[Privado: Shimazaki] Encuentro fortuito

La ciudad de Moscú era un lugar frío, lleno de sombras y secretos, de no ser por la inmensa cantidad de personas innecesarias hubiese sido uno de los lugares favoritos de Shimasaki, pero no perdía la esperanza de encontrar algo lo suficientemente divertido como para hacerla quedarse, tal vez un día, tal vez dos, sólo tenía que lograr esa diversión de la que sólo un ser oscuro conoce, una diversión donde los límites de lo moralmente aceptable no existen, un juego sin reglas claras donde se puede perder en cualquier momento, ese era sin duda el juego que buscaba. Aquella noche había salido de la ciudad abandonada para dirigirse a las más oscuras calles de Moscú, caminaba utilizando aquel cuerpo humano al que ya se había acostumbrado, mientras sus ojos inquisitivos recorrían todo el lugar, cada paso que se atrevía a dar era una nueva oportunidad de encontrar algo, alguien y rápidamente sus ruegos internos fueron respondidos, esas calles se encontraban llenas de energías oscuras, diferentes, deliciosas.

Desde un callejón a lo lejos pudo observar como una anciana humana salía corriendo a toda la velocidad que sus deterioradas y cansadas piernas le permitían, sin esperar mucho tiempo aceleró su paso para poder llegar a ese lugar, sobre todo porque podía sentir que una masiva cantidad de energía oscura se desprendía de ese callejón, pero era una energía oscura a la que ya estaba familiarizada, no se trataba de un demonio, no se trataba de otro nogitsune, no, era una energía mucho más sublime, una oscura energía que de alguna forma seguía en contacto constante con su perdida humanidad.- Un vampiro. -Dibujó en sus rosados labios la más suave de las sonrisas mientras el sonido de sus tacones hacía eco en el callejón, podía sentir el aroma intenso, brusco del miedo, lo que fuese que ocurría en la oscuridad de ese lugar debía ser un espectáculo muy divertido.

Sin intentar si quiera esconder su presencia se aproximó hasta quedar a un poco más de un metro de distancia de lo que parecía ser un vampiro de cabellos claros y un humano aterrorizado.- No dejes que mi estadía te distraiga, come tranquilo. -Susurró muy despacio, mas estaba segura que si ese hombre rubio era un vampiro sería capaz de escucharla. También sabía que nadie más se acercaría, si algo había captado de los habitantes de Moscú era que nadie se preocupada de lo que le ocurriera a alguien que no conocían, es por eso que las pocas personas que se encontraban cerca del callejón habían salido huyendo cuando vieron a ala anciana, era perfecto, la oscuridad y la soledad de la noche eran el manto más adecuado para cubrir tal tipo de alimentación, sólo esperaba que aquel vampiro pudiese saciarse por completo, quería jugar con él más tarde y aquello sería un poco peligroso si él intentaba atacarla, no así si amablemente le pedía un poco de su sangre.

Seducción, de seguro esa era el arma más poderosa de los vampiros, aquellas criaturas definitivamente se habían ganado el título de dueños de la noche, pero no por su fuerza, ni por su velocidad, aunque no carecían de la una ni de la otra, pero ambas quedaban palidecidas y entumecidas al lado de ese carisma que la muerte parecía haberles otorgado, una libertad de cualquier clase de atadura mortal, eran humanos que habían trascendido y esa trascendencia era la mayor de las tentaciones. Sus ojos se fijaron en los ojos del vampiro, no necesitaba prestar atención en detalle a la forma en la que él se alimentaría, ya había presenciado eso más de una vez, lo que llamaba su atención era esa intensidad en su mirada, esa decisión. Sin poder o querer evitarlo mordió la esquina derecha de su labio inferior tan fuertemente que abrió su piel dejando que una gota traviesa resbalara desde su boca hasta su mentón, había recibido un excelente show, lo mínimo que podía hacer era agradecerlo de la forma correcta.

Cuando el cuerpo de aquel humano chocó bruscamente con el suelo ni siquiera se dio el tiempo de observarlo, él no era más que una pieza del espectáculo y Shimazaki sólo tenía puesta su concentración en el actor principal.- Ciertamente fue algo diferente de lo que acostumbro, pero lamento oír que su sangre no fue de tu agrado, tal vez deberías intentar probar otras clases de sangre ¿No lo crees? -Llevó su mano derecha a acomodar su cabello, era realmente agradable la forma en la que aquel vampiro caminaba al rededor de ella, esa era la forma en la que un depredador solía observar a su presa y aunque la nogitsune era lo suficientemente fuerte como para convertirse en un depredador siempre había preferido jugar con aquellos roles, verse lo más frágil posible y luego comenzar a jugar. No opuso resistencia alguna al tacto del mayor y alzó su rostro para observar los ojos ajenos.- Si quieres puedo gritar, aunque estoy acostumbrada a elevar el volumen de mi voz sólo cuando algo es extremadamente divertido. -Sonrió sin dejar de ver los ojos ajenos, definitivamente aquel podía ser un buen juego.- ¿Quién soy? No, esa pregunta es muy difícil de contestar, realmente tengo demasiados nombres, demasiadas identidades, dime ¿Quién quieres que sea? -Luego de aquella pregunta utilizó su Toggetsune y cambió su apariencia por la de aquel vampiro, su rostro, su cuerpo, incluso su ropa, era como mirarse en un espejo, aunque sólo utilizó esa habilidad por tres segundos y luego regresó al cuerpo en el que había llegado.- Puedes llamarme Saki, aunque preferiría que eligieras un nombre para mi, por esta noche me gustaría jugar con las reglas de alguien más ¿Te gustaría ser quien dicte las reglas? -Su voz era extremadamente suave, pero al mismo tiempo parecía desafiante, todo eso era parte de su naturaleza, era yako, la clase más oscura de kistune y amaba hacerle honor a su naturaleza.

Realmente no lograba decidir cual de las dos palabras pronunciadas por el vampiro le habían agradado más, Belle o pequeña, ambas eran formas completamente diferentes a lo que Zaki veía de si misma, pero al mismo tiempo eran algo que de algún modo siempre habían estado latentes en su milenario corazón. Ladeó levemente su rostro dejando que el vampiro acariciara aquella mejilla con completa libertad, ambos ya sabían lo que el otro era en términos de "no humano" pero el hecho de que muy pocos seres supieran lo que un kitsune es era lo que hacía aquella interacción tan interesante, perfectamente podía decir que era una bakeneko debido a su habilidad de cambiar de cuerpo cada vez que quisiera, pero ya había dicho que él podía poner las reglas de aquel juego así que sería trampa mentir, además, mentir sin razón alguna no era divertido para ella, siempre todo debía hacerse por una razón, de lo contrario el juego no tendría sentido alguno.

El silencio de la noche parecía sólo ser roto por las palabras del vampiro, como si todos los demás sonidos hubiesen muertos, no había pisadas, ni automóviles pasando cerca.- Kitsune, ese es el nombre de mi raza, soy una criatura juguetona y divertida cuya forma original es la de un zorro con muchas colas. -Aquella era la respuesta más general en la que pudo haber pensado, pero todo era verdad, después de todo eso era precisamente lo que Zaki entendía de su naturaleza.- Y tú eres un vampiro, probablemente de menos de 500 años, porque jamás te había visto y conozco a la mayoría de los más ¿antiguos? -Bromeó con la palabra para no decir viejos porque no le gustaba pensar en si misma como un ser viejo, su espíritu era joven, infantil, alegre y oscuro, la edad era simplemente un número.

Desde la esquina derecha de la boca de Shimazaki hasta su mentón había quedado un camino carmín por donde la sangre había pasado,, ni siquiera había levantado las manos para limpiarse, ese juego era muy complicado para quien elegía el rol de obediencia pues, realmente no iba a hacer nada que el vampiro no le impusiera como regla.- ¿Vamos a jugar en este callejón toda la noche o tal vez hay algún lugar más interesante que puedas mostrarme? -Confiaba plenamente en las capacidades de captación del vampiro, así que no explicaría más sobre aquel juego, simplemente dejaría que el hiciera y deshiciera a su antojo, esa era la mejor forma de conocer la verdadera naturaleza de un ser, era un juego honesto, transparente y extremadamente peligroso, eso era lo que lo hacía tan divertido para la yako.

Sonrió amplio al oír la edad del vampiro, de alguna forma prefería estar cerca de criaturas oscuras que llevaran más de quinientos años en la tierra, sus épocas favoritas de la historia humana eran aquellas que habían sido completamente olvidadas por las nuevas generaciones, además, como era bien sabido, la mayoría de las criaturas mágicas o sobrenaturales conservaban las costumbres de la época en la que habían pasado sus primeros años de vida y realmente las formas de socialización de las épocas modernas siempre le habían molestado.- Tengo más de 600 años también, aunque no pasé mis inviernos en esta parte del mundo, a decir verdad la última vez que vine aún existían Zares y casas nobles. -Sus ojos seguían con mucho cuidado cada movimiento del vampiro, a penas el brazo ajeno entró en contacto con su cuerpo dirigió su vista a los ojos ajenos al tiempo que su lengua lamía la comisura de su propia boca donde aún quedaban unos cuantos restos de sangre.

- Creo que tímida es una palabra que jamás ha sido o será usada para describirme. -Al momento de comenzar a caminar dejó que su cuerpo se apoyara ligeramente contra el cuerpo del vampiro, era extraño, no era la primera vez que estaba tan cerca de uno de esa especie, sin embargo, él parecía no emanar la misma cantidad de frío que la mayoría.- Espero que así sea Alshan, además es un buen nombre, espero repetirlo muchas veces esta noche... -Su voz era sedosa, suave y aquello combinado con la delicada forma en que sus labios se movían al hablar hacían que todo lo que decía pareciera una invitación, aunque tal vez eso eran precisamente.

En poco tiempo ya habían salido de aquel callejón y caminaban por las calles de la ciudad, al parecer más allá de ese aspecto oscuro y solitario había algo de vida, poco a poco comenzaba a ver más personas en las calles, más rostros, aunque ninguno de ellos era tan interesante como el rostro del vampiro.- Cuéntame Alshan ¿Qué te trajo a un país tan estricto, realmente no parece un escenario agradable para alguien de tu especie. -A decir verdad no dejaba de maravillarla lo poco que Rusia había avanzado en cuanto a la libertad de acción, aún la homosexualidad era vista como una aberración, incluso la sexualidad en su amplia expresión era ocultada y reprimida, era un país donde incluso besarse de una forma demasiado apasionada en las calles podía ser visto como una ofensa a la moral, aunque tal vez era eso precisamente lo que llamaba la atención de los seres oscuros, mientras más prohibían algo más ganas daban de hacerlo una y otra y otra y otra vez.

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Había algo en aquel vampiro, algo inocente e insolente que le recordaba a su propia juventud, cuando aún era un yako nuevo en Japón, esas ansias de comerse el mundo de sentir que cada regla era una pared que debía ser escalada o destruida, tal vez era por aquel motivo que cada palabra que salía de la boca ajena le parecía una invitación, un desafío y no podía esperar para ver que tan lejos podían llegar, hasta donde podía escalar, que tan fuerte podían romper el silencio de aquella noche.- A esta ciudad me trae su gente, como bien has dicho cuando logras que un humano se reprima lo suficiente liberas demonios que se esconden en lo profundo de sus almas, esos demonios son algo que realmente me divierte y como puedes o no saber quienes pertenecen a mi especie aman divertirse por sobre todas las cosas. -Como era de costumbre podía sentir como más de una persona se le quedaba mirando, Shimazaki acostumbraba dejar que su apariencia apareciera en los sueños más oscuros de hombres y mujeres que parecían necesitar de un buen momento, mientras más oscuro era el sueño, mientras más cruel era el deseo de sus corazones más seguro era que pudiesen reconocer su rostro, pero jamás un humano se había acercado a hablarle, era casi como si le temieran, muchos se quedaban un buen rato observándola como si pensaran que habían caído en un profundo sueño, mas cuando se daban cuenta que estaban despiertos se sentían expuestos, horrorizados, la yako conocía los secretos de su corazón y eso era algo que los humanos odiaban y que Zaki amaba.

Se quedó en silencio unos segundos, simplemente observando el edificio que el vampiro le enseñaba, a decir verdad hace mucho tiempo que no se encontraba con un ser oscuro que realmente disfrutara de la opulencia, luego de las múltiples guerras entre la luz y la oscuridad la mayoría de los seres oscuros se habían vuelto hipócritas y algo cobardes, deseando alejar su vida de la vida humana tanto como les fuera posible, para Shimazaki aquello no era simplemente absurdo, era impensable, ella era un espíritu oscuro, si, pero necesitaba estar en contacto constante con la humanidad para sentirse fuerte, necesitaba poder ver como hombres y mujeres se rendían a sus más bajos instintos, necesitaba del aroma seductor y distintivo del pecado, sin eso no se sentía viva, sin eso dejaba de ser lo que era.- ¿Hotel? Vaya, espero por lo menos meterte en uno o dos problemas. -Comentó con una sonrisa amplia.- ¿Qué tan gruesas piensas que sean las paredes de ese hotel? A ver, déjame plantearlo de otra forma. -De momento detuvo su caminar y se paró frente al vampiro, se paró en la punta de sus pies y llevó sus labios sobre los labios ajenos.- ¿Qué tan fuerte tengo que gritar para que más personas de aquel hotel escuchen tu nombre? -Susurró aquella pregunta sobre los labios ajenos para luego dejar una suave lamida sobre el labio inferior del vampiro.