[Privado | Marcus] Let's play. Do you wanna be the doctor?

Últimamente pasear por aquella parte del mundo se le había hecho costumbre, no era que odiase las multitudes o algo por el estilo, es sólo que había cierta clase de belleza en la absoluta soledad que aquella ciudad representaba, una libertad que no podía explicar con palabras. Después de todo, algunas de las cosas más sorprendentes del año las había visto en aquel lúgubre escenario, asesinatos, suicidios, violaciones, mutilaciones y otras clases de torturas. Definitivamente el lugar despertaba un aspecto primitivo del ser humano, un aspecto que realmente le agradaba contemplar.

Mientras paseaba por la ciudad notó una fuerza, una clase de energía oscura que provenía de un edificio que jamás había visitado, inevitablemente una sonrisa se cruzó en sus rosados labios, ni siquiera se dio tiempo para pensar y comenzó a caminar, el pensamiento muchas veces lleva a la cautela y Shimazaki odia la cautela por sobre todas las cosas. En pocos segundos se encontraba entrando a lo que parecía un antiguo hospital. Respiró profundamente y estiró sus brazos hacia el techo, luego de eso comenzó a caminar lentamente por un largo pasillo. Las paredes del lugar estaban maltratadas por el tiempo, la pintura seca se caía a pedazos y a tiempos encontraba rayones que intentaban formar palabras, mas no todo era oscuridad y solemne silencio, de alguna forma la naturaleza había comenzado a reclamar aquel lugar, a reivindicar un espacio que la humanidad le había robado, plantas crecían al rededor del edificio y en el techo algunas entraban por grietas, otras por las ventanas.- Un espectáculo natural. -Murmuró mientras su mano derecha se posaba en uno de los muros, por más que intentaba no lograba imaginar cuantas historias se esconderían en aquel lugar, tal vez sería bueno ir a Moscú y convencer a algún humano de ser su guía por aquel lugar, aunque de un guía falso se tratara, sólo quería escuchar historias divertidas y oscuras, tal vez si una de las historias era lo suficientemente entretenida podría actuarla, revivirla.

Prácticamente él vivía allí. Solía pasar todo el día divagando por aquella ciudad en ruinas, y la verdad era que ser el único ente viviente en aquel pueblo le gustaba. No solo por la paz y tranquilidad, sino porque podía hacer y deshacer a su antojo y nadie le molestaría. Podía cazar humanos de la ciudad y traerlos a ese lugar solo para poder tener una buena comida sin ninguna interrupción.

Algo desde hace días le desconcertaba un poco. Una persona rondaba aquel pueblo, poniendo en riesgo su posibilidad de mantener aquellas actividades en el lugar. Sabía que le podría sentir si pasaba cerca, pero... ¿cómo hacer para que quienquiera que sea la persona deambulante se acerque a él? Había pasado demasiado tiempo observando sus movimientos, siendo cauteloso para que no le notara anteriormente. Tenía bien entendido que siempre pasaba cerca del hospital, pero no sabía si lograría captar el interés de la muchacha desde aquel punto estratégico.
Sin demorar mucho se dirigió allí para intentar sus movimientos, sabía que debía hacer antes de acabar con su vida. Hizo su mejor intento, mientras usaba su telepatía, de entrar a la mente de la chica mas esta parecía estar bloqueada de alguna forma; no entendía si aquella muchacha no pensaba o no tenía conciencia como para poder ingresar en su mente y hacer que esta se sintiera atraída. Si no supiera manejar sus poderes no se habría sorprendido como lo hizo cuando observó que esta se acercaba a su escondrijo. Le alarmaba que aquella persona fuera tan curiosa ya que de alguna forma no convencional debía de haber percibido su energía oscura.

Se encontraba demasiado cerca cuando decidió que debía de usar sus poderes para pasar desapercibido y así poder atacar a su presa en el momento indicado. Al estar lo suficientemente nublado podría aprovechar para unirse a esa niebla, su cuerpo desapareció en una décima de segundo mientras observaba como la chica ingresaba en el antiguo hospital que, al igual que el resto de la ciudad, se encontraba en ruinas y lleno de una inmensa niebla.

Un susurro de brisa la hizo voltear mirando fijamente el lugar por el que había entrado al hospital ¿Algo oscuro? ¿Algo divertido? Utilizando su Tënnmo podía localizar las energías oscuras en cualquier ser que las tuviera, pero aquello le parecía casi hacer trampa, sobre todo su aquel ser se estaba tomando la molestia de esconder su presencia casi por completo, de seguro se trataba de alguna clase de depredador. Por a penas un par de segundos no pudo evitar sentir unas enormes ganas de sonreír, pero aquello sería una mala señal para quien fuese que la acompañaba por lo que miró a su al rededor fingiendo susto, comenzó a respirar por la boca y luego comenzó a alejarse, primero caminando rápido, luego corriendo. Si iba a jugar lo mínimo era intentar que aquello fuese entretenido para ambos.

Aquella carrera la condujo a una escalera, subió rápidamente y llegó a lo que parecía un piso de operaciones, abrió la primera puerta que encontró y entró a una una sala cuyos ventanales se encontraban pintados con spray negro evitando que el más mínimo rayo de luz se atreviera a ingresar. Lo primero que notó fue un aroma metálico y salino intenso que llenaba el lugar, luego notó que en aquella habitación también habían plantas en las paredes, los suelos eran de baldosas que en algún momento debieron haber sido de color blanco, mas ahora se encontraba completamente manchado entre tonos amarillos, rojos y marrones, en el centro de la habitación se encontraba una mesa de operaciones y sobre ella una especie de foco que claramente ya no funcionaba. Sobre la mesa de operaciones había una especie de manta de color rojo intenso, pero aquel no era el color original de esa manta.- Sangre de humano. -Susurró muy despacio para luego acercarse y tocar esa manta con la punta de los dedos de su mano izquierda.

Al parecer había ingresado al patio de juegos de aquel ser. Sonrió amplio y mordió su labio inferior, corrió a una de las murallas y utilizando Toggetsune cambió la forma de su cuerpo transformándose en una planta más de aquella pared, era hora de jugar al escondite.