[Privado/Julia, +18] Viejos conocidos en nuevos lugares

Caminaba, por primera vez por las calles de aquella ciudad tan fría; sin rumbo claro, permitía que mis pies decidieran el camino a tomar sin más dilación; mis ojos atentos, seguían curiosos los movimientos de las pocas personas que se deslizaban con las cabezas gachas, por la oscuridad de la noche. Pocas horas antes había llegado a Moscú, el nuevo destino en que decidía probar fortuna; tras registrarme en un hotel del cual me había informado previamente, acomodé mis cosas e impaciente me dispuse a conocer el que sería mi nuevo entorno; las horas de vuelo habían logrado estresarme ligeramente; sin nada que hacer, sin nadie interesante con quien pasar el rato… había sido sumamente aburrido y el exceso de energía en mi cuerpo era un recordatorio molesto de aquello. Deseaba explorar, ver, conocer y aprender rápidamente cuales eran los mayores lugares de interés; sin embargo, probablemente el frío me lo impediría. -Primero necesito algo caliente… -Murmuré para mi mismo, con una pequeña sonrisa, decidido a buscar en primer lugar una “presa”, con cuya sangre pretendía abatir el frío que me incomodaba.

Entré a uno de los establecimientos que permanecían abiertos, tenía toda la pinta de ser un bar de aquellos que te encuentras en todos lados, sin importar a donde vayas. No había mucha gente, pero tampoco me quejaría; tenía una pequeña selección de “bocadillos” con la que regodearme y era lo que importaba; envolví más apretadamente a mi alrededor mi chaqueta de cuero, mientras me arrimaba a un lugar vacío frente a la barra; no había nadie sentado junto a mí, aunque había un espacio a cada lado; era premeditado, por supuesto; si iba a elegir a alguien para beber hasta saciarme, procuraría que fuera alguien que valiera la pena; sin siquiera pensarlo demasiado ordené Vodka al barman cuando me preguntó que deseaba; la comida sólida podía ser un gran problema para un sistema digestivo que había estado inactivo durante siglos, sin embargo, el líquido era algo que podía soportar aunque no me afectaría del mismo modo en que hacía con los humanos. Mientras esperaba, recorría con una mirada curiosa en los ojos y una sonrisa que prometía grandes cosas curvando mis labios, a la pequeña “multitud” en espera de ver si alguno se aproximaba; el mejor depredador era aquel que, cuando lo deseaba, lograba que sus presas caminaran directo hacia sus fauces expectantes.

Con el paso de los años Julia había encontrado un lugar en la tierra con el que poder al menos mantenerse entretenida, era algo tan simple para ella que no lo tomaba en demasiada importancia, pero, sin embargo, para un humano de promedio era uno de sus mayores sueños, el convertirse en un multimillonario que dirigía una importante cadena de Hoteles en Rusia. Para ella que tenía todo el tiempo del mundo literalmente hablando, aquello no era nada importante, nada que no fuera relevante, tal vez incluso algún día se hartaría y lo mandaría todo a la mierda, o, tal vez, es nunca sucedería, eso solo lo sabía Lucio.

Aquella mañana había decidido optar por hacer un pequeño viaje al infierno para ir a hablar con unos viejos demonios conocidos suyos, necesitaba a veces de tener ese contacto tan poco humano con otros como ella, aunque no como los demonios comunes si no diferentes, que no fueran tan aburridos, ella tenía conocidos demonios contados con los dedos, no solía socializar y mucho menos con los de su especie, solamente conocía a los que le parecían interesantes por lo que fue así que pasó el día con aquellos que le parecían interesantes de sus hermanos. Aquello le ocupó todo el día y parte de la tarde por lo que cuando llegó a su hotel en moscú se vistió con algo ocasional e informal y sin decir nada se fue de alli para caminar en dirección al primer pub que se encontrase y tomar una copa, solo eso, solo necesitaba una copa, o dos... o tres... o todo el bar, hasta que su cuerpo humano le dijese basta, diversión, si eso también.

Entró al primero que vio sin necesidad ni de saber el nombre del establecimiento, no requirió de nada más que su presencia para que le permitiesen la entrada, daba gusto ser reconocida. Nada más hacerlo optó por sentarse sin darse cuenta al lado de un chico aparentemente joven, ni pidió permiso ¿Para qué? y nada más hacerlo el bartender le atendió. - Lo que sea, pero que tenga mucho alcohol. - Dijo con desgana y decidió ladear la mirada hacia su compañero y con una pequeña sonrisa decir. - Hola. - ¿Lo había reconocido? Sí, por supuesto, el caso era si él la había reconocido a ella, que grata... ¿Grata? si, podría decir que grata sorpresa encontrarselo por aquel lugar.

Los minutos pasaban lentamente, la cantidad de gente poco a poco aumentaba, aunque aún no podía elegir la presa perfecta; eran todos tan… corrientes; la mayoría de las personas lucía abatida, como si solo pretendieran ahogar sus penas en alcohol; el resto, venía en grupo lo que ponía las cosas algo más difíciles, aunque si quería en realidad podría abrirme paso por aquel diminuto obstáculo, el caso era que no quería; era mi primera noche en una nueva ciudad y deseaba probar lo mejor que tenía para ofrecer, en cambio, solo conseguía alimentos que no salían de lo común.

Tras dar un pequeño y decepcionado suspiro, bebí algo del contenido en mi vaso, pensando si debería abandonar el lugar para buscar otro mejor; pero antes de que pudiera decidir, una persona entró; no era algo extraño, de echo habían estado llegando unas cuantas personas en los últimos agonizantes minutos; pero nadie era como ella. Entró como si el lugar le perteneciera, deslizándose sin mirar a nadie, esto me permitió poder contemplarla, siguiéndola con facilidad pese a que la gente solía cruzarse en mi campo de visión; algo en ella se me hacía tremendamente familiar; para cuando se sentó a mi lado ya había logrado descubrir por que tenía esa sensación; recordé una noche, no mucho tiempo atrás, a penas un par de años; había sido una de aquellas oportunidades en que me sentía con ánimos para subir al escenario de uno de mis clubs; disfrutaba de la atención y de cómo la lujuria se propagaba por la habitación, desde el escenario hacia cada rincón; en los últimos años que yo decidiera hacer aquello había sido menos y menos frecuente, pero que lo hiciera esa noche no fue lo único anormal; también accedí a la petición de un baile privado para una mujer que, más que pedir, casi había exigido con su regio porte. En aquellos bailes, contrariamente a lo que la mayoría de la gente creía, no había sexo real involucrado, aunque a veces sucedía; sin embargo, jamás conmigo, pues precisamente en aquel punto estaba la línea que había trazado, jamás volver a “intercambiar” sexo por dinero o favores.

Poco después la había vuelto a ver, y una vez más rompí los esquemas a los que me había aferrado por un tiempo; una seudo cita fue todo lo que tuvimos, charlando de cosas sin mayor importancia; pese a que ella había logrado llamar mi atención, decidí jugar al caballero, respetando aquellas “reglas” que algunos seguían para las citas: nada de sexo en la primera cita, y cosas por el estilo; la razón había sido que aún estaba demasiado cerca de ser como lo que hacía en el pasado; por eso me comporté, por eso jugué al humano y me comporté acorde a la edad que aparentaba sin revelar qué era; pero la imagen de ella me persiguió por un tiempo, hasta que desapareció con el tiempo de mis recuerdos conscientes… hasta ahora.

Me sacudí mentalmente, para dejar de mirar hacia el pasado y prestar atención a lo que realmente importaba, el presente. -Hola. –Dije con una encantadora sonrisa, para a continuación dar otro sorbo pequeño al líquido en mi vaso, mientras le daba una atenta mirada; ladeé ligeramente la cabeza, sin apartar la mirada ni quitar la sonrisa. -Creo que te conozco de algún lugar… ¿nos hemos visto antes? –Una pregunta inocente, al igual que innecesaria, pues ya sabía donde la había visto, pero ¿lo recordaría ella? Me había decidido, ya había elegido una presa y no podía ser una mejor; debía saber si recordaba y a partir de ahí decidiría cual sería el siguiente movimiento; ella tenía algo de ventaja, había visto más de mi de lo que yo había visto de ella, pero eso jamás me había molestado; pretendía lograr “empatar la situación”, sin embargo.

Al parecer si que había surtido efecto el decir aquellas simples palabras porque había obtenido la atención del vampiro, que bueno porque no quería tirarle la copa encima cuando le llegase. A su pregunta se recargó sobre su asiento, divertida, debatiendo si seguir el juego y mentir, o, decir la verdad para variar un poco. Estaba en eso cuando su bebida llegó, no se preguntó que era, simplemente tomó el vaso, llevándolo a sus labios y bebió un buen sorbo. Cuando paró para respirar se encogió de hombros y fingió .- Puede que sí---- o... puede que no. Eso lo decides tú. - Jugó con sus palabras, dejando bien claro que no lo había olvidado y, como restando importancia tomó otro sorbo de su vaso, en realidad lo vació.


Un juego bien sencillo cruzó por su mente, pensaba en si aquel hombre era capaz de controlarse, aquel vampiro que tiempo atrás había conocido y que por motivos desconocidos había decidido pedir un baile privado. Ella no era de las que hacían las cosas por impulso, era curiosa y su curiosidad a veces llegaba a límites bastante fuertes para cualquier humanos y simples para ella. Sin más ella comenzó a apretar fuerte el vaso, tan fuerte como su propio cuerpo lo permitió hasta que lo rompió en su propia mano, J sonrió de manera lasciva, daba incluso miedo, pero miraba su mano, no al chico, estaba ocupada sintiendo cada punzada de dolor que le provocaron los cortes, en mirar la sangre que emanaba de ahí mezclándose con el líquido, provocando que ardiera, cualquier humano abría gritado, J .... J no sentía dolor, si no placer propio de un sádico, cada punzada recorría sus terminaciones nerviosas, recorrían su columna incluso y le causaban el calor propio de un cuerpo alerta, era algo simple, la sangre emanaba como si no hubiese un mañana. Ahora sí miró al vampiro con aires de suficiencia y con un pequeño tono infantil para añadir. - Ups. - Sabía bien lo que hacía y aún así no le importó, tentaba la suerte, como siempre.

La mirada atenta del vampiro no se apartaba de la mujer a su lado, contemplándola con un borde de suave diversión en los ojos; las posibilidades nadaban en su mente, en espera de la respuesta de ella para decidir el mejor curso de acción. -¿Yo soy quien lo decide? – El más leve asomo de sorpresa se logró colar en aquella pregunta retórica, pues no era lo que había esperado. -En ese caso… creo que tu me conoces mejor de lo que yo te conozco a ti, y esta es una oportunidad perfecta para remediar aquello. – Su sonrisa se hizo más amplia, mientras dejaba caer su mano oh, tan casualmente, sobre la barra, arreglándoselas para rozar la mano de ella, el más delicado de los toques, confiando en el calor que transmitía con la mirada para convertirlo en algo más… más íntimo, más provocador; quería que ella recordara todo lo que había visto de él, solo para descubrir si era como muchas otras mujeres que, si bien acudían a los lugares en que él solía trabajar, más tarde se sonrojaban mientras lo negaban.

Ella no parecía ser alguien fácil de leer o seducir, sus breves palabras habían hecho bastante por aclararlo; estaba jugando, era un juego peligroso, peligroso para ella, aunque difícilmente lo sabría. No obstante, quizás por un mero accidente, quizás por alguna clase extraña de sentido de la diversión o, tal vez porque era más de lo que aparentaba; ella decidió “subir la apuesta”. Ya que todos los sentidos del vampiro estaban enfocados en la mujer, fue fácil para él notarlo; vio como su mano se apretaba en torno a su vaso, los músculos se contrajeron y pronto aquel vaso estalló en cientos de pequeños fragmentos, algunos de los cuales se incrustaron en la mano de ella, traspasando la delgada barrera que era su piel, para poner en libertad su atrayente sangre. De pronto todo lo que los rodeaba perdió importancia, su vista se agudizó, centrándose en cada una de las pequeñas gotas que formaban los riachuelos de aquel precioso y preciado líquido rojo que se escurría por su piel, tan lleno de vitalidad; la vitalidad que el necesitaba, el calor que el deseaba, el sabor que se moría por degustar… todo aquello corría libre, todo a su alcance; sus colmillos comenzaban a picar en su boca, deseando alargarse y clavarse en aquella mano, para hacer fluir aún más sangre y poder beber, beber y beber, beber hasta saciar su sed eterna; solo una cosa lo mantuvo en su lugar, el control forjado por su voluntad templada con siglos de experiencia; aunque no fue suficiente para evitar que se relamiera los labios, que de pronto estaban secos, ni para que aquella hambre salvaje abandonara sus ojos; pero se mantuvo firme, ya sin sonreír pero tampoco sin abalanzarse como un animal sobre su presa.

Como si saliera de un trance, parpadeó sus ojos hacia el sujeto de la barra que se aproximaba con un montón de servilletas para ofrecérselas a la mujer; rápidamente, ya más compuesto, esperando que no hubieran notado su reacción y su mirada fija en la sangre; cogió él aquellos trozos de papel para limpiar a la mujer; mientras se giraba nuevamente hacia ella, fue consciente de como todas las demás personas volvían a sumergirse en sus propias conversaciones, dejando pasar esto como un accidente; si tan solo supieran… -Déjame ayudarte… - Dijo con la voz un poco más ronca, aclarándose la garganta mientras intentaba presionar las servilletas contra su mano para detener el flujo de sangre; el que sus dedos tocaran aquel precioso líquido no fue un accidente, ni tampoco lo fue el que se los llevara a la boca, sin apartar la mirada de los ojos de ella, para lamer sus propios dedos, limpiándolos de la sangre. -Très bon, très très bon. – Dejó salir las palabras en un suspiro, diciendo exactamente lo que pensaba, porque la sangre era realmente buena, deliciosa; ni siquiera se percató de que aquello había sido dicho en francés, un viejo hábito suyo que afloraba cuando no tenía mucho control sobre sí mismo; un viejo resabio de una relación que no había terminado del todo bien. -Deberías tener cuidado, por cosas como estas podrías salir más lastimada de lo que piensas. – Cualquiera que supiera lo que era, habría captado la leve amenaza velada que iba entre aquellas palabras; sabía que no había sido un accidente, pero hasta que no supiera el por que de su actuar, fingiría que lo creía. -¿Estás bien? Deberías dejarme mirar la herida para asegurarme de que no queden fragmentos de cristal en ella. – Con aquellas palabras y una mirada hacia el barman que decía claramente “no te metas en esto”, dejó claro que el se haría cargo de ayudar a la mujer; con la esperanza de volver a probarla, esperanza que se transformaba poco a poco en decisión; solo debía conseguir que ella le dijera que sí, que le permitiera examinar su mano y tal vez llevarla a un lugar más privado.

Julia observó al vampiro con una medio sonrisa al tiempo que asentía, se le veía... sorprendido, aunque el gesto de Julia no cambió más que un leve entrecierre de ojos. - ¿Remediar? Ajá.. - Dijo con algo de sorna ya que estaba divertida con todo aquel asunto, parecía que el vampiro quería cobrarse una deuda . Observó de reojo aquella mano, se conocía aquel viejo truco luego de tantos años de experiencia por lo que no hizo mella en ella, si no, que por el contrario solamente la encendió más, aún recordaba aquel deseo que albergaba por el vampiro años atrás y desde luego no lo había olvidado, correspondió pues aquella mirada del ajeno dando por sentado que las palabras sobraban en aquel instante donde solamente estaban ellos dos y nadie más.

J era de las que aparentaban ser frías como el hielo, era algo propio de ella el no querer mostrar sus sentimientos a nada ni nadie, dejaba verse solamente cuando quería divertirse y aquello era algo que quería en aquel instante, divertirse. El dolor de aquella mano no provocó mas que una insana sensación de bien estar con ella misma, el dolor era algo que no importaba para ella y que solo provocaba placer propio por lo que no pudo si no cerrar el puño con más fuerza, dejando que el cristal más grande se incrustara más en su mano hasta ver la reacción del vampiro, el cual se mantenía serio pero con compostura. Permitió que el contrario le ayudara, al igual que el joven bartender que  le trajo muchas servilletas a la mujer, la cual le dedicó una sonrisa a aquel joven. Observó a Alshan probar su sangre y sonrió más aún, sabía lo que él anhelaba, pero en cuanto ella lo deseó, su mano se curó, un corte superficial que enseguida se regeneró. -   Nada puede hacerme daño, Vampiro. - Dijo a modo de reto, aunque era cierto, nada ni nadie podía hacerle daño, no, al menos como ella pensaba, el daño físico era una cosa que ella podía soportar. La herida en realidad estaba cerrada, por lo que no había problema alguno en su cuerpo ya, pero el caso era que la sangre cubría su piel sanada y daba la sensación de que seguía herida, así que al tentativa de Alshan se le hizo bastante interesante, a lo que simplemente asintió. - Claro, por qué no. Aunque. ¿Por qué no admites lo que quieres realmente.. ? -Desafió J levantándose de su sitio casi como dando por hecho que se irían a un lugar más... intimo .

Aquella mujer no hacía sino intrigar al vampiro, pues sus reacciones no eran las que esperaba. Logró reprimir un estremecimiento al notar como ella hacía que el cristal roto se incrustara aún más profundo, haciendo manar más sangre; ella parecía disfrutar de aquello, y si era por el dolor o solo porque su pequeño juego le gustaba, no podía saberlo. -Si fuera tu, no estaría tan seguro de eso, pequeña. – Dijo como respuesta, sin perder su sonrisa, a la declaración de ella respecto a que no le podían hacer daño; pero solo entonces se percató de todo lo que había dicho. -¿Cómo me llamaste? – Frunció ligeramente el ceño, pues no estaba seguro de si el llamarlo “vampiro” era únicamente otro de sus “juegos” o si ella realmente era más de lo que aparentaba y sabía algo que no debería.

Se relajó cuando ella finalmente accedió a su oferta de “ayuda”, algo divertido por sus palabras; también se puso de pie, y dejó dinero sobre la barra, más que suficiente para cubrir lo que ambos habían consumido. -¿Lo que realmente quiero? Digamos que solo quiero ayudarte a que te deshagas de un poco de toda esa sangre que derramas tan descuidadamente, y tal vez desee algo más… - Dejó la frase inconclusa, mientras estiraba el brazo para coger su mano herida y conseguir un gusto más de aquella deliciosa sangre. -Tal vez preferirías que lo haga en algún lugar en que estés más cómoda; mi habitación de hotel ¿quizás? O el lugar donde vives si lo prefieres. – Al tiempo que su interés por ella crecía, también lo hacían sus deseos, de pronto la sangre no era lo único que anhelaba, aunque era lo que lo impulsaba en gran parte, pero había muchas formas de conseguirla, algunas más placenteras que otras.

Completó velozmente el movimiento, para acariciar su mano rápidamente en la zona herida, solo para conseguir un gusto más de sangre fresca, pero lo que sus dedos encontraron fue la sangre que comenzaba a secarse y la piel, lisa y perfecta, completamente sana de la mano ajena; los ojos del vampiro se agrandaron solo ligeramente, demostrando así su sorpresa. -¿Pero qué…? ¿Qué eres? – Pronunció aquello en voz más baja; por primera vez consideraba realmente la opción de que ella supiera de verdad lo que él era, pues el que hubiera sanado así de rápido no era normal para un simple humano; por primera vez el cazador consideraba la posibilidad de que tal vez podría ser la presa y que todo podría resultar terriblemente mal; sin embargo, no tenía miedo, no retrocedería, ni tampoco retiró su mano; de pronto ella era un reto aún mayor y él amaba los retos.

Julia estaba divertida con que el vampiro pensase que era humana, sin embargo que la llamase "pequeña" no era precisamente algo que le sentase muy bien, la razón era que Julia era muy antigua, muy, muy antigua, en resumen aquello no le había sentado bien. Se sonrió cuando Alshan le preguntó que cómo lo había llamado, era algo curioso que no la hubiese oído con el buen sentido que tenía para la audición, pero solamente se encogió de hombros y le dedicó una sonrisa de confidente, como si guardase un secreto. Escuchó atenta lo que realmente quería el contrario, aunque realmente ella podía adivinarlo a kilómetros de distancia, era muy obvio. - Tal vez... ¿Mmh? ¿Cómo qué? - Se hizo la inocente, obviamente y le dedicó de nuevo otra sonrisa para dejar que tomara su mano, sabía el propósito y en cierta forma no le importaba, le daba curiosidad saber de la reacción del vampiro.


Julia pensó un poco aquello, aunque, realmente solo se encogió de hombros. - Estoy cerca de aquí, así que vayamos a mi casa, aunque no veo porqué necesite sentirme 'cómoda' - Se mordió el labio por dentro de forma que él no lo notase y añadió más para si que para Alshan. - Nunca estoy cómoda así qué.. - En un susurro apenas audible, pero luego suspiró y miró al vampiro con una pequeña sonrisa que indicaba que era hora de irse. Sintió la caricia ajena en su piel sana, algo que sorprendió mucho al vampiro y Julia frunció mucho el ceño ante aquellas preguntas que, solamente hicieron más divertida la situación. - Pensaba que los vampiros tenían buen olfato y gusto ¿Aún no lo has adivinado? No te lo pienso decir a menos que me obligues. - Rió, aquel juego la estaba divirtiendo bastante, aunque para dar una pista al vampiro hizo que sus ojos cambiasen al de su verdadera forma, es decir amarillos, luego solamente decidió salir a la calle dando por hecho que él le seguiría, se preguntaba qué haría ahora el vampiro para sonsacarle información.

Hambre de conocimiento y una creciente sed comenzaban a dominar todo lo demás, librando una batalla campal en el interior del vampiro; acompañar a aquella mujer era una opción cada vez más atrayente, pues podría satisfacer ambas “exigencias” de su ser. -No te diré las demás cosas que quiero; tendrás que descubrirlas tu. – Le dio una sonrisa algo traviesa; le molestaba que ella pareciera tener el control de la situación al “manejar” más información de la que él poseía, pero no dejaría que ella lo supiera.

-Bien, tu casa, entonces. – Asintió, para mostrar su conformidad, deseando que se dieran prisa; usualmente no era tan impaciente, pero ella era un enigma que se moría por desentrañar. -Quien sabe; tal vez esta vez logres estar cómoda conmigo. – respondió su comentario que le sonó algo extraño con la risa brillando en sus ojos; ciertamente la comodidad no le interesaba, sino que más bien buscaba algo de intimidad.

Dejó salir un bajo sonido de frustración, casi un gruñido leve ante las palabras de ella. -Tengo buen olfato y gusto… es solo que nunca me había topado con alguien como tú. – Frunció el ceño, molesto por aquella admisión pero pronto la sorpresa borró su disgusto; los ojos de ella brillaron amarillos, por a penas unos segundos, antes de que eso se esfumara y ella comenzara a caminar. La curiosidad llameó a la vida con fuerzas renovadas, aquello era ahora un reto en toda regla y, con la firme decisión de “desenmascarar” a la chica, fue tras ella.

La alcanzó fuera del bar en que habían estado, igualando el ritmo de sus pasos sin dificultad; como si fueran grandes amigos, o quizás algo más, le pasó un brazo por sobre sus hombros, en un medio abrazo, dejando que sus dedos juguetearan con su piel; para que, de ese modo, no corriera el riesgo de perderla de vista. -No deberías provocar de ese modo a un vampiro, pequeña, podrías no disfrutar de las consecuencias de tus atrevidas palabras. – Murmuró en su oído, sin detenerse; usó el apodo ante el cual ella había parecido disgustada hace poco, solo para molestarla; ya no importaba ocultar lo que él era, pues ella parecía saber muy bien de lo que hablaba. -Aún no me has dicho tu nombre, pequeña; creo que antes de hacer que hables y me digas todo lo que quiero saber; debería conocer el nombre de la persona con quien estoy tratando. – Dijo de forma casual, como quitándole importancia; era solo una forma de pasar el tiempo antes de llegar a su destino, pues no tenía pensado hacer nada hasta que estuvieran dentro de la casa de ella; no se expondría donde los ojos mortales pudieran verlo, no era imprudente ni idiota.

Para J, aquellas palabras y aquella sonrisa no hacían mella en su capacidad de mantener la compostura, ella era un ser muy paciente y muy discreta a la hora de mostrar sus emociones por lo que, lo único que hizo fue sonreír a modo de "No es como si no lo supiese ya" y encogerse de hombros. - Oh, bueno, lo descubriré yo misma. - Comentó y luego rió de forma leve, juguetona, como si guardase un gran secreto, como si fuese ajena a toda curiosidad aunque, Jezebeth por dentro estaba completamente curiosa se hacía una ligera idea de lo que pretendía el vampiro y tenía curiosidad por saber como se sentía, como se sentía su mordida, eso hacía que fuese impulsada a provocar al vampiro.


Contuvo las carcajadas cuando escuchó sus siguientes palabras, aquello si que le había hecho gracia, si él supiese.... pero no, no sabía y por ello trató de contener su diversión, no estaría cómoda ni aunque fuese el mismísimo Lucifer. La razón era sencilla, J era inconformista y buscaba algo que ni siquiera sabía con exactitud que era, ni siquiera sabía que buscaba realmente y eso la estresaba bastante y provocaba su constante incomodidad. - Sí, quien sabe... -Dijo para seguir la corriente al vampiro, le gustaba jugar con aquellos seres desde luego.


Luego de su bufido y todo lo que ocurrió después Alshan la alcanzó y como el que no quería la cosa posó su brazo alrededor del hombro, luego susurró en su oído algo que provocó una mueca en el rostro del demonio. -Y tú deberías de dejar de llamarme así vástago o.. - Dejó la amenaza a medias, respiró hondo y mantuvo la serenidad cerrando por un segundo los ojos. Luego volvió a escuchar aquel molesto mote, por Lucifer era muchísimo más vieja que él, no tenía derecho a llamar así a la demonio. Con una mueca de molestia miró hacia el cielo nuboso y pronunció su nombre. - Me llamo J. Eso es todo lo que te pienso decir, vampiro.   -Pronunció con severidad y lo miró de reojo. Ya estaban a menos de un metro de su hogar, cuando dijo que estaba cerca no bromeaba. J sacó la llave del portón de aquel gran edificio y abrió la puerta con tranquilidad, total, tenían todo el tiempo del mundo. Luego caminaron hasta donde el ascensor y lo llamó. - Es la última planta. -Anunció y luego cuando el ascensor llegó entró en él. Por suerte para ella este era rápido, además había como una especie de cerradura automática en él, como si fuese el de una puerta, pulsó el botón del ático y el ascensor los llevó rápido para luego exigir un código de acceso para que se abriese la puerta, Julia tecleó '98561' y un tic verde apareció abriendo tras de sí la puerta.




Y en cuanto entraron una música envolvió sus oídos, J tenía siempre la música puesta para evadirse de los ruidos externos, era una música que tornaba entre la tranquilidad y lo sensual, era extraña pero J adoraba ese tipo de música. - Siéntete como en tu casa, vampiro. -Pronunció la demonio que fue donde uno de los sofás y dejó el bolso ahí, se giró y observó al vampiro curiosa de que haría ahora que estaban solos ¿Tal vez lo que él llevaba anhelando? ¿Cómo le sonsacaría la información? Todas esas preguntas se agolpaban en la mente de J que, solamente mantenía su fría mirada en el vampiro, sin nada más que intriga en sus ojos y expectante. - Oh, que.. modales los míos.. ¿Quieres algo de beber? - Sonrió ladina, era una clara indirecta por parte suya.

Ignoró con una media sonrisa la no tan sutil amenaza que ella no terminó de pronunciar; las palabras y actitud algo frías de la contraria no le molestaban, aunque ciertamente no estaba acostumbrado a aquel trato. -¿J? Vaya que nombre tan extraño. – Dijo mientras le daba una mirada incrédula, dejando en claro que no se tragaba el hecho de que ese era su nombre real, ¿un apodo, tal vez? Era lo más probable. -El mío es Alshan. – No estaba seguro de si se había presentado con anterioridad, y los recuerdos de su breve encuentro años atrás eran algo borrosos por lo que le pareció una buena oportunidad para hacerlo.

No tardaron mucho en llegar, finalmente a un imponente edificio el cual parecía ser aquel en que se encontraba su hogar; la siguió dentro, así como en el ascensor, mirando todo a su alrededor con ojos curiosos pero sin detenerse en nada, sin pronunciar palabra. -Tienes un agradable lugar. – Dijo al ingresar tras ella, contemplando su nuevo entorno, pero prestando más atención a la música que los recibió al entrar; la melodía transmitía sensaciones mezcladas, llamando a la tranquilidad del espíritu a la vez que incitaba al cuerpo. -¿Vives sola? – Preguntó con curiosidad mientras se aproximaba hacia ella; caminaba con pasos tranquilos y largos, prácticamente acechándola.

Finalmente una sonrisa depredadora se dibujó en sus labios, dejando ver un atisbo de colmillos cuando ella hizo su oferta de algo de beber, con un tono que era una clara provocación; haciendo gala de su velocidad segadora, simplemente dejó de fingir moderación y se movió tras ella, aprisionándola entre sus brazos, “abrazándola” desde atrás para depositar un beso sobre su cuello. -Me encantaría beber algo; pero no te preocupes, no tienes que traerme nada, me conformaré con tu sangre. – Su voz a penas lograba contener la excitación de la anticipación, mientras deslizaba la punta de su lengua por la piel de su cuello en una suerte de caricia sensual, en espera de ver su reacción, deseando que, finalmente toda su fachada de despreocupada e impasible calma, se desmoronara ante el posible peligro para su seguridad.

J sonrió ante la incredulidad de el vampiro, no entendía por qué no la creía ya que podía ser perfectamente un nombre si tus padres eran unos verdaderos hijos de ****, J era el principio de sus dos primeros nombres y era lo que solía decir cuando no decidía cuar decir porque, tampoco era cuestión deir diciendo por ahí su nombre real pero a veces tampoco quería decir su verdadero nombre. -  Oh sí, ya lo sabía me lo dijiste hace tiempo, aquella vez que nos vimos. - Dijo en voz baja a sabiendas de que podía escucharle.


La demonio observaba a Alshan atenta, no le importaba la manera de caminar de Alshan... Acechando, tampoco le importaba ser una supuesta... Víctima, a su pregunta extendió los brazos para decir. - Creo que es obvio que si. -  Y le dedicó una suave y sutil sonrisa. Antes de que pudiera percatarse de la velocidad del vampiro este ya había llegado a su espalda, había abrazado su cuerpo, dando cero posibilidades a la demonio de escapar.... Claro si fuera humana, sólo tenía que transformarse en su verdadero ente para poder escapar pero no lo haría. Se mantuvo serena con las palabras del vampiro, su coraza ni siquiera había cedido en lo más mínimo, además aquella lengua provocó que se estremeciera considerablemente, pero parecía que el vampiro no le morderia nunca porque solo jugaba con su cuello, J sonrió y simplemente ladeo la cabeza al tiempo que cerraba los ojos, sin oponer resistencia, simplemente dejándose llevar por la emoción del momento, por la curiosidad y la intriga de cómo se sentiría.

J sonreía, sonreía sin cesar ante lo que se avecinaba, aquello que tanto ansiaba, la mordida del vampiro, quería saber que era lo que se sentía cuando un vampiro te mordía, aquellos brazos la aplastaron más contra el cuerpo ajeno, casi impidiendo que pudiera respirar, era doloroso en cierta medida pero, no importaba. - Aún no has entendido, no temo a nada. - Dijo así como respuesta al vampiro seguido de otra sonrisa, nuevo récord aquella semana. Mordió sus labios cuando ladeó el cuello y, casi fue instantaneo, sintió un piquete en el mismo y seguidamente notó como la sangre comenzaba a verterse en la boca ajena. J colocó las manos sobre los brazos ajenos, el placer casi fue instantáneo, primero dolor y luego placer ¿Así funcionaba? Pero era más de lo que ella podía incluso soportar, abrió la boca sorprendida, dejando escapar un jadeo y apretó las manos sobre los brazos ajenos, no, no buscaba liberarse, solamente era un acto reflejo de aquel cuerpo humano.

Y los jadeos siguieron a su vientre contraído por la oleada de placer mientras el vampiro bebía y bebía, quizás un poco más de la cuenta de la demonio. - J-Joder.... ngh... -Decía entre gemidos hasta que sentía que las fuerzas se le iban y lentamente comenzaba a no poder mantenerse en pie. - A-Alshan... - Dijo entre jadeos, pero al final solamente apretó los labios hasta que sus puños dejaron de apretarse y sus manos se relajaron, en realidad todo su cuerpo se relajo, excepto su respiración y ahora era el vampiro quien la mantenía en pié porque a ella no le quedaba ni un ápice de fuerza con la que poder mantenerse, tal vez, debido a la rapidez de todo aquello, ahora si seguía así era probable que J tuviera que cambiar de contenedor. - O-Oye.... es-este...ngh.... este cuerpo es del anti...antiguo egipcio... si.. si me haces el favor de no acabar con él... agh... - Se quejó incluso con una voz débil.

La sonrisa junto con las desafiantes palabras lo inquietaban un poco, una actitud tan indolente, tan segura de sí misma hacían que el vampiro se preguntara mil y un cosas sobre ella, ¿quién era realmente? ¿qué era? ¿Por qué estaba tan confiada? Las preguntas se agolpaban, todas picando su curiosidad de una manera que hacía años que no sentía, todas clamando por atención y respuestas y, sin embargo, no sabía cual formular primero o, si de hacerlo, obtendría una respuesta. Por eso, en lugar de seguir retándola con palabras o siquiera dignarse a proferir algún comentario; se limitó a perforar su suave piel en un movimiento rápido.

Pudo notar la sorpresa de ella, pero la sensación de triunfo fue eclipsada por aquel torrente de preciado líquido carmesí que fluía hacia su boca, que se deslizaba por su garganta saciando y a la vez profundizando su sed eterna; ella poseía un sabor diferente, especial, embriagador, no se parecía a nada que hubiera probado con anterioridad y no deseaba parar. Sintió las manos ajenas apretarse en torno a sus brazos, pero no intentaba apartarlo, y aquello solo consiguió animarlo; mordió con aún más fuerza, para permitir que más sangre fluyera hacia sus labios, deleitándose en cada gota; cuando las fuerzas le fallaron a J, él la sostuvo, presionándola más cerca sin estar dispuesto a dejarla ir; escuchó sus palabras, su voz entrecortada pero no importó; oía, mas no comprendía; una parte de él sabía que debía parar, mientras el resto de sí le decía a esa parte que se callara; pero mientras el cuerpo de ella se relajaba aún más contra el suyo, perdiendo sus fuerzas trago a trago, el pensamiento de que estaba poniendo fin a su vida, finalmente logró abrirse paso por entre la roja y espesa bruma que nublaba sus pensamientos; echando mano de todo el control que había logrado adquirir tras más de 600 años, reunió su voluntad y separó finalmente su boca de su cuello sangrante.

Por un momento se quedó así, respirando pesadamente contra su cuello, aunque no tenía que hacerlo; el deseo de beber aún más seguía presente pero podía controlarse; para él no era un gran problema matar a alguien mientras se alimentaba, difícilmente se sentiría culpable, pero matar por accidente no era algo que se permitiría. -¿Ahora estás algo asustada? – Preguntó, muy a su pesar, con voz entrecortada mientras cogía el cuerpo debilitado de ella entre sus brazos y la llevaba hasta el sillón cercano; era bastante grande, por lo que no tuvo problemas en recostarla encima; como concesión a su deseo de no apartarse y, quizás como una prueba hacia sí mismo –para demostrarse que su control era mejor que lo que había demostrado- se detuvo en el último momento, para que ambos quedaran sobre el sillón, aunque tubo que posicionarlos a ambos de lado, ya que no cabrían recostados normalmente; la aproximó hacia él, de modo que la espalda de J quedó presionada contra su pecho. -Tienes suerte de que decidiera detenerme, pequeña. – Dijo mientras se inclinaba para lamer la sangre que quedaba en su cuello, antes de que se secara; el flujo de aquel delicioso líquido rubí se estaba ralentizando, pero aún quedaban gotas perdidas que no quería, o podía, perder. -Supongo que ahora estás muy débil como para seguir siendo tan testaruda, ¿ahora responderás mis preguntas? – Envolvió su brazo alrededor de la cintura de ella, aprovechando de acariciar su piel, esperando que ella comprendiera que, toda la fuerza y energía que perdió, él la había ganado. -Siento mucha curiosidad… quiero saber que eres y no me detendré hasta conseguir respuestas, J. Tu decides si respondes sin resistirte para que quizás podamos hacer algo más agradable, o si tengo que arrancarte las respuestas… creo que aún podría beber un poco más. – Dijo lo último como una pequeña amenaza; aunque en realidad no quería causarle daños serios a ella, pues estaba disfrutando de sus juegos.

La debilidad llenaba su cuerpo por completo y sólo sentía que se agotaba, que sus piernas flaqueaban, solamente cerró los ojos y se dejó caer, aunque no cayó. Rió, muy suave y casi inaudible risa en lo que este hablaba porque aquellas palabras le causaron risa y solamente se dejó cargar demasiado cansada cómo para poder replicar o algo por el estilo., se mordió los labios cuando notó al contrario tras de sí, escuchando de nuevo cómo hablaba, cerrando los ojos y estremeciendose por la lamida en su cuello que, a todo eso, ya estaba sanada. Respuestas, eso buscaba, respuestas que J se planteaba dar porque la tentativa de aquella amenaza la llamaba mucho. - Existen muchos nombres para mi...  Pero, yo, sólo soy alguien que vaga por la oscuridad, tratando de vivir lejos de las normas y de la guerra que desde antes de mi creación se disputa.  - Dijo a modo de adivinanza.



Se sentía un poco doblegada por hacer aquello pero, haciendo acopio de la fuerza que recobró mientras ambos charlaban se giró para apoyar la mano en el pecho ajeno, mirando con aquellos penetrantes ojos al contrario. -  Yo no nací, yo fui creada, del dolor, de la rabia, de la pena, de la lujuria, de la gula de toda la oscuridad más pura, por un ser más oscuro aún. ¿Te haces ya una idea de lo que soy? - Dijo, con el ceño fruncido y una vez que se cercio de examinar aquellos ojos, nariz y labios cerró sus propios ojos, dedicándose un segundo de paz, ya, bastaba de juegls absurdos y de niños pequeños, su momento de juego había acabado.

Mientras reposaba en aquel sillón junto a ella esperó, atento, sus próximas palabras; a estas alturas ya sabía que sus pequeñas “amenazas” poco y ningún efecto tenían sobre ella que, tras haber sido inmovilizada, mordida y casi desangrada hasta morir; simplemente había reído, reído con suavidad, pero no lo podría haber impactado más aún si se hubiese carcajeado a pleno pulmón. Distraídamente, mientras la escuchaba, siguió acariciando su cuello con la nariz, notando que ya estaba curada y su piel volvía a ser lisa y perfecta.

Dejó que ella se girara, y pasó una de sus piernas por sobre las de ellas para aproximarla más y evitar que corriera el riesgo de caer del sillón. -Sí, creo que me puedo hacer una idea… - Dijo con una sonrisa; sus palabras, aunque enigmáticas, lograban, de una manera algo extraña, explicar en parte su naturaleza, pero… -Sin embargo, creo que nunca me he topado con alguien como tu, así que no estoy seguro de que eres exactamente. – Depositó un suave beso sobre sus párpados cerrados, un gesto algo extraño tras el comportamiento que había tenido, el cual algunos llamarían incluso agresivo; pero nunca su intención había sido comportarse así, y la combinación entre su proximidad y el recuerdo persistente del sabor de su sangre y la calidez de su cuerpo, lo hacían desear otras cosas además de respuestas. -Creo que lo tendrás que decir sin rodeos, para que las cosas estén claras, pequeña. – Depositó otro beso sobre su mejilla, a penas un ligero roce. Si lo que ella había dicho era cierto y era un indicativo de su naturaleza, él no tenía problemas; conocía la oscuridad, el dolor, la rabia, la pena, la lujuria y la gula; todas habían sido sus “compañeras” de una u otra forma, en mayor o menor medida, durante algún momento de su larga vida.

J se tensó al notar el beso en sus parpados, aquello la había pillado por sorpresa, algo que no solía pasar, suspiró, calmándose casi al segundo y abrió los ojos, buscando la mirada de Alshan, apretó los labios, enfadada, le quemaba demasiado que la llamase pequeña, era algo que no podía tolerar, pese a ser más baja, aquello le disgustaba. - Te dije que no me volvieras a llamar así. - Dijo en un tono de voz bajo, aunque se notaba la molestia, quitó la pierna de Alshan de encima de las propias y extendió la mano al tiempo que una sombra se erguía tomando su forma  y agarrando su mano para ayudarla a levantarse del sofá, aunque, antes de ello robó un corto beso al  vampiro, como si aquellos labios le perteneciesen de toda la vida, la ayuda era debido a su debilidad requería de la ayuda de su propia oscuridad, una vez de pie la sombra le ayudo a caminar, yendo en dirección a la cocina sin saber si el vampiro siquiera le permitiría avanzar, paró en seco he hizo que la sombra mirase al vampiro.- Mi nombre es Jezebeth, soy la demonio de las mentiras y las traiciones. O eso dicen los humanos, en realidad soy un demonio de la lujuria y los juegos sucios.   -Comentó con una traviesa sonrisa y fue hasta  la cocina, logrando caminar ya por su cuenta hasta la nevera y tomando una cerveza, abriendola y bebiendo un largo trago, apoyandose en la pared.

- Y como vuelvas a llamarme pequeña, pienso hacer que mis sombras te hagan no volver a decir eso. - Sí, una amenaza, no le importaba estar débil, tenía fuerzas de sobra como para hacer que el vampiro aprendiera una lección, se apoyó en la repisa de la cocina y bebió otro trago de la botella, mirando al techo y escuchando la canción que sonaba en aquel momento.- Ya te he dicho lo que querías saber, ahora, dime que es lo que querías hacer que era más interesante. - Era obvio de lo que hablaba el vampiro pero, J quería que él se lo dijera, le gustaban la clase de hombre rudos, que se hacían oír y que trataban de estar por delante de ella, le gustaban los retos y se preguntaba si Alshan sería de esos hombres rudos o sólo era una fachada.-

Hizo un pequeño sonido de molestia, que lo apartara y se alejara de él no le gustaba, pues había estado disfrutando de la proximidad; sin embargo, aquel beso robado consiguió aplacarlo, aún si no pudo disfrutarlo como habría deseado. Con una sonrisa despreocupada, llena de confianza, ocultó la sorpresa de ver como ella era ayudada por lo que parecía ser una sombra; sin dudas poseía habilidades que no habría podido imaginar –cosa natural, pues jamás se había topado con alguien como J- Pero lo que lo sorprendió más fue que aparentemente ella necesitaba la ayuda para moverse, lo que le hacía pensar que se había excedido más de lo que pensó con ella. -Así que un demonio… - No formuló los demás pensamientos que habían circulado su mente; le creyó porque no había razón para mentir y porque si era una mentira, de todos modos no podría descubrirlo con seguridad. -Me gustan mucho los juegos sucios. – Le dio una sonrisa que dotaba a sus palabras de múltiples insinuaciones, cargándolas con doble sentido que sabía ella pillaría.

A regañadientes se incorporó, para seguirla y no perderla de vista, preguntándose en silencio a donde se dirigiría. -Oh, ¿y como harán eso tus sombras? – Dijo entre risas, divertido por aquella amenaza, apoyándose en la pared junto a la entrada de la cocina, mientras se cruzaba de brazos prácticamente irradiando desafío, aunque no era real, simplemente jugaba; se estaba divirtiendo más de lo que había esperado. -¿No lo he dejado ya lo bastante claro? Para ser un demonio de la lujuria no captas muy bien las insinuaciones, ¿verdad? – Se aproximó a ella seguro de que ella sabía exactamente a lo que él se había estado refiriendo; ambos parecían estar dispuestos a seguir jugando y provocando al otro, como probando los límites de la paciencia de cada uno. -Pero si quieres saber a que me refería, entonces lo dejaré claro. – Se movió con la misma rapidez que había demostrado al inicio, llevando una mano a la de ella que sostenía la cerveza para evitar derramarla; su otro brazo lo envolvió en torno a su cintura para aproximarla y, en el mismo movimiento, se inclinó para besarla; no podía evitar preguntarse como reaccionaría ella, ¿lo apartaría? ¿Correspondería el beso? ¿Intentaría lastimarlo? No lo sabía, y eso lo hacía más emocionante.

La demonio miró al vampiro apoyado en el marco de la puerta, era una mirada que no ocultaba nada, ya que lo revisaba de arriba a abajo, bajó la mirada al suelo mientras bebía y entonces sus pupilas irradiaron un amarillo intenso, al mismo tiempo que todas las sombras se reunían, en cuestión de segundos alrededor de ambos, formando soldados apuntando sus armas hacia Alshan. - Tengo curiosidad por saber, ¿Cómo te enfrentas a algo que no puedes tocar? -Dijo sin siquiera mirarlo, estaba correspondiendo aquel reto, chasqueó los dedos y las sombras desaparecieron, volviendo a sus anteriores puestos. Estaba demasiado ocupada manipulando la cerveza como para prestar atención a Alshan, hacía tiempo que había dejado incluso de escucharle, ella no solía escuchar ni a su padre asi que no le daría un trato especial al Vampiro.

Hasta que, en cuestión de segundos ya no sostenía la copa y en cambio los labios ajenos tomaron los propios, Julia, sorprendida, se quedó quieta,aunque luego de unos segundos cerró los ojos y se dejó llevar, apoyando los brazos en los hombros ajenos, acariciando sus labios con los propios mientras se movía para quedar muy cerca de su cuerpo, aquellos labios tenían un algo que le provocaba cosquilleo a J, un algo que no solía tener con nadie, suspiró sobre sus labios y se separó apenas unos centímetros para tomar aire.- Alshan, no seas lo que no quieres ser, tienes más luz que oscuridad, lo puedo ver, no intentes ser "malo" cuando no lo eres. ¿O si? - Aquello era la primera cosa de provecho que había dicho en todo el día, se le quedó mirando un momento, curiosa por saber su respuesta y después mordió su labio inferior con suavidad.

En retrospectiva lo que había hecho tal vez no era lo más sabio; había visto las sombras que habían tomado forma, amenazándolo con su sola postura y, aunque no había dicho nada entonces; la verdad era que no estaba seguro de cómo las habría enfrentado; por eso simplemente decidió que quemaría ese puente cuando lo cruzara, no pensaría en eso sino en la solución más obvia y la que de todos modos deseaba; no tenía que enfrentar esas sombras, simplemente debía asegurarse de que ella no las quisiera usar contra él.

El que ella respondiera finalmente su beso incrementaba su deseo de continuar besándola, de profundizar el contacto y explorar su boca; sin embargo, ella fue quien lo terminó, apartándose para pronunciar las palabras que le hicieron pensar que tal vez no era tan indiferente. Aquello lo hizo pensar por un momento; muchos parecían creer que la “luz” y la “oscuridad” eran “fuerzas” incompatibles y separadas la una de la otra; pero en su propia experiencia había descubierto que podían coexistir y dar paso a algo más; no, él no creía ser malo, no del todo; y tampoco creía ser bueno, otra vez, no del todo. -Yo soy exactamente lo que quiero ser; puede que no sea malo, pero tampoco soy lo que podríamos llamar bueno; las cosas no son simplemente blancas o negras, Jezebeth; así que no intentes encasillarme en una categoría en la que simplemente no encajo. – La aproximó más a su cuerpo cuando sintió aquel suave mordisco, indicativo de que ella no deseaba apartarlo. Dejó que sus manos vagaran por el cuerpo de ella, acariciando su espalda al tiempo que se inclinaba para volver a besarla, de forma más profunda esta vez, para permitir que su lengua se entrelazara con la de ella en una danza sensual, de sensaciones y placer.

Cerró los ojos, riendo para sus adentros al escucharle, aunque no pudo responder, no quiso realmente, ya que aquellas caricias la desconcentraron, interrumpieron sus pensamientos y le arrancaron suspiros antes de que sus labios fueran tomados, correspondió aquel beso, aquel profundo beso que le hizo cerrar los ojos y dejarse llevar por aquella danza, estaban claras las intenciones del vampiro, más que claras y ella no se negaría a un poco de diversión por parte de un vampiro. Sus manos tomaron ambas mejillas del mayor, mientras ladeaba la cabeza y correspondía aquellos besos, aquellos roces, incluso un pequeño vaivén se inició, chocando su sexo con el ajeno con la única intención de provocar, incluso dejó que un pequeño gemido se escapara sobre los labios del mayor con ese único propósito y esque, si se trataba de provocar nadie ganaba a J.- No vuelvas a llamarme por mi nombre real. - Dijo sobre sus labios, abriendo sus ojos, aquello fue un susurro acompañado de una sonrisa y un guiño, pese a todo seguía manteniendo aquella postura de mujer dominante y controladora, era demasiado para ella el que dijeran su nombre, sólo Caliel tenía el privilegio de llamarla así.- Es mi capricho el habertelo dicho, pero no el que puedas nombrarme así. - En realidad no mentía, pero tampoco amenazaba, estaba jugando, quería saber cuanto tardaría Alshan en ponerse "dominante" , en desesperarse, buscaba jugar con el mayor.


Rió, una carcajada en un tono nada moderado y negó, permitiéndose el lujo de robar otro beso a Alshan, aunque no se movió ya que en cierto modo estaba atrapada entre los brazos del contrario, claro, podría simplemente convertirse en humo, pero sería demasiado fácil. - ¿Sigues pensando que es buena idea estar al lado de una demonio?¿Uhm? - Dijo mientras su diestra recorría el pecho ajeno, como si aquello no fuese con ella y le dedicó una coqueta mirada acompañada de una sombria sonrisa, J realmente podía ser extraña a veces.

Su lengua se entrelazó con la de ella, explorando su boca ansiosamente; ella correspondía cada gesto y sus gemidos eran como pequeños premios que lo incentivaban a continuar besándola. En cuanto sintió el roce de su cuerpo contra su sexo, dejó salir un complacido sonido, casi un gruñido que recordaba a un depredador que disfrutaba de su “presa”, aunque ella no lo era en realidad. -Entonces me tendrás que dar otro nombre; no me gustaría llamarte simplemente J. – Dijo sin expresar molestia, su voz llevando consigo aquel tono paciente que había adquirido con el tiempo, casi como diciéndole, “estás siendo infantil”; muchas de sus actitudes aún lograban desconcertarlo un poco, sin duda era una mujer inusual, y no solo por ser un demonio.

Sonrió ligeramente ante aquel nuevo beso robado, mientras sus manos buscaban su camino entre la ropa de ella para poder acariciar su piel. -¿Tu crees que es buena idea estar con un vampiro? – En lugar de responder su pregunta contraatacó con otra y, como para remarcar su punto, se inclinó –dejándole el suficiente espacio a las manos de ella para que continuaran acariciándolo- para lamer y besar su cuello y, a continuación morder su piel con la fuerza suficiente para dejar una marca, pero no como para hacer brotar la sangre; era una no tan sutil forma de recordarle que hasta ahora la que había salido peor parada de su encuentro había sido ella.

Detuvo las caricias que sus labios prodigaban sobre la piel ajena para apartarse ligeramente y poder contemplarla; ya era bastante obvio que ambos deseaban lo mismo pero aún así ella parecía dispuesta a seguir haciéndose la dura, negándose a darle su nombre, pero claro, si ella hubiera cedido fácilmente no habría despertado ni el más mínimo interés en él. -Vale, te tendré que forzar a darme tu nombre; al final me lo dirás encantada.
– Dijo aquello con una sonrisa traviesa, llena de secretos; ya tenía una idea de lo que haría, y al final ella haría gustosa, con desesperación lo que él quisiera.

Se estremeció ligeramente cuando sintió las uñas de ella en su espalda, presionando aún más cerca sus cuerpos; acciones como aquella le encantaban, incluso algunas más rudas, mucho más; el dolor en las circunstancias correctas podía producir un placer incomparable. Gimió cuando ella frotó sus cuerpos juntos, estimulando más a su cuerpo que ya había comenzado a responder. -¿La habitación? – Preguntó, ignorando su comentario, mientras sus manos rápidamente le quitaban la ropa que tanto le molestaba; deseaba dejar su parte superior cubierta solo por el sujetador, para tener más piel que acariciar y explorar; quería que ella le indicara por donde ir para llegar a la habitación, pues para lo que deseaba, tener una cama sería mejor.

Dejó que sus labios volvieran a besar su piel, disfrutando a su vez de las caricias que ella le prodigaba; retomó la “tarea” de donde la había dejado; besó su cuello y comenzó a bajar desde ahí; dejando que sus colmillos rozaran la piel, arrastrándose por ella pero sin perforarla, simplemente trazando el camino hacia abajo.