Help me |Leah|Privado|

Locura.

Se puede describir así, la falta de aire en su pecho.. ¿O era que no estaba satisfecha con el que obtenía? El ardor que se clavaba en su garganta y ese molesto pitido, una y otra y otra y otra vez, hasta hacer que se llevase las manos a la cabeza, en forma de garras, gritando, un grito desgarrador, su pecho subía y bajaba pero, no la satisfacía, tirada en un callejón, se retorcía una y otra vez, sufría espasmos mientras en su mente sólo se recogía una palabra.

Mata, mata , mata y alimentate, mata.

Una y otra vez, se estaba volviendo loca mientras los espasmos hacían estragos en su cuerpo, matar, matar para comer, matar para... ¿Vivir? estaba perdiendo el control de su ser, estaba perdiendo su conciencia poco a poco, mientras su cuerpo sufría espasmos su mente se adormecía, sus pupilas azuladas cambiaban violentamente a amarillas, su conciencia quedaba reducida a cero a lo que su piel se estiraba y sus huesos se amoldaban, pronto, un grito pasó a ser un rugido, un rostro pasó a ser una gran cabeza, unos dientes pasaron  a ser una poderosa mandíbula de afilados colmillos y demás, un cuerpo pasaba a ser más y más grande, hasta ser el de una bestia, sus córneas violentamente cambiaron a la forma de una serpiente o... mejor dicho, a los de una pantera, una pantera si conciencia y con hambre de  carne, un hambre que no tardaría en ser saciada.

De un momento a otro, una pobre desgraciada escuchó los sonidos provenientes del callejón oscuro y con su buena e inoportuna voluntad, fue a mirar, no tardó ni dos segundos en avalanzarse contra la humana con su pesado cuerpo, no tardó más de una milésima de segundo en romper su cuello y mucho menos en probar su sangre, su deliciosa sangre, con una indestructible calma, pero al mismo tiempo una fiereza que destruiría el valor del hombre más valiente. Movió sus patas hasta fuera del lugar y, todo el mundo la vio, pero a ella no le importaba, ella quería comer, ella no quería esconderse porque ella ya no era ella, sólo una bestia de 3 metros de alto que tenía un frágil cuerpo en su boca, que no tardaría en devorar.


Pero los gritos, esos asquerosos gritos perturbaron su tranquilidad y, no tuvo más opción que soltar a su presa y dar un fuerte rugido, el rugido de una bestia. Pronto el olor de otra víctima, un pobre policía que no tuvo nada que hacer se convirtió en su nuevo festín, Alysia estaba adormilada muy al fondo de esa bestia, ni siquiera luchaba por volver en sí, no sabía que había pasado, cómo había llegado a aquella situación, su mente sólo dormía mientras sus instintos hacían estragos fuera, mientras comenzaba a desgarrar el estómago del hombre y a devorar los órganos sin piedad alguna.

El sabor de la carne, de la sangre, todo tan delicioso que podía estar devorando al pobre policía hasta que no quedasen ni los huesos, pero, la bestia solía ser de las que dejaban a su presa a mitad de comer, en cuanto su cuerpo se enfriase lo dejaría ahí tirado pues la comida fría no era su preferida. Las orejas de la felina se pusieron ountiagudas y alzó la vista lo justo como para ver a un coche apuntar con sus luces a los ojos y cegarla, rugió y se movió rápidamente, esquivando por un pelo el coche, sacudió su cabeza de un lado a otro intentando desesperadamente recobrar la visión, lanzando gruñidos al aire, desesperada y confusa ya que no sabía qué había sido eso.


Cuando al fin recobró la visión lanzó un fuerte rugido y mantuvo su hocico cerca del suelo, olfateando y gruñendo con pose amenazadora, sus ojos azul neón buscaban a la insensata que la había confundido, quería partir su cuello y comersela, instintos tan primitivos que si llega a estar consciente de sus actos se habría asqueado de sí misma.