[Privado/Bakuryü [Yian]] blame it on my add, baby.

Había a veces, sobretodo cuando el tiempo y momento lo ameritaba, que a Esca le gustaba pasearse por las afueras de Moscú, y si el lugar carecía de seres humanos al rededor mucho mejor. No es que fuese asocial, ni su raza era la del tipo que odiase a la humanidad ni ninguna cosa de esas... Simplemente le resultaba extraño entablar una conversación con un ser que tuviese una mentalidad tan distinta a la suya. Muchas veces le gustaba escuchar a sus compañeros de trabajo hablar de sus familias, sus sueños o incluso de sus pesadillas, pero como él no tenía nada de eso prefería limitarse a precisamente aquello, solo escuchar. A veces, cuando esto ocurría pensaba que si se le había dotado con la conciencia de un humano, eso significaba que debería tener esa necesidad de amistad, acercamiento, pero que tal vez aún no había llegado la persona con la que se sintiera a gusto conversando, o simplemente compartiendo un espacio.

Uno de sus lugares favoritos eran aquellos que estaban abandonados, y todo aquel conjunto de escombros mejoraba exponencialmente cuando algo de corriente eléctrica cruzaba los caminos. No había mucha, pero de vez en cuando una pequeña descarga llegaba a los andenes cuando algún cambio de vía o tren pasaba cerca de aquella línea abandonada. Era leve, pero lo suficiente para provocar cierto placer en el Epsilon. Nada comparable a una tormenta eléctrica o a dejar fundida media ciudad de Moscú por meterse descontroladamente en el generador de luz principal... Pero bastante agradable.

Estaba tranquilo, relajado, disfrutando del aire y el silencio, esperando por alguna pizca de su 'chute' personal. Tenía los ojos entrecerrados, disfrutando del calor del poco sol que llegaba a esa zona, y de cómo reflectaba en la nieve que yacía allí. Podría incluso haberse dormido de no ser por la sombra que de pronto se cernió sobre él. Cuando abrió los ojos lo único que vio fue una especie de serpiente cayendo del cielo, perdiéndose entre los árboles, unos no muy lejanos. Con curiosidad y algo de emoción corrió hasta donde se había localizado la caída, sin siquiera pensar que tal vez su vida podría correr peligro o que él era como un 5% de lo que era aquella criatura, tomando su tamaño como referencia al 100%.

Con pasos resonantes se adentraba al palacio mientras la servidumbre se inclinaba a medida que este se acercaba hacia el trono de su Rey padre. Una vez frente a este se inclinó apoyando su rodilla al suelo e inclinando la cabeza para no mirarlo directamente a los ojos

>Aquí me encuentro mi señor... Ha usted llamado por mi? -Preguntó el joven príncipe a su padre quien era el Dios Rey de los Ryujin-

{Tu hermano aún no vuelve, Hakuryu quien fue enviado en su búsqueda sigue sin dar con su paradero... Bakuryü, es tu deber encontrar a Seiryü lo mas pronto. Trae a tus hermanos contigo..}

La idea no le agradaba en lo absoluto. El tener que descender a la tierra en busca de su hermano mayor y menor le molestaba en demasía, primero porque el mayor no estaba cumpliendo con su deber y segundo, porque el menor mostraba su inutilidad en lo que parecía ser una tarea sencilla, además de que el orgullo de Bakuryü le negaba tener contacto con aquellas razas inferiores.

>Como lo ordene mi señor... Traeré de vuelta a mis hermanos.. -Dicho esto se colocó de pie y dio media vuelta para salir de aquel lugar con un semblante completamente serio. Respiró profundo despojándose de aquella capa que caía sobre su espalda dejándola en el suelo y aumentando su paso por uno mas rápido mostrando así su enojo en crecimiento. Al llegar a la salida del enorme palacio, se situó en el vórtice que conectaba con la tierra deteniendo su paso y mirando hacia este el cual con fuertes destellos de luz y ondas eléctricas se mantenía en movimiento.

{Mi señor, a donde se dirige?} -Preguntó uno de los guardianes del portal.

>Debo buscar a los estúpidos de mis hermanos antes de que nuestro rey los exilie... -Sin decir mas, dio un paso dejándose tragar por aquel vórtice el cual como si de un rayo se tratase lo disparó contra la tierra tomando así por un momento su forma de Ryujin. Los cielos se nublaron como si de una pronta tormenta se tratara. Lejos del ojo humano, Bakuryü descendió en un campo abierto y aparentemente solitario envuelto en cosmos de un color violeta el cual lo representaba. Al tener contacto con la tierra, una fuerte corriente de aire se dispersó dentro de su circunferencia mientras poco a poco todo volvía a la normalidad.



Mientras lentamente el levantamiento de tierra y hojas caía, su cuerpo se mantuvo inmóvil en medio de aquel lugar solitario. Vestía ropas extrañas para el ojo humano y claro, el quien jamás en sus mas de mil años había bajado a la tierra, sería un completo ignorante respecto a las costumbres, formas de vestir y demás. Observó a su alrededor por un momento antes de comenzar a dar sus primeros pasos en tierra mortal. A donde se dirigía? Nadie lo sabe, solo se dejaba guiar por sus instintos, había un flujo perceptible entre los Ryujin y sería eso suficiente para tratar de encontrar a sus hermanos.

Fueron escasos segundos con los que quedó cegado por la intensa luz que emitió aquella criatura mientras descendía del cielo. Cegado y maravillado, pues aquel reflejo le recordó demasiado a un rayo, lo que le trajo a la vida, lo que él era. Si fuese un ser un poco más inteligente, seguramente se hubiese alejado, pues lo desconocido (y sobretodo lo desconocido de magnitudes tan enormes) podría resultar peligroso, pero como era de todo menos audaz en cuanto se refería a calcular su propia implicación en problemas, corrió lo más rápido que pudo hasta el lugar en el que aquel ser cayó.

Mientras se acercaba, una fuerte ráfaga de aire consiguió echarle para atrás, pero un árbol detuvo su trayectoria antes de que saliera despedido. En aquel momento tenía la espalda rozada y alguna que otra herida, pero su propia curiosidad no le permitía siquiera darse cuenta de su propio dolor.

No tardó demasiado en llegar al lugar de encuentro gracias a su propia velocidad, y lo cierto es que lo que vio no le sorprendió demasiado. Un muchacho, con ropas extrañas y que parecía completamente perdido. Y él conocía esa sensación. Cuando impactó contra el agua el día de su nacimiento, Esca no tenía idea de dónde estaba, todo era confuso y estresante, por lo que se preguntaba si aquel chico estaría igual.

Quiso ser sigiloso, acercándose muy poco a poco, pero cuando empezó a ser consciente de su propio cuerpo, un pinchazo realmente inoportuno propiciado por el golpe que se había llevado en la espalda le hizo errar en un paso, terminando por pisar varias ramas. En un caso normal no temería haber sido escuchado, se encontraba a una distancia más que prudente... Pero algo le decía que aquella persona seguramente no tendría el oído de un humano, si no uno mucho más desarrollado. Bueno, ya la había cagado, al menos esperaba conservar su cabeza para el final del día.

-Era sumamente extraño moverse en aquel plano, podía sentir la tierra débil que pisaba, cada sonido, cada corrientes de aire, poseía una gran sensibilidad con el ambiente lo cual le permitía estar alerta de todo sin necesidad de ver lo que le rodeara, esta habilidad quedó en muestra cuando escuchó el crujido de una rama por lo cual rápidamente se giró hacia el lugar de donde provino aquel sonido elevando de forma instintiva su diestra de la cual dejó salir algunos rayos del mismo tono violeta como el que se vio cuando bajaba de los cielos, no le importó a que había atacado, se encontraba a la defensiva y cualquier cosa que se le acercara lo tomaría como un acto ofensivo en su contra. La descarga lanzada fue enviada con gran potencia siendo capaz esta de levantar y empujar cualquier blanco que se le atravesase. Cuando notó la figura humana sus ojos se abrieron en grande tornándose un poco nervioso por lo que acababa de hacer.-

Que rayos hace un humano aquí?.. -Se preguntó en un tono bajo para si mismo mientras se quedaba inmóvil observando a aquella persona esperando no haberle matado con su descarga. Al no notar respuesta alguna, chasqueó sus dientes con cierta molestia para luego darle la espalda y comenzar a caminar queriendo alejarse pronto, si había hecho algo malo, ya no podía remediarlo.
A pesar de estár a punto de abandonarlo, sus pasos se detuvieron aún sin girarse, que hacer? No era que le importase en lo absoluto pero su idea de llegar a la tierra y comenzar con matar a un humano no era algo que le agradase mucho. Lentamente se giró nuevamente a una distancia mas notorio mientras miraba a aquel chico- Que mas da... -Respiró profundo ya dándose por vencido por lo cual caminó rápidamente hacia este arrodillándose frente a el y comenzando a moverlo un poco esperando estuviese con vida-

Hey... Despierta... -No sabía como llamarle, no tenía la mas mínima idea de como hacerlo reaccionar, aquello comenzaba a frustrarlo- Maldita la hora en que tuve que venir por ti Seiryü... -Mencionó para si mismo separándose del contrario pero quedándose allí arrodillado a su lado sin saber que mas hacer-