando se hallaba en su forma natural. Observó como la contraria comenzaba a cambiar lentamente y poco se sorprendió mas si se fascinó al ver aquella figura que adoptaba la ajena. No entendía bien el porque de sus dos colas, pero tampoco cuestionaría cosas que tal vez fueran relevantes.

Poco a poco su forma volvió a la anterior; volvía a ser aquel muchacho flaco que se había alarmado por las anteriores acciones de la chica tan tontamente. —Lamento haber sido un tanto desconfiado, el lugar inspira esa clase de sentimientos...— Admitió mientras se acercaba con una sonrisa leve. —Es un gusto conocerte, Marina.—

Tomó su mochila de donde la había dejado, cargando esta en su espalda nuevamente para comenzar a caminar por aquella ciudad. Observaba a la contraria, en cortos interines de tiempo, mientras caminaban a la par. Aquel lugar ya no estaba tan desolado, ahora que aquel par se encontraba en ella.

Cuando el chico volvió a ser el mismo, más bien, a adoptar su forma humana ella hizo lo mismo, volvió a tener su forma humana, le agrada estar en su forma de kitsune pero también le agradaba estar a la par con sus semejantes. A pesar de haber vuelto en su forma de humana, se mantuvo levitando a su lado mientras comenzaban a avanzar, sería la primera persona que tendría un contacto.

-Mmm, no te preocupes – Negó con una suave sonrisa hacía el contrario – También suelo ser desconfiada, pero últimamente ando asombrada –Sonrió nuevamente pero más amplio, poco segundos después dejó de levitar y así caminar tranquilamente a su lado. - ¿Por qué te encontrabas en este lugar? –Preguntó con curiosidad pero manteniendo cierto margen para no verse tan curiosa como lo era comúnmente.   – tienes una forma curiosa ¿A qué clan perteneces?

Caminaba aún escuchando a la contraria hablar. Mientras intentaba procesar hubo un momento de silencio entre el fin de las palabras de la chica y su respuesta. ¿Clan? ¿Acaso había peor manera de limitar a una raza? —No tengo clan, me separé y soy un alma libre desde hace mucho. Aunque tal vez quieras saber que soy... un re'em.— Dijo el muchacho mientras se acomodaba sobre un barandal, algo oxidado pero aún fuerte, y la observaba atentamente.

—Debo admitir que tienes una figura muy hermosa, jamas había presenciado algo así...— Admitió mientras observaba a todos lados, buscando algo que no estuviera en ruinas o algo así; era totalmente en vano. No había arboles siquiera a su alrededor. —Verás, me gusta explorar lugares y conocer cosas nuevas. Es por eso que estoy aquí, aunque realmente no lo planee.— Afirmó, y volvió a fijar su mirada en la chica. —¿Realmente estabas paseando y terminaste perdida aquí?— Cuestionó a la contraria.

-¿No tienes clan? ¿Te gusta estar solo? – Preguntó con curiosidad mientras detenía su andar, miraba fijamente al contrario puesto que le agradaba fijar la mirada con la persona que conversaba, creía que así se mantendría confianza, una persona que miraba fijamente a los ojos era alguien que no ocultaba nada.

-Hay Kitsunes con más antigüedad, tenemos más de una cola que representa nuestra experiencia de vida, la figura que tenemos es agraciada pero es porque ¿Qué zorro no lo es?  - Notó que el chico observaba a su alrededor a lo que ella hizo lo mismo, mirando atenta a lo que había. Negó ante su interrogante. –Perdida no estoy, sé en qué lugar estoy, pero llegué solo de casualidad, me gusta viajar bastante, descubrir lo que hay en este mundo, hay muchas cosas que aun no comprendo pero sé que pronto lo haré, por ejemplo ahora te conocí a ti, un re’em, nunca había escuchado lo que eres, es realmente asombroso ¿Hay más como tú? Yo sé que hay más como yo, pero mi clan era pequeño, hay clanes en distintos lugares y espero conocerlos a la mayoría. Tengo tiempo – comentó con total tranquilidad y luego soltó una pequeña risa.

-¿Te das cuenta de que la naturaleza poco a poco toma control de lo que era de ella? Los humanos han construido aquí un parque de diversiones, pero ahora se encuentra abandonado y ahí, hay una pequeña flor que pronto será una hermosa flor.

Escuchó cada una de las palabras de la chica, pensando que tal vez le gustaba hablar, y procesando lentamente cada cosa que decía. Si bien podía responder cada una de sus preguntas, tenía una mente bastante olvidadiza por lo cual era probable que en algún momento no respondiera bien alguna de las tantas cosas que la contraria preguntaba. —Si, me gusta estar solo. Si me tuviera que mover con un clan sería demasiado estresante...— Admitió mientras la observaba.

—A decir verdad, no lo se con exactitud. Supongo que deben de haber más como yo, pero mi falta de interés en contactarlos me lleva a no saber si existen más como yo.— Dijo y miró un poco más hacia donde se hallaban las estructuras metálicas que antes eran atracciones, observando el lugar donde crecía aquella flor que habían visto unos momentos antes. —Es verdad, pero aún así, es tan feo ver que ahora nadie habita este lugar... Me hubiera gustado conocerle con más vida aún...—

Nuevamente dejó su mochila en el suelo, sacando la botella de agua que llevaba con él. Tendió esta a la kitsune ya que en aquel lugar, a pesar del intenso frío característico de Rusia, había mucho sol y podía llegar a hacerle mal.

Escuchaba con atención todas las respuestas y más que el contrario le daba. Volvió la mirada hacía las cosas que se encontraban en frente, a aquellas estructuras metálicas, oxidadas, ladeó ligeramente el rostro sumergida por una parte en sus propios pensamientos mientras continuaba escuchándole. —A veces las cosas son así porque deben ser así —Comentó tranquila.

Se fijó en la botella de agua que tenía el contrario, la cual le ofrecía, agradeció con una suave sonrisa e inclinando ligeramente la cabeza. —Arigatou —destapó la botella y bebió de esta solo un sorbo, limpió y la cerró para entregársela al contrario.

El lugar y el clima se encontraban agradable, y detenerse simplemente a hacer nada, no era parte de lo que hacía Marina comúnmente. —¿Le gustaría pasear? Creo que deben haber cosas interesantes en este lugar —Le guiñó un ojo pero no de coquetería, simplemente de complicidad por si realmente habían cosas maravillosas que encontrar. Comenzó a caminar para guiarse a aquellos juegos oxidados y comenzar a inspeccionarlos — ¿Por qué los habrán abandonado? —

Aquel gesto que la chica le había hecho le dejó atónito. ¿Acaso le estaba coqueteando? Sintió aquello tan raro ya que nunca nadie había dedicado un gesto de ese estilo. A pesar de todo decidió que si quería pasear, aun sabiendo que si la chica de verdad intentaba algo podía frenarla o dejarle hacer dependiendo siempre de las verdaderas intenciones que tuviese.

Se levantó de donde se encontraba sentado y simplemente siguió a la chica. Dejó su mochila en aquel lugar ya que, de todos modos, nadie iría a esa ciudad abandonada. —Tal vez los humanos no podían vivir aquí por algún experimento nuclear fallido...— Sugirió mientras observaba el oxido que cubría los juegos que ya no funcionaban más. Tomó una barra e intentó torcerla, logrando aquello con levedad, notando el polvo de oxido que quedaba sobre su mano.

—Me pregunto como habrá sido realmente. ¿Habrá sido un hermoso pueblo o siempre habrá sido sombrío como ahora?— Planteo mientras observaba el cielo y notaba que a medida que comenzaba a caer el sol aquel lugar ya no resultaba tan agradable como con una gran luz de día.

—Mmmm —Solo pronunció tras escuchar la respuesta del contrario ¿Habrá sido aquello realmente? Marina no lo conocía realmente. Miró atenta cuando el contrario dobló aquella barra, no se sentía sorprendida por la fuerza que el contrario tenía, claro que no, aunque ella era más un animal mágico que apenas tenía la fuerza necesaria para atacar.

—Yo no podría suponer nada, no tengo la capacidad para hacerlo — Sonrió con tranquilidad luego de responder. Miró hacía el cielo y notó que pronto se oscurecería, observó a su alrededor. —¿Por qué baja la temperatura de noche? Me da frío —Se abrazó a si misma puesto que no traía mucho abrigo. —Creo que ya es hora de que me vaya, debo buscar dónde quedarme —Soltó una pequeña risa ante su comentario. —Encantada de haberte conocido Dylan, espero verte otro momento, creo que no dejé que hicieras lo que venías a hacer.

Marina realmente debía ir a buscar dónde quedarse, un refugio para la noche, necesitaba dormir, necesitaba descansar en esos momentos. Estando tan lejos de lo que era la ciudad no sabía cuánto se demoraría en llegar.

—¿Cómo es eso de no tener la capacidad?— Consultó mientras su mirada se fijaba en la ajena, ladeando su rostro y encorvando sus cejas demostrando la incomprensión de lo que la chica decía. Al ver que la chica se tomaba a si misma en un abrazo observó que comenzaba a caer la noche y era cuando más frío hacía a tal punto que él comenzaba a notarlo en su forma humana.

—Oye, pero... ¿porque no entramos en alguna de estas casillas deshabitadas?— Preguntó interrumpiendo la retirada de la adversa, llegando donde su mochila para cargarla en sus hombros y caminar junto a la contraria. —Tal vez podamos encontrar un poco de reparo allí y si necesitas abrigo puedo darte lo suficiente...— Añadió mientras observaba si habían quedado puertas abiertas o si podía violentar las cerraduras con una fuerza mínima. —Podemos salir al alba, yo también debo ir hacia la ciudad pues es ahí donde vivo.—

Al notar que  las puertas debían ser abiertas con fuerza bruta, elevó su pié y apuntando al lugar donde se encontraba la empuñadura de la puerta arremetió duramente para poder abrir una donde, al parecer, podrían estar al reparo de la nieve que podía caer en la noche.

Pestañeó ante el ofrecimiento del contrario, ciertamente no había pensado en quedarse en un lugar deshabitado como aquel en donde se encontraban, se miró las manos  y sentía el frío en la punta de los dedos, en su forma original podría abrigarse ella misma con su pelaje, pero en forma de humano, todo era más sensible.

—Demo… ¿Estaría bien? Nunca me he metido a la casa de otro, ya sea que esté habitada o desocupada —Miró al chico con atención mientras asentía despacio, pues la idea de salir al alba le era más llamativa, no tendría que viajar de noche. —Está bien ¿Qué lugar se ve mejor? —Miró a su alrededor junto a lo que hacía el chico, cuando notó que este se preparaba para “atacar” dio unos pasos atrás dándole espacio. Sonrió amplio y dio unos pequeños aplausos cuando este logró romper la cerradura.

—Tienes mucha fuerza también como humano, yo nunca he probado mi habilidad. —Comentó tan distraída mientras avanzaba hacia el interior, el lugar se encontraba algo oscuro, solo algunas filtraciones de luz que daban desde el techo. —Que asombroso, nunca hubiese imaginado que abandonarían algo así, un hogar —Comentaba más para sí misma que para el contrario.  Miró a su alrededor buscando madera vieja, alguna que otra cosa para incendiar en el momento. —Creo que con estas cosas estaremos bien —Sonrió amplio al chico mientras amontonaba madera vieja que se encontraba en aquel interior y algunos diarios de aquella época en dónde vivían personas ahí.

Asintió al ver la madera que podrían quemar durante esa noche, tomó una pequeña vara y comenzó a frotar esta contra una tabla para comenzar un leve fuego siquiera. Giraba la vara en su mano, aumentando y disminuyendo la velocidad rápidamente, observando como la tabla se ennegrecía de forma casi instantánea mientras adquiría calor.

—Tengo unas frazadas en mi mochila si tienes mucho frío.— Dijo mientras dejaba aquel fuego y comenzaba a avivarlo poniendo un poco de papel para que el fuego creciera y comenzara a quemar un poco más de la madera que poseían. —Es increíble lo que pueden desperdiciar los humanos...— Afirmó ante las palabras de la contraria mientras se sentaba con las piernas cruzadas en el suelo.

—¿Crees que pueda venir alguien en la noche al pueblo?— Preguntó con un poco de curiosidad a la chica, observando al fuego que ya se encontraba encendido.

Miraba embobada como el contrario prendía aquel fuego para que sirviese de calor en la noche, pestañeó suave mientras sacudía su cabeza mientras le escuchaba. —¿ah? —Buscó con la mirada la mochila del contrario y sin dudarlo sacó aquellas frazadas. —Wow, tienes muchas cosas, es como el bolsillo mágico de Doraemon –Rió casi a carcajadas mientras acomodaba las cosas cerca de la fogata que ya tenía el fuego prendido. Se sentó arriba de una y con esa misma logró cubrirse hasta la cabeza, disfrutando de aquello. Miró hacía el chico mientras ladeaba la cabeza.

—No creo que vengan en la noche… aunque… ¿Quién podría? Si viniese alguien no sería humano. — Respondió al contrario y palmeó a su lado para que el contrario también se acercase, realizó una mueca pensando en que debería haber tenido algo para comer. —Parece como si hubiésemos ido a acampar y eso que recién te conocí —Sonrió animada mientras miraba fijamente las llamas del fuego.

—¿Doraemon? Ah, la verdad no se que es, solo que traje una mochila grande con cosas pensando en que dormiría a la intemperie...— Afirmo mientras la observaba; le divertía ver a la chica en aquella frazada mas pensaba en usar su forma equina para que no fuera necesario el uso de una ropa adicional.

—¿Estás cómoda?— Comentó una vez que llegó a su forma equina completa, recostándose cerca de la chica y observando las chispas del fuego. —Espero solamente que podamos dormir con tranquilidad...— Murmuró y posó su cabeza en el suelo, observando el techo de aquel lugar tan esplendido; no creía que alguna vez hubiera estado habitada ya que estaba demasiado impecable como para ser un hogar de familia.

—Ah, así es. Un campamento...— Dijo riendo mientras escuchaba el crepitar de las llamas en aquella hoguera que habían improvisado.

—Estoy completamente cómodo, no necesito mucho como para sentirme bien —sonrió con tranquilidad mientras miraba atenta a la forma equina que se había transformado el chico. Al verlo cerca, se acercó un poco más y con algo de confianza pasó los brazos por alrededor de su cuello y apoyó la cabeza sobre la del equino. Se quedó mirando atenta al fuego.

—¿Cambiaste de forma para poder usar yo la frazada? —Preguntó sin mirarle, la fogata siempre la mantenía embobada, disfrutaba de aquellas chipas, de aquel color que tenía aquello. Ella también podría transformarse, pero en aquel momento prefería mantener su forma de humana, y así sentir lo que ellos sentían en momento como aquellos.

Aquello se sentía raro mas no se negó a que la chica se acomodara como lo había hecho. Se mantuvo observando al fuego mientras le oía. —En parte si, pero no es del todo la razón...— Afirmó mientras notaba que la contraria se mantenía observando la fogata que se alzaba allí cerca de ambos.

El calor de la hoguera le mantenía la temperatura corporal gracias a que su pelaje hacía que esta quedara por más tiempo. —Parece que te gusta como se mueve el fuego...— Murmuró mientras en su boca se formaba una leve sonrisa, notando como la chica mantenía la mirada a pesar de sus palabras. ¿Qué tenía el fuego de atrapante para la contraria? ¿Qué veía en él? Era un simple fuego y nada más.

—Dime... ¿que cosas te gusta hacer?— Preguntó con un poco de curiosidad mientras acercaba una pata a la chica para que a pesar de que pudiera moverse no se deshiciera de la manta accidentalmente.