(Privado-Ahren +18) Coartada.

Sonrió satisfecho al ver como el cuerpo contrario mostraba reacción a su tacto, más que el placer propio, el disfrutaba el provocar placer a alguien más, sobre todo a las mujeres, la magnífica forma en que los cuerpos femeninos reaccionaban era lo mejor que podía presenciar. Dejó salir una risa en cuanto escucho esas palabras. – Depende de lo que quieras, hay quienes les gusta la sumisión y otras que les gusta tener un sumiso, soy flexible en eso.- aseguró, sacudiendo la cabeza para asentir un par de veces, flexionando su cuerpo, acercó su rostro entre los pechos ajenos dejando salir su caliente aliento, separando los labios recorrió cuanto pude de la piel hasta llegar a uno de los sensibles, tomándolo entre sus labios para succionarlo lentamente, sin prisa.

Sintió la cadera contraria casi chocar contra la suya, haciendo que inconscientemente presionará del pezón en sus labios con estos, soltándolo en cuanto se vio una vez más debajo del cuerpo femenino. Aprovecho para recorrer la cintura ajena con ambas manos, podía sentir la piel contraria arder entre sus dedos, que bajaban lentamente hasta llegar a la cadera, la cual tomó con un poco de brusquedad, sintiendo como esta mordisqueaba su cuerpo, seguro que le dejaría alguna que otra marca, no es como si no las hubiera tenido antes, era otra de las cosas que más disfrutaba.

Podía sentir el cuerpo ajeno descender con besos y mordidas sobre el propio, dirigió su mirada hasta encontrar la ajena, clavándola entonces sobre ella, mordió su labio un tanto ansioso, levantando un poco su cadera en un intento por incitar a la contraria.

Estaba caliente, eso no podía negarlo, sin embargo  solo paseó su lengua por la punta de la polla probando levemente, le gustaba jugar y le gustaba que él fuera agresivo porque para ella era mucho más divertido y plancetero así, dominarlo porque había algo en demostrar que ella era la que mandaba que le ponía a mil. Miró fijo el rostro del ajeno el cual se contocionaba por el placer, cuando ella comenzó a masajear su miembro con una lentitud  tortuosa. 

-Juega conmigo- Habló en un tono neutral sin dejar el juego que sus manos habían comenzado, dejando caer la saliva sobre el pene, solo para que su mano resbalara mejor, ajustando más el agarre pero sin embargo su velocidad no variaba mucho, sabía que su trabajo era complacer a sus clientes y que haría todo lo que quisiese pero quería ver que tan agresivo podía ponerse y cuanto más dejaría que ella jugase con él todo lo que quisiese.

Dejo caer su cabeza hacia atrás en cuanto sintió el húmedo músculo de la chica, pasear por su glande, sintió una corriente recorrerle desde la nuca hasta los pies. Solo le estaba probando, tentando para ponerle más, él sabía que esa técnica funcionaba siempre, sobre todo cuando el contrario lo necesitaba, justo como el ahora, sintiendo su erección palpitar entre la mano ajena, que subía y bajaba a un ritmo casi tortuoso. – Parece que la que juega es otra. – murmuró, con una voz casi irreconocible, enronquecida por la excitación.

No pensó mucho en el cómo y en que es lo que iba a hacer, pero estaba seguro que funcionaría, la chica era una asesina a sueldo, las emociones fuertes eran lo suyo, el juego de poder dominar a alguien seguro era lo que más disfrutaba, no podía ser diferente. Dejo salir una sonrisa, deteniendo el movimiento de las manos ajenas, para jalar así, con fuerza, el cuerpo contrario, dejándolo debajo de él una vez más, sosteniendo ambas manos sobre la cabeza de la chica con solo una mano, empujando de la cadera ajena para hacerle quedar boca abajo.

Al tenerla, como el suponía que quería, “dominada”, comenzó a repartir mordidas por la nuca, hombros y espalda ajena, mientras que su mano recorría la curva de la cadera de ella, logrando llegar hasta su trasero, el cual tomo con fuerza, para dejar un azote en este luego.

Dejó escapar un sonido ronco cuando la tomó,  realmente el hombre era mucho más fuerte de lo que aperentaba y eso era bueno, tal vez y dada su poca vida sexual últimamente podría contratarlo otra vez pero esta vez para tener más diversión y menos trabajo. Dejó escapara un leve suspiro  al sentir aquellas húmedas caricias contra su piel,  haciendo que esta se erizara bajo el tacto y cerró sus ojos unos instantes solo para sentir como los dientes atacaban su piel, no le era doloroso para nada, a decir verdad era todo lo contrario.

Dio un salto al sentir aquella nalgada, dejando salir una risa ronca y mordiendo los propios labios a medida que el bajaba, juntando sus rodillas y elevandosé un poco para dejar su trasero a "merced" del inglés, sabía que cuando quisiera  ella podría invetir los papeles pero disfrutaba demasiado el juego que llevaban como para interrumpirlo así como si nada por lo  que solo se dedicó a disfrutar del trato que recibía por parte del hombre.

Al sentir el contacto de el trasero ajeno contra su cuerpo, se levantó, en busca de su ropa, hasta dar con su par de pantalones, los cuales tomo, volviendo su atención a la mujer frente a el, buscando de forma vaga y distraída los bolsillos del pantalón. Una vez que los encontró, metió su mano hasta lograr tomar una pequeña envoltura, que tenía el preservativo, caminando de vuelta hasta ella. Esta vez se hizo espacio detrás de ella, tomándola por las caderas, para levantarlas un poco más, extiendo sus manos para tocar toda la piel del trasero ajeno que le fuera posible, apretando sus manos, sintiendo como la piel ajena comenzaba a tomar una temperatura mayor conforme sus caricias avanzaban.

Dejando el pequeño empaque a un lado, llevó uno de sus dedos hasta sus labios, metiendolo a su boca para poder así llenarle de saliva, liberando un rato después para acercarlo hasta la entrepierna ajena, dejando un rastro de caricia superficial sobre esta, de manera lenta, casi tortuosa, como si estuviera tratando de aprender cada milímetro de piel, esperando la reacción ajena. Después de todo jugar rudo le gustaba, pero conocer el como le gustaba a su pareja, era lo más importante para el.

Mordió sus labios con fuerza ocultando un  gemido, mierda todo aquello le estaba pareciendo  más delicioso de lo que debería pero  había pagado  demasiado como para que fuera de manera diferente. tragó en grueso al sentir el húmedo dedo moviendosé por su  cuepro y realmente importando poco que este estuviera cubierto por aquella capa de calor, bueno a decir verdad ambos lo estaban aunque a Ahren se le veía en aquellos momentos demasiado bien.  Miró hacia atrás,  fijando su mirada en cada movimiento y en cada expreción que el de piel  morena hacía por lo que  paseó sus lenguas por sus labios resecos y así aunque sea humedecerlos un poco. 

Abrió un poco sus piernas dejando un poco más de espacio libre para que cuando él introduciera sus dedos en su húmedad pudiera tener un lugar más amplio de acción, en realidad lo único que ella quería era sentir algo duro en su interior, moviendosé de la forma más feroz y  violenta posible, por lo que tiró de su sabeza hacia atrás, expectante  por todo aquello que paasaría sin dejar de sentir claro la caricias, su cuerpo estaba demasiado sensible en aquel momento como para pasarp or alto cada caricia que el asiatico le brindaba.

Podía sentir su pecho subir y bajar al ritmo que su corazón golpeaba contra su pecho, su respiración comenzaba a hacerse cada vez más irregular. Dejó salir una sonrisa, curveando solamente la mitad de sus labios, podía sentir como el cuerpo ajeno se estremecía ante cada toque y como, ansiosa, la chica movía su cuerpo expectante ante el. Los juegos estaban quedando casi por más, por lo que en un movimiento se deshizo del empaque del preservativo, deslizándolo sobre su erección, el cual estuvo una vez colocado, acercó sus caderas contra las ajenas para hacer un simple choque de pieles.

Podía sentir aún, el cuerpo ajeno contonearse, por lo que tomo a la chica de la cintura, haciendo espacio entre las piernas ajenas, empujando con su propia pierna una de estas, justo antes de empujar su erección dentro de ella. Entró poco a poco, esperando alguna reacción o indicación de la contraria, sintiendo como sus manos sudaban al sentir su virilidad siendo estrechada por el calor del húmedo interior. Al ritmo que estaba entrando posiblemente lo llevaría loco, lo único que cruzaba por su mente en ese preciso momento, era entrar de golpe dentro de la chica y escuchar, de esa sensual voz, uno que otro gemido.