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Rusia, Moscú~ Año 2014. Desde la antigüedad los humanos han convivido con seres sobrenaturales, sin saber de la existencia de estos. Dichos seres han sido llamados desde antaño como "Otros" (Иные). Entre estos mismos existen enormes diferencias, que parecen acentuarse aún más con el paso de los siglos, separándose en variadas razas que poco a poco algunos hombres iluminados pudieron comenzar a identificar, dejando testimonio de esto en antiguos manuscritos. Los llamados otros mantuvieron durante centurias una tregua, con la cual prometían jamás mostrarse ante un humano en su forma real, y aunque siempre hubieron ocasiones en que un otro rompía la tregua por motivos de fuerza mayor~ Hoy en día muchos han decidido romper la tregua en beneficio propio, poniendo en peligro a toda su raza y abriendo los ojos de la humanidad. Este es el juego de las apariencias y muchas veces engañan ¿Serás capaz de confiar?.
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[Privado/Khóram] Blood 'bear' brothers.
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[Privado/Khóram] Blood 'bear' brothers.
Caminaba y caminaba, al menos parecía que no había olvidado hacerlo a dos patas. Un pie, luego otro delante de este último, así una y otra vez, de forma algo patosa y, sobretodo, prestando demasiada atención a este movimiento que debería ser común para un 'humano' como él. No le incomodaba la desnudez, pero desde que conoció a la humanidad hace ya bastante tiempo, supo que a estos seres sí, además, tenía algo de sangre humana recorriendo sus venas, un par de telas (que le quedaban francamente bien, al menos no había perdido su figura durante ese tiempo de hibernación) le tapaban sus 'vergüenzas', como buen chico que era, o al menos uno que no buscaba llamar la atención.
Se encontraba francamente descolocado. En esos años de letargo, la humanidad había avanzado a pasos atolondrados... O tal vez había involucionado, pues podía notar, incluso a lo lejos, la ansiedad social que brotaba de todos sus corazones. No faltaba un latido acelerado, descompuesto o roto entre aquellos seres. La verdad es que la tecnología le sorprendió y disgustó al mismo tiempo, pero lo que más llamó su atención fue específicamente este factor de aislamiento que parecía caracterizar a los humanos de aquellos años, o al menos eso había notado en los dos días que llevaba vagando por el lugar, buscando a cierta sangre de su sangre. Su hermano.
Algo que caracterizaba a su raza era una larga vida y mucha cabezonería, así que tenía todo el tiempo del mundo y jamás se cansaría de buscar. Olfateaba cada rincón, como un perro que busca un lugar que marcar, tratando de encontrar un aroma conocido... Pero, a pesar del tiempo transcurrido, ese olor a sangre fresca y familiar seguía nublando sus sentidos. Y eso sí que conseguía acabar con su paciencia.
No se encontraba ni cerca de darse por vencido, pero, como una brisa cálida, ese olor ferroso a sangre derramada cobró calor. ¿Y cómo puede cobrar 'calor' un olor? Pues porque aquella no era sangre derramada, no... Ese aroma pertenecía a un flujo constante. Vivo. Y esa viveza hizo que el oso corriera entre la gente, pisando la nieve como si fuera una simple alfombra, sin siquiera resbalarse o perder el equilibrio. No le importaba empujar a gente, ni con su gran fuerza temía dañar a nadie. No podía desperdiciar aquel rastro, no, esta vez no. Sus pies se volvieron mucho más ágiles que cuando simplemente caminaba, y su vista se agudizó. Un salto, una zancada, cualquier cosa que le permitiera ver sobre la gente que se amontonaba, has que finalmente...
Ahí estaba él.
Khóram.
Su hermano.
Corrió como un diablo, recibiendo quejas y alaridos de parte de aquellos que se interponían en su camino, pero no le importaba para nada. En menos de un minuto estuvo allí, y ni falta hizo que se presentara. La rapidez que llevaba, acompañada de su fuerza, hicieron de aquella carrera un placaje final que consiguió que los dos osos acabaran rodando por el suelo, casi como si estuviesen peleando, y la verdad es que eso es lo que creyeron los transeúntes que por ahí caminaban, amenazando con 'llamar a la policía' si no dejaba al chico en paz. Pff, si ellos supieran que entre peleas fraternales aquel chico de cara angelical no era precisamente el que solía perder... Todos se callarían.
Se encontraba francamente descolocado. En esos años de letargo, la humanidad había avanzado a pasos atolondrados... O tal vez había involucionado, pues podía notar, incluso a lo lejos, la ansiedad social que brotaba de todos sus corazones. No faltaba un latido acelerado, descompuesto o roto entre aquellos seres. La verdad es que la tecnología le sorprendió y disgustó al mismo tiempo, pero lo que más llamó su atención fue específicamente este factor de aislamiento que parecía caracterizar a los humanos de aquellos años, o al menos eso había notado en los dos días que llevaba vagando por el lugar, buscando a cierta sangre de su sangre. Su hermano.
Algo que caracterizaba a su raza era una larga vida y mucha cabezonería, así que tenía todo el tiempo del mundo y jamás se cansaría de buscar. Olfateaba cada rincón, como un perro que busca un lugar que marcar, tratando de encontrar un aroma conocido... Pero, a pesar del tiempo transcurrido, ese olor a sangre fresca y familiar seguía nublando sus sentidos. Y eso sí que conseguía acabar con su paciencia.
No se encontraba ni cerca de darse por vencido, pero, como una brisa cálida, ese olor ferroso a sangre derramada cobró calor. ¿Y cómo puede cobrar 'calor' un olor? Pues porque aquella no era sangre derramada, no... Ese aroma pertenecía a un flujo constante. Vivo. Y esa viveza hizo que el oso corriera entre la gente, pisando la nieve como si fuera una simple alfombra, sin siquiera resbalarse o perder el equilibrio. No le importaba empujar a gente, ni con su gran fuerza temía dañar a nadie. No podía desperdiciar aquel rastro, no, esta vez no. Sus pies se volvieron mucho más ágiles que cuando simplemente caminaba, y su vista se agudizó. Un salto, una zancada, cualquier cosa que le permitiera ver sobre la gente que se amontonaba, has que finalmente...
Ahí estaba él.
Khóram.
Su hermano.
Corrió como un diablo, recibiendo quejas y alaridos de parte de aquellos que se interponían en su camino, pero no le importaba para nada. En menos de un minuto estuvo allí, y ni falta hizo que se presentara. La rapidez que llevaba, acompañada de su fuerza, hicieron de aquella carrera un placaje final que consiguió que los dos osos acabaran rodando por el suelo, casi como si estuviesen peleando, y la verdad es que eso es lo que creyeron los transeúntes que por ahí caminaban, amenazando con 'llamar a la policía' si no dejaba al chico en paz. Pff, si ellos supieran que entre peleas fraternales aquel chico de cara angelical no era precisamente el que solía perder... Todos se callarían.
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IIIIIIIVV
Invitado
Re: [Privado/Khóram] Blood 'bear' brothers.
Dejó escapar un pequeño bostezo, acción que ahogó con su diestra mientras que la siniestra se encargaba de restregar uno de sus ojos con la única intención de espabilarse un poco y es que era tan temprano, ¡demasiado temprano! Brett tan siquiera recordaba el por qué estaba caminando a esas horas por las nevadas calles moscovitas. Tenía el día libre en el trabajo y la facultad a la que asistía había dado una fiesta la semana pasada que duraba incluso hasta el día de hoy, un hecho que merecía todas sus ovaciones porque, oye, estar casi catorce días sin dormir y sólo a base de alcohol en el cuerpo debería considerarse un récord en el libro Guiness. O al menos eso creía el gurahl, pero, volviendo a temas más importantes como era el encontrar una cafetería que estuviera lo suficientemente desocupada como para que él no tuviera que hacer cola, Brett se encontró a sí mismo hociqueando como si de un perro se tratara, dilatando las aletas de su nariz, pareciendo un pez que boquea en busca de... algo.
Sus intenciones e ideas quedaron a un paso de realizarse porque de repente el viento trajo consigo el susurro de la madre, un llamado desesperado pero lleno de creciente alegría que cada vez iba más y más hacia arriba, ascendiendo hasta casi rozar las nubes y hacer que Khóram experimentara una efusión propia pero al mismo tiempo desconocida para él. Su andar se vio detenido de golpe, mirando hacia arriba con el ceño fruncido y una sonrisita bailándole en las comisuras mientras sus ojos relampaguean durante efímeros instante en los que el tono ámbar de su iris brilló como mil soles. Entonces todo se paralizó de nuevo y un olor demasiado familiar inundó sus fosas nasales hasta golpearle el cerebro y hacer arder su mente en recuerdos de toda clase, ahogándole un momento en el que se dobló por culpa del escalofrío que latigueó en su columna. En aquel segundo los humanos que pasaban a sus costados con la intención de sortearle quedaron en segundo plano, sus voces se volvieron lejanas y el ruido tan natural de la ciudad frenó en seco; momentos después esa peculiar esencia tornándose poderosa hasta que de pronto un trabajado cuerpo se estrelló contra su espalda mandándolos a los dos al suelo. Y como si nada hubiera pasado, como si todo el dolor y la angustia por saber si su familia seguía con vida hubiera desaparecido sin más dilación, el gurahl se encontró rodando por la nieve como un niño pequeño, jugando con su hermano; sonriendo como un diablillo aunque su rostro de ángel contradijera un poco la mueca.
Khóram se halló riendo a viva voz, con el cabello despeinado, la ropa húmeda e ignorando las malas miradas de los peatones que se quitaban sobresaltados para evitar el atropello. Otras en cambio eran divertidas, como si aquel espectáculo estuviera alegrando sus mañanas; otras tantas estaban revestidas de ternura pero la suya... la suya estaba acuosa de las lágrimas retenidas y la felicidad, brillaban con luz sobrenatural mientras conseguía gracias a su cuerpo y altura mantener a su hermano de espaldas al suelo. ─ ¡Gané! ─ Se alzó victorioso sobre las caderas del mayor, golpeando su pecho con los puños de forma juguetona antes de levantarse del todo y extender su mano para ayudarle a recorrer el mismo camino, sin embargo, en su impaciencia y alegría, Khóram no pudo evitar el estrechar con fuerza la extremidad de elegantes dedos que sostenía la propia y arrastrarle contra su cuerpo en un enorme abrazo, haciendo honor a su raza, de oso. Brett casi podría jurar que escuchó a las costillas de su hermano quejarse por el trato recibido.
Inspiró con fuerza para llenarse de su aroma, de la fragancia picante de algunos árboles y arbustos que eran tan naturales en su hermano, ese olor a madera y lluvia. Su corazón estaba eufórico, tan emocionado que galopaba frenético en su pecho. No quería soltarlo, pensar que era un sueño, pero se notaba tan real y tangible que le dio margen entre sus brazos hasta soltarlo del todo pero manteniendo siempre unidas sus manos de dedos entrelazados y bien, quizás estaba siendo un poco cursi y su carácter no era para nada así pero... ¡habían pasado tanto años! ¡Demasiados! Tenía derecho a ser un poco gay de vez en cuanto, ¿cierto? Y si a su hermano se le ocurría burlarse en esos delicados momentos juraba por Gaia que iba a golpearlo con toda la fuerza de sus brazos. ─ Estás vivo. ─ Suspiró aliviado, pudiendo observarlo mejor ahora, parados sobre la nieve y en medio de la calle sin nadie que les estuviera siguiendo con la mirada porque Moscú se movía demasiado rápido y ellos parecían haberse quedado suspendidos en el tiempo. Y sin querer reprimirse más volvió a estrellar al mayor contra su pecho mientras se sentía como un niño perdido en un gigantesco centro comercial, pero que al fin había encontrado a su madre y se sentía nuevamente a salvo. ─ Idiota. ─ Sollozó al tiempo en que hunde su rostro en el cuello del más bajo, aferrándose como puede a su espalda porque no deja de temblar y se siente a punto de explotar.
Pero por fin en paz.
Sus intenciones e ideas quedaron a un paso de realizarse porque de repente el viento trajo consigo el susurro de la madre, un llamado desesperado pero lleno de creciente alegría que cada vez iba más y más hacia arriba, ascendiendo hasta casi rozar las nubes y hacer que Khóram experimentara una efusión propia pero al mismo tiempo desconocida para él. Su andar se vio detenido de golpe, mirando hacia arriba con el ceño fruncido y una sonrisita bailándole en las comisuras mientras sus ojos relampaguean durante efímeros instante en los que el tono ámbar de su iris brilló como mil soles. Entonces todo se paralizó de nuevo y un olor demasiado familiar inundó sus fosas nasales hasta golpearle el cerebro y hacer arder su mente en recuerdos de toda clase, ahogándole un momento en el que se dobló por culpa del escalofrío que latigueó en su columna. En aquel segundo los humanos que pasaban a sus costados con la intención de sortearle quedaron en segundo plano, sus voces se volvieron lejanas y el ruido tan natural de la ciudad frenó en seco; momentos después esa peculiar esencia tornándose poderosa hasta que de pronto un trabajado cuerpo se estrelló contra su espalda mandándolos a los dos al suelo. Y como si nada hubiera pasado, como si todo el dolor y la angustia por saber si su familia seguía con vida hubiera desaparecido sin más dilación, el gurahl se encontró rodando por la nieve como un niño pequeño, jugando con su hermano; sonriendo como un diablillo aunque su rostro de ángel contradijera un poco la mueca.
Khóram se halló riendo a viva voz, con el cabello despeinado, la ropa húmeda e ignorando las malas miradas de los peatones que se quitaban sobresaltados para evitar el atropello. Otras en cambio eran divertidas, como si aquel espectáculo estuviera alegrando sus mañanas; otras tantas estaban revestidas de ternura pero la suya... la suya estaba acuosa de las lágrimas retenidas y la felicidad, brillaban con luz sobrenatural mientras conseguía gracias a su cuerpo y altura mantener a su hermano de espaldas al suelo. ─ ¡Gané! ─ Se alzó victorioso sobre las caderas del mayor, golpeando su pecho con los puños de forma juguetona antes de levantarse del todo y extender su mano para ayudarle a recorrer el mismo camino, sin embargo, en su impaciencia y alegría, Khóram no pudo evitar el estrechar con fuerza la extremidad de elegantes dedos que sostenía la propia y arrastrarle contra su cuerpo en un enorme abrazo, haciendo honor a su raza, de oso. Brett casi podría jurar que escuchó a las costillas de su hermano quejarse por el trato recibido.
Inspiró con fuerza para llenarse de su aroma, de la fragancia picante de algunos árboles y arbustos que eran tan naturales en su hermano, ese olor a madera y lluvia. Su corazón estaba eufórico, tan emocionado que galopaba frenético en su pecho. No quería soltarlo, pensar que era un sueño, pero se notaba tan real y tangible que le dio margen entre sus brazos hasta soltarlo del todo pero manteniendo siempre unidas sus manos de dedos entrelazados y bien, quizás estaba siendo un poco cursi y su carácter no era para nada así pero... ¡habían pasado tanto años! ¡Demasiados! Tenía derecho a ser un poco gay de vez en cuanto, ¿cierto? Y si a su hermano se le ocurría burlarse en esos delicados momentos juraba por Gaia que iba a golpearlo con toda la fuerza de sus brazos. ─ Estás vivo. ─ Suspiró aliviado, pudiendo observarlo mejor ahora, parados sobre la nieve y en medio de la calle sin nadie que les estuviera siguiendo con la mirada porque Moscú se movía demasiado rápido y ellos parecían haberse quedado suspendidos en el tiempo. Y sin querer reprimirse más volvió a estrellar al mayor contra su pecho mientras se sentía como un niño perdido en un gigantesco centro comercial, pero que al fin había encontrado a su madre y se sentía nuevamente a salvo. ─ Idiota. ─ Sollozó al tiempo en que hunde su rostro en el cuello del más bajo, aferrándose como puede a su espalda porque no deja de temblar y se siente a punto de explotar.
Pero por fin en paz.
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Re: [Privado/Khóram] Blood 'bear' brothers.
Rodar y rodar, la nieve metiéndose por todos los recovecos de su cuerpo, traspasando la ropa y empapándola. Cualquier otro ser estaría temblando de frío, pero en su caso y gracias a su gruesa piel, el movimiento involuntario de sus músculos no eran en busca de calor, sino que era por la emoción de ver vivo a un miembro de su familia, de su tribu. A su hermano pequeño (aunque pocos lo creyeran teniendo en cuenta que medía como 15cm menos que él)
Las risas salían de su boca como hacía mucho que no pasaba, combinándose con las de su hermano. La gente ya comenzaba a ver que aquello no era una pelea y se marchaban, algunos relajados y otros decepcionados. La emoción era tal que ni siquiera le dio tiempo a levantarse, pues Khóram lo arrastró hasta sus brazos, apretándolo con la fuerza de un oso hasta que notó crujir sus huesos, y no, eso no le molestó ni le dolió, muy al contrario, se prometió atesorar cada uno de esos crujidos, aunque sonara totalmente estúpido. Pasó sus brazos toscamente alrededor de sus caderas, teniendo en cuenta que era el más bajo, terminando por apretarlo de la misma forma, o incluso más fuerte (el ser más bajo no le quitaba ser el más fuerte de ambos) Incluso lo levantó del suelo durante unos segundos, dando una rápida vuelta sobre sí mismo entre risas cariñosas.
Cuando logró relajarse mínimamente, se separó un poco, sin dejar de rozar sus cuerpos, no por nada eran osos, el cariño y calor eran parte de su raza. Lo miró con mucho cariño, delineando sus rasgos con la vista.- ¿Cómo has estado? Debes contarme todo. ¿Cuándo despertaste? ¿Sabes qué ha pasado con el mundo? No entiendo nada, la verdad... - Tragó con pesadez, cambiando su expresión de cariño a una de tristeza, aún con una sonrisa cariñosa.- ¿Sabes algo de nuestra familia?.
Las risas salían de su boca como hacía mucho que no pasaba, combinándose con las de su hermano. La gente ya comenzaba a ver que aquello no era una pelea y se marchaban, algunos relajados y otros decepcionados. La emoción era tal que ni siquiera le dio tiempo a levantarse, pues Khóram lo arrastró hasta sus brazos, apretándolo con la fuerza de un oso hasta que notó crujir sus huesos, y no, eso no le molestó ni le dolió, muy al contrario, se prometió atesorar cada uno de esos crujidos, aunque sonara totalmente estúpido. Pasó sus brazos toscamente alrededor de sus caderas, teniendo en cuenta que era el más bajo, terminando por apretarlo de la misma forma, o incluso más fuerte (el ser más bajo no le quitaba ser el más fuerte de ambos) Incluso lo levantó del suelo durante unos segundos, dando una rápida vuelta sobre sí mismo entre risas cariñosas.
Cuando logró relajarse mínimamente, se separó un poco, sin dejar de rozar sus cuerpos, no por nada eran osos, el cariño y calor eran parte de su raza. Lo miró con mucho cariño, delineando sus rasgos con la vista.- ¿Cómo has estado? Debes contarme todo. ¿Cuándo despertaste? ¿Sabes qué ha pasado con el mundo? No entiendo nada, la verdad... - Tragó con pesadez, cambiando su expresión de cariño a una de tristeza, aún con una sonrisa cariñosa.- ¿Sabes algo de nuestra familia?.
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IIIIIIIVV
Invitado
Re: [Privado/Khóram] Blood 'bear' brothers.
No era posible sentirse así de feliz, así de eufórico y contento porque estaba a punto de sufrir un ataque al corazón de lo rápido que le latía entre costilla y costilla, pero lo estaba, riendo a carcajadas mezcladas con humillantes sollozos de nena que negaría para toda la eternidad aun cuando su hermano pudiera escucharlos con la misma claridad con la que se oye llover. Nadie podía decir que él no estaba intentando serenarse, de verdad que lo hacía, pero Brett volvía a escuchar entonces el desaforado repiquetear del corazón de su hermano contra el propio pecho logrando que todos esos sentimientos se lo lleven una vez más, sin ganas de hacerle entrar en razón, pero le da igual así como le da lo mismo el estar empapado de pies a cabeza, con la ropa hecha un desastre y sus brazos aferrados en un agarre poderoso en torno al cuerpo más bajo pero más fuerte frente así. Rió de nuevo cuando Hannibal le apretó de forma tan célebre que ahora fueron los propios huesos los que se quejaron en un crujido, abrazándose aún más cuando se vio alzado y revoloteado cual niño pequeño.
No distaba mucho de la realidad y de los sentimientos que ahora le estaban haciendo vibrar el corazón, importándole bien poco que las personas a su alrededor hubieran empezado a marchar al contemplar que nadie se estaba agarrando a puñetazo limpio con nadie. Las risas pronto se cortaron cuando al fin sus pies tocaron el suelo de nuevo, dejando paso a muecas cariñosas y al repaso del ser querido con la vista en un intento por asegurarse de que lo que allí pasaba era real y no otro más de sus sueños que acababan siempre en pesadillas. ─ Estoy bien, hermano, y desperté hace relativamente poco, no llevo demasiado sobre esta nueva tierra que nos abre sus brazos una vez más. Me encantaría poder responderte… ─ El menor le observó con ojos entristecidos un momento mientras se mordía el labio inferior y sus manos estaban ahora sobre el rostro de Hannibal, juntando sus frentes, inminente el dolor que sintió al tener que pronunciar las siguientes palabras. ─ Pensé… pensé que tú podrías darme esas respuestas. No he sabido nada de nadie, ni de mamá, ni de papá. Ni de nuestros hermanos. De la tribu, nadie. ─ Volvió a atraerlo contra su cuerpo en un abrazo asfixiante que encerraba todos esos demonios que intentaban derribarlo una y otra vez cada nuevo día, mas, ahora con su hermano allí, la carga parecía más ligera.
Le palmeó la espalda con ligereza antes de separarse, sacándose la chaqueta para colocarse sobre los hombros de su hermano en un intento porque no pasara tanto frío, aunque ninguno de los dos temblaba en realidad por ello. ─ Te lo contaré todo, vamos a mi apartamento, estaremos más cómodos allí y no está demasiado lejos. ¿Quieres? Por otro lado debes estar hambriento y deseo cuidarte mientras te habitúas a esta época. ─ Su voz era un tanto infantil a la vez que preocupada, pero sumamente firme, deseaba el poder ayudar a su hermano en todo lo posible ahora que estaba a su lado una vez más. Proveerle de techo, comida, ropa y el amor que no pudo demostrarle en esos años de hibernación que ambos sufrieron. ¡Como había extrañado a su familia! Tal vez no fueran todos, quizás aún permanecía la incertidumbre en su corazón sobre el posible paradero de sus allegado, mas, allí estaba Hannibal y le defendería de cualquiera. ─ Vamos, hermano. ─ Sonrió ampliamente pero con ese pequeño deje de vulnerabilidad, comenzando a andar en dirección a su hogar, el que se había convertido en ello durante esos meses.
No distaba mucho de la realidad y de los sentimientos que ahora le estaban haciendo vibrar el corazón, importándole bien poco que las personas a su alrededor hubieran empezado a marchar al contemplar que nadie se estaba agarrando a puñetazo limpio con nadie. Las risas pronto se cortaron cuando al fin sus pies tocaron el suelo de nuevo, dejando paso a muecas cariñosas y al repaso del ser querido con la vista en un intento por asegurarse de que lo que allí pasaba era real y no otro más de sus sueños que acababan siempre en pesadillas. ─ Estoy bien, hermano, y desperté hace relativamente poco, no llevo demasiado sobre esta nueva tierra que nos abre sus brazos una vez más. Me encantaría poder responderte… ─ El menor le observó con ojos entristecidos un momento mientras se mordía el labio inferior y sus manos estaban ahora sobre el rostro de Hannibal, juntando sus frentes, inminente el dolor que sintió al tener que pronunciar las siguientes palabras. ─ Pensé… pensé que tú podrías darme esas respuestas. No he sabido nada de nadie, ni de mamá, ni de papá. Ni de nuestros hermanos. De la tribu, nadie. ─ Volvió a atraerlo contra su cuerpo en un abrazo asfixiante que encerraba todos esos demonios que intentaban derribarlo una y otra vez cada nuevo día, mas, ahora con su hermano allí, la carga parecía más ligera.
Le palmeó la espalda con ligereza antes de separarse, sacándose la chaqueta para colocarse sobre los hombros de su hermano en un intento porque no pasara tanto frío, aunque ninguno de los dos temblaba en realidad por ello. ─ Te lo contaré todo, vamos a mi apartamento, estaremos más cómodos allí y no está demasiado lejos. ¿Quieres? Por otro lado debes estar hambriento y deseo cuidarte mientras te habitúas a esta época. ─ Su voz era un tanto infantil a la vez que preocupada, pero sumamente firme, deseaba el poder ayudar a su hermano en todo lo posible ahora que estaba a su lado una vez más. Proveerle de techo, comida, ropa y el amor que no pudo demostrarle en esos años de hibernación que ambos sufrieron. ¡Como había extrañado a su familia! Tal vez no fueran todos, quizás aún permanecía la incertidumbre en su corazón sobre el posible paradero de sus allegado, mas, allí estaba Hannibal y le defendería de cualquiera. ─ Vamos, hermano. ─ Sonrió ampliamente pero con ese pequeño deje de vulnerabilidad, comenzando a andar en dirección a su hogar, el que se había convertido en ello durante esos meses.
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IIIIIIIVV
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Re: [Privado/Khóram] Blood 'bear' brothers.
El corazón se le aceleró aún más (si era posible) cuando su hermano tan solo separó ligeramente los labios, uno del otro. Todo aquello que sintió cuando despertó, todas las preguntas sin respuesta que circulaban por su mente, una tras otra, arremolinándose en su cabeza de forma casi endemoniada. Le ponía de los nervios el simple hecho de conocer la verdad que sospechaba y que no le gustaba para nada, así que cuando el contrario dijo que no sabía nada de nadie, su corazón se relajó. Sí, no pudo evitarlo, se sentía relajado, porque aunque su conciencia le advirtiera que la esperanza era una tontería en ese caso, también se decía en el mundo humano que era lo último que se perdía, y en ese momento aún quedaba una poca en ambos hermanos. Una esperanza que seguramente lo uniría más que su propia fraternidad.
Paso tras paso siguió al menor. No podía evitar sonreír y reír bajo, más para sí que para el más alto, porque desde cualquier punto de vista él parecía el hermano menor, y Khóram el mayor, y si lo mirabas desde el punto de vista de que la salida de la hibernación fuese su nueva venida al mundo... No estaban demasiado desencaminados. Los autos, la tecnología, cualquier tipo de modernidad le resultaba inquietante e incluso amenazadora en parte. Ya había bajado a la ciudad antes, llevaba unas semanas despierto, y recordaba la primera vez con un temor espantoso. Odió esos aparatos de metal desde el primer momento que los vio, y su supo que jamás le gustarían. Así que sí, considerando todo aquello, Khóram podría parecer el hermano mayor y más sabio, o tal vez Hannibal solo era un anticuado, en el mejor sentido de la palabra.
Mientras se iban acercando al piso, el mayor de ambos comenzó a hablar, no muy alto ni muy bajo, tratando de mantener un tono neutro a la hora de tratar un tema tan escabroso como el de su familia.- Recuerdo una gran pelea... - Comenzó, llevándose las manos a los bolsillos, riendo sin pretenderlo por ese gesto 'caballeroso' más típico de una cita entre adolescente que entre dos hermanos.- Recuerdo el olor a sangre, mucha sangre. Los lobos... Aquellos malditos sarnosos, atacando a nuestra familia. - Hablaba muy bajo, sospechando que siempre hay un oído escuchando desde cualquier lado. No fue hasta que llegaron al rellano del piso y entraron en él, que Hannibal detuvo a su hermano justo delante de las escaleras que seguramente le llevarían a la casa de su hermano, para mirarlo a los ojos.- He estado tratando de recordar, y sospecho que me golpearon o algo por el estilo, ya que no recuerdo haber abandonado la pelea por propio pie. Recuerdo despertar lleno de sangre, cerca de un río, me lavé a conciencia y tras eso comencé a hibernar. - Sin dejar de susurrar, cual loco de la conspiración, miró al menor con seriedad.- Alguien me dejó allí, y no creo que fuera un lobo. Tuvo que ser alguien de la familia, y si es así, también debió salvarse. - La esperanza hervía en su mirada, al igual que en su corazón. Encontrar explicación a retales de recuerdos perdidos, eso debía hacer ahora.
Paso tras paso siguió al menor. No podía evitar sonreír y reír bajo, más para sí que para el más alto, porque desde cualquier punto de vista él parecía el hermano menor, y Khóram el mayor, y si lo mirabas desde el punto de vista de que la salida de la hibernación fuese su nueva venida al mundo... No estaban demasiado desencaminados. Los autos, la tecnología, cualquier tipo de modernidad le resultaba inquietante e incluso amenazadora en parte. Ya había bajado a la ciudad antes, llevaba unas semanas despierto, y recordaba la primera vez con un temor espantoso. Odió esos aparatos de metal desde el primer momento que los vio, y su supo que jamás le gustarían. Así que sí, considerando todo aquello, Khóram podría parecer el hermano mayor y más sabio, o tal vez Hannibal solo era un anticuado, en el mejor sentido de la palabra.
Mientras se iban acercando al piso, el mayor de ambos comenzó a hablar, no muy alto ni muy bajo, tratando de mantener un tono neutro a la hora de tratar un tema tan escabroso como el de su familia.- Recuerdo una gran pelea... - Comenzó, llevándose las manos a los bolsillos, riendo sin pretenderlo por ese gesto 'caballeroso' más típico de una cita entre adolescente que entre dos hermanos.- Recuerdo el olor a sangre, mucha sangre. Los lobos... Aquellos malditos sarnosos, atacando a nuestra familia. - Hablaba muy bajo, sospechando que siempre hay un oído escuchando desde cualquier lado. No fue hasta que llegaron al rellano del piso y entraron en él, que Hannibal detuvo a su hermano justo delante de las escaleras que seguramente le llevarían a la casa de su hermano, para mirarlo a los ojos.- He estado tratando de recordar, y sospecho que me golpearon o algo por el estilo, ya que no recuerdo haber abandonado la pelea por propio pie. Recuerdo despertar lleno de sangre, cerca de un río, me lavé a conciencia y tras eso comencé a hibernar. - Sin dejar de susurrar, cual loco de la conspiración, miró al menor con seriedad.- Alguien me dejó allí, y no creo que fuera un lobo. Tuvo que ser alguien de la familia, y si es así, también debió salvarse. - La esperanza hervía en su mirada, al igual que en su corazón. Encontrar explicación a retales de recuerdos perdidos, eso debía hacer ahora.
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