(Privado-Elliot) Hold my hand and Help me

Mantenía la mirada fija en aquella pintura, los últimos rayos de sol parecían despedirse a través de su ventana obligando a que la iris de ambos ojos se abrieran. Habrían pasado 2 o 3 horas, no sabía con exactitud, faltaba poco para que el cuadro se terminara, sin embargo, no había sido capaz de finalizarlo, y no era debido a su talento o habilidad si no a la maldita enfermedad que estaba sumamente avanzada. La mano le temblaba y el miedo por arruinar todo lo que tenía avanzado le invadía, entonces lo supo, nunca sería capaz de terminarla, se quedaría así, incompleta porque ya ni siquiera era capaz de sostener bien el pincel.
El retrato era él mismo con la persona que amaba, con la persona que jamás podría ser para él, y no le culpaba; en el pasado se había confundido, había pateado su suerte por su carácter y egoísmo. Tal vez esa persona nunca le perdonaría del todo, y tampoco sería capaz de amarlo de nuevo, pero Ren lo haría, lo amaría hasta que la enfermedad se lo llevase.
Y cómo podía tener alguna oportunidad de estar con alguien, si no tenía nada que ofrecer más que molestias y un corto periodo de compañía.
La enfermera tocó la puerta de la recamara de descanso y le hizo saber que era hora de ducharlo.
Después de que la mujer lo bañó, alimentó y dio sus medicinas correspondientes, se retiró al cuarto que tenía asignado para descansar.
Como pudo alcanzó la silla de ruedas posicionada a un lado de su cama para poder sentarse. Aprovechó que la enfermera se había ido a dormir para tomar las llaves y salir del departamento.
Aún tenía suficiente movilidad en los brazos y dorso para poder ir y venir en la silla. También agradecía que aún podía hablar bien aunque a veces solía morderse la lengua o atragantarse con su propia saliva. El doctor le había dicho que la enfermedad estaba avanzando muy rápido y que trataría de buscar la solución para ralentizarla de nuevo.
La noche había caído y Ren, sin importarle ya nada, deambuló por las calles  observando a algunos caminar por las aceras, coches pasar y los comercios que ya comenzaban a cerrar sus puertas.

En su camino encontró una hermosa catedral que al parecer estaba abierta, sin embargo, no parecía que alguien estuviese en aquel sitio, la puerta se cerró detrás de él haciendo un ruido estruendoso que le sacó un buen susto, continuó su ingreso en aquel lugar admirado por la belleza de este. No solía visitar iglesia o catedrales, no era para nada creyente, mas en su estado actual sentía la necesidad de buscar un refugio para calmar su corazón.
Se detuvo en medio justo en frente de la imagen sufriente de Jesús, levantó la mirada y observó la estatua por varios minutos.
Las lágrimas comenzaron a emanar y recorrer sus mejillas, ni siquiera se había dado cuenta de cuando el llanto se había hecho presente en su persona.

- Por favor… por favor… no quiero…-ya no podía más estalló en sollozos, tenía tanto miedo de enfrentar a más sufrimiento, tenía tanto miedo de enfrentar a la muerte misma, deseaba encontrar una manera, una salida, un milagro inexistente.
Lloró hasta que sus ojos quedaron hinchados, finalmente se dispuso a retirarse del lugar, de nuevo no había sido consiente de cuánto tiempo había pasado, parecía que ya su mente no era capaz de calcular el paso del tiempo, suspiró y siguió su camino por esas solitarias calles debido a que la madrugada había invadido la ciudad.
Se detuvo en un callejón, volteó a ver a su alrededor tratando de reconocer el lugar, quería regresar a casa pero no podía recordar el camino, sintió entonces como una gota de sangre recorría una de sus fosas nasales, sacó un pañuelo de papel de sus pantalones y se limpio volviendo a sollozar por estar perdido en medio de aquel solitario y frio lugar.

Terminó de limpiarse la sangre que emanaba de la nariz, las lágrimas no paraban de recorrer su rostro, se sentía tan miserable, tan depresivo, extrañaba a esa persona, quería correr a verlo, abrazarlo, decirle que le perdonara de nuevo, pero ¿perdonarle qué? Realmente no le había hecho nada grave para que la última vez se comportara de aquella forma tan violenta, Ren solo quería saber más de él, conocer de sus cosas, de su familia, de su vida, a pesar de saber que nunca sería correspondido en el amor que le tenía quería hacerlo su amigo más íntimo pues era con el único que contaba, no tenía familia ni amistades y la soledad lo estaba carcomiendo incluso más que la enfermedad que tenía.

Se secó las lágrimas y trató de ubicarse, sacó su teléfono móvil y con mucha dificultad intentó ir al GPS, sin embargo, la mano le temblaba demasiado por lo que utilizar su celular se había vuelto una agonía. Por aquel intento el aparato terminó en el suelo, ahora sería un verdadero dilema recogerlo, pensaba de qué manera obtenerlo de regreso hasta que sintió y vio una singular neblina muy cerca de donde se encontraba. Dirigió la silla de ruedas hacia aquello y estiró el tembloroso brazo intentando tocar la neblina que le causaba mucha curiosidad.