[Privado/Julia, +18] Viejos conocidos en nuevos lugares

Una pequeña carcajada salió de lo más hondo de su garganta, aquello le había hecho gracia y, al mismo tiempo la había intrigado bastante, aunque se hacía una ligera idea de lo que el contrario haría, pero decidió hacer como que no sabía nada. -  Muy bien, eso si quiero verlo. - Y de nuevo volvieron los juegos, las caricias, los arañazos, los cuerpos uno pegado al otro, todo un baile digno de un demonio y un vampiro. Aquella pregunta tan estúpida le hizo elevar una ceja y luego cerrar los ojos un momento, dejando que su ropa superior desapareciese de escena y quedándose sólo con su sostén, la música había dejado de retumbar en su cabeza, porque para ella sólo existía en ese momento Alshan, él y nadie ni nada más. Tomó por la nuca al más alto y lo guió hasta sus labios para dejar un corto beso seguido de una mordida, se separó y tomó la mano del chico mientras con la otra señalaba al piso de arriba. - Arriba, ahí está mi cama. -Y con esas palabras lo condujo fuera de la cocina, mantenía su mano con la de Alshan, no quería soltarlo a decir verdad por lo que, si el intentaba algo en el viaje hacia la habitación ella no se negaría ni resistiría. El caso es que llegaron, llegaron a la habitación y J entró primero al cuarto oscuro, no había ni una sola ventana, ni un sólo rincón de luz, ella veía perfectamente por lo que no tenía problema con ello. - ¿Y... Ahora? -Dijo en un tono sugerente, acariciando aquella mano con el pulgar y sonriendo con una inocencia tan bien fingida que por un momento incluso se la creyó, un buen juego debía de tener un buen teatro, pero estaba claro, por su acelerado pulso que ella lo que quería era que tocara su cuerpo, que la hiciera sentir en las nubes, anhelaba que de nuevo mordiera su cuello porque aquel placer que sintió aún palpitaba en su interior, para que engañar a nadie, lo necesitaba a él.

Siguió disfrutando del cuerpo de ella, fantaseando con todo lo que deseaba hacerle, con todo lo que le haría; adoraba aquel juego entre ellos, pero ya deseaba dejarlo atrás, pasar a la siguiente etapa, a una más “seria” con más besos, más contacto y menos ropa.

La siguió hasta la habitación, manteniendo todo el tiempo una sonrisa de suficiencia, pues sabía que ella lo deseaba. La mirada del vampiro recorría el cuerpo de ella con descaro, sin siquiera intentar ocultarlo y es que a esas alturas fingir era inútil. La oscuridad de la habitación no le molestaba, algo de luz se colaba por la puerta tras ellos, perfilando la sombra de una pequeña porción del espacio, y creando la ilusión de que las sombras eran aún más oscuras donde la luz no alcanzaba; aún así, el podría ver sin problemas, era un depredador nocturno, la oscuridad era su aliada, la noche una amiga que le había hecho compañía por demasiado tiempo.

Se inclinó para lamer su cuello, en aquella parte donde su pulso golpeaba, tentador, contra la piel. -Ya sabes que es lo que viene ahora, J. – Murmuró, su voz tornándose más ronca producto del deseo; sus brazos se envolvieron en torno a ella y, sin previo aviso, la empujó con fuerza, no tanta como para hacerle daño, pero la suficiente como para lanzarla sobre la cama, moviéndose con aquella velocidad “de otro mundo” que lo caracterizaba para posicionarse inmediatamente sobre ella, aprisionando el cuerpo femenino bajo el suyo, sin darle posibilidad de escape.

Bajó la cabeza y, con sus colmillos extendidos rasgó la tela que mantenía oculta parte del cuerpo superior de ella, sin molestarse en desabrochar el sostén, limitándose a rasgarlo en dos, raspando su piel en el proceso, sabiendo de antemano que a ella le gustaba el dolor y que fuera rudo.

Se sonrió, segura de lo que hacía al preguntar aquello, deseosa e impaciente, se quedó muy quieta, mirando de reojo al vampiro cuando este se inclinó a lamer su cuello y terminó cerrando los ojos, algo estúpido por su parte ya que había bajado la guardia y, de un momento a otro se encontraba en la cama, lanzada de manera violenta a esta y atrapada bajo el cuerpo del más alto, ahogó un sonido de sorpresa, estaba acorralada, aunque, claro, a la demonio le traía sin cuidado y, de hecho le excitaba aquello. Apoyó las manos en el cuello del vampiro y gimió -A propósito- por aquella simple acción de que hubiese roto su sostén y dejado una marca en su blanquecina piel. Desde luego Alshan había acertado, la rudeza le encantaba, adoraba esa clase de tratos pero, tampoco se dejaría tan fácilmente.


Con fuerza, con mucha fuerza trató de controlar la situación, trató de darse la vuelta intentando que el más alto no pudiera acceder a sus pechos con tanta facilidad, un poco de juego de resistencia. - Tú.... - Dijo en un jadeo. - Te aprovechas de que sigo débil.... ngh... - Dijo, haciéndose obviamente la víctima, mirando a los ojos al vampiro, unos ojos de delataban cuan excitaba estaba. ¿Qué tan lejos llegaría el vampiro? ¿Cuan rudo podría llegar a ser? ¿Qué tenía previsto hacer? Todas esas preguntas exigían una respuesta pero, era paciente, o al menos lo intentaba; Mientras se hacía la dura, la víctima y trataba de que el mayor no hiciera lo que se le placía con su cuerpo, se resistía, se removía, casi peleaba con él para poder "liberarse" de encima del vampiro.Era algo muy contrario a lo que deseaba realmente.

Tras rasgar la molesta última capa de ropa que cubría el pecho de J. se deleitó acariciando la piel con los colmillos y la lengua, aproximándose a sus pechos pero, antes de que pudiera alcanzarlos una reacción de ella lo tomó por sorpresa; su repentino y fuerte empuje logró que perdiera la excelente posición que tenía; pero aprovechó el impulso y sujetándola con sus brazos los hizo girar para quedar debajo de ella, sin importarle el cambio y sonriendo porque eso hacía todo aún más divertido.

-Por supuesto que me aprovecho de eso. – Dejó salir una pequeña risa, manteniendo luego una sonrisa indolente, de suficiencia. -No creo que tu hayas esperado que hiciera otra cosa; además, tu harías lo mismo en mi posición. – Con fuerza sujetó gran parte del cabello de ella, usándolo como agarre para echar su cabeza hacia atrás aproximando de ese modo sus pechos a su boca; así con tan solo alzar la parte superior de su cuerpo un poco, pudo llevar su pezón derecho a la boca, mordiéndolo y chupándolo; su propia ropa le comenzaba a molestar, pero decidió que ya se la quitaría, en cuanto terminara de saborearla.